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La charla más amena que la peliazul había tenido probablemente en mucho tiempo fué la que tuvo con Luke Hemmings, el chico nuevo.
Leo, como era llamada ahora, estaba perdida en la mirada del rubio sin saber por qué exactamente, sin saber también, que Luke estaba igual o aún más enamorado de los grises, brillantes y plateados ojos de la chica.

-¿Vives muy lejos del colegio?-preguntó con interés el ojiazul, cuando eso no le era tan importante, no tanto como hablar con Leo.

-No tanto-respondió con sencillez la engripada chica.-Como a 15 o 20 minutos.

-Entiendo-dijo el aún embobado chico.

Realmente, ambos jóvenes no tenían mucho de que hablar, pero ninguno de los dos quería dejar de hacerlo, y por más concentrada que Leonor se encontrara en los inmensos y profundos ojos de Luke, había algo que no dejaba de rondar por su cabeza, asi que siguió sus impulsos.

-¡Mira Luke, un oso!-gritó hábilmente la pequeña muchachilla haciendo que su nuevo amigo girara la cabeza.

La pequeña, no esperó más, se inclinó sobre la mesa y con rapidez tomo un puñado de las papas del plato del chico y la introdujo a su boca rápidamente.

Luke le vió con las cejas arqueadas y los ojos entrecerrados ¿Que rayos? Pensaba él.

-¿Me has robado una papa?-preguntó, mas no estaba enojado, habia un toque cómico en su voz, cosa que alegró por completo a Leonor, quien por alguna aún desconocida razón tenia miedo de que Luke se molestara con ella.

Leo, sin mas remedio asintió aún con la boca llena, riendo un poco.

Y fué ese el primer momento en él que Luke descubrió que Leo estaba loca. Y así fué como la pequeña Leonor, se convirtió en la perosna favorita de Luke Hemmings, porque su locura a él le encantaba.

Porque la timidez y la extravagancia son la mejor combinación.

Lefties| LHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora