011: Celeste y miel.

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Capítulo dedicado a PathoDiiaz por el increíble apoyo y por aquellas palabras tan bonitas que recibí de su parte. Va para ti, gracias por todo.

Alonso subió presuroso las escaleras y se dirigió hacia su habitación, la cual se encontraba vacía. Le resultó extraño, puesto que Bryan le indicó que Jos estaría ahí.

Escuchó pasos acercándose hacia su habitación y pudo ver esos ojos color miel que se encontraban rojizos e hinchados por el llanto.
Su estómago sintió una punzada de remordimiento al ver a Jos de pie junto a la puerta con esa expresión de dolor en su rostro, su mirada se mostraba suplicante en cuanto se conectó con el azul del castaño.

Cuando el ojimiel abrió la boca para hablar, Alonso se apresuró para abrazarle con fuerza, tanta como su pequeño cuerpo le permitía.
Jos le correspondió el abrazo y suspiró agotado. No hacía falta hablar.

El cariño que ambos sentían por el otro era más fuerte que cualquier malentendido que hubiese entre ellos; y en efecto, ese cariño era demasiado fuerte.

Ninguno de los dos se negaba a soltar el agarre entre ambos cuerpos, era un momento muy íntimo y no podían atreverse a romper la magia de ese instante que compartían en silencio.
Era tan íntimo, que Alonso sintió una urgencia inexplicable por sentir a Jos.
Necesitaba sentirle.

Retrocedió un momento para mirar esos ojos miel que brillaban adornados por esa tela rojiza del llanto previo, y aún con ese hinchazón en ellos, eran unos ojos tan hermosos que podría pasar horas sin dejar de mirarles. Pero dejó de hacerlo para dirigir su mirada celeste hacia los labios de Jos, y aunque no era la mejor decisión ni lo más adecuado para hacer en ese momento, no podía ignorar ese impulso que sentía por dentro.
Pensó que ya habría tiempo de arrepentirse o de usar su lógica, pero por ahora sólo quería pensar en esos labios que tenía de frente.

Jos lo miraba con paciencia, tampoco quería atormentarse con preguntas que podría hacer después.

El castaño llevó una de sus manos hacia el rostro de Jos para acariciarle con los nudillos y le sonrió débilmente para unir sus labios con los del ojimiel en un beso lleno de urgencia.

Se movían con algo de torpeza, pero con una sincronía que ambos disfrutaban. Se devoraban los labios como si estuviesen sedientos y la boca del otro fuese la única fuente frente a ellos para saciar esa sed tan grande.

Apresuraron sus lenguas para encontrarse y acariciarse entre sí con movimientos demandantes y firmes. Alonso mordisqueaba el labio inferior de Jos, mientras el ojimiel disfrutaba la suave sensación de los dientes del castaño jugueteando con su boca.

Decidieron mantener sus manos ocupadas y comenzaron a deshacerse de sus prendas, una por una, las cuales terminaron en el suelo por algún lado de la habitación.
Ambos se encontraban únicamente en ropa interior. Se apartaron uno del otro después de esa guerra interminable de besos y lengüetazos y se detuvieron para mirarse por un momento.
El único sonido que los acompañaba era el de sus respiraciones, pesadas e irregulares.
No hacían más que mirarse en silencio, los dos tenían los labios hinchados y miradas suplicantes por sentirse de cerca.

Jos fue quien se animó a romper la distancia que comenzaba a volverse molesta y dirigió sus manos hacia el bóxer de Alonso para bajarlo despacio hasta deshacerse de él. El castaño lo miró sonrojado y tomó aire para imitar la acción del ojimiel, hasta que ambos quedaron completamente desnudos.

Siguieron besándose como si sus bocas fuesen imanes, atrayéndose entre sí. Jos llevó al castaño a la cama y lo recostó ahí para acomodarse sobre él, teniendo a Alonso entre sus piernas.

➳ El Chico del Piano | #WattPrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora