007: Para ti.

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¡Por fin hay actualización!
Muchas gracias por los votos y comentarios, por el apoyo que está recibiendo esta historia, no saben cuánto lo agradezco.
Les prometo que estos capítulos que escribí, les gustarán muchísimo, esta historia dará un giro interesante así que ni crean que tengo compasión.
Haré que sonrían, que rían, que se emocionen, que mueran de ternura, que odien a los personajes, que me odien a mí.. Oh, y van a llorar, eh.
En fin, espero les guste este capítulo, el próximo viene con todo.
P.d. Este capítulo deben leerlo escuchando la canción que adjunté. «Baby Please de Allison», es OBLIGATORIO. (Bueno, exagero un poco, pero ya verán porqué).
P.d. 2: pasen a leer Desire de Breddy, también va a gustarles mucho.
Voten y comenten en ambas.
Ahora sí, ya no las molesto más.
Aquí el séptimo capítulo, disfrútenlo.



Alan se encontraba destrozado, no podía emitir sonido alguno, ni siquiera lloraba, pero por dentro una parte de él sentía que moría.

No sabía qué hacer, quería traer a Alonso de vuelta arrastrándole, pero a la vez, no podía culparlo por su comportamiento. Y no era para menos, no podía esperar un buen trato por parte del menor después de todo el acoso recibido por parte de él.

Pero quería remediar todo ese daño, y le frustraba tanto que Alonso no le ayudara ni un poco haciéndole más sencillo todo.

Cansado, se puso de pie y abandonó el salón para ir a su siguiente clase.

Se propuso a sí mismo llegar a Alonso como se debe, poco a poco, ganándose su confianza y sobretodo, su cariño. Tomaría tiempo, pero valdría la pena.

Alonso aún se encontraba tembloroso, después de haber sido tan duro con Alan, pero era la única manera de protegerlo. Le dolía no haberle dicho al moreno lo mucho que lo amaba, pero alejarlo de él, tal vez era la prueba más grande del amor que Alonso sentía.

Jos caminaba hacia su casillero para recoger los libros de su clase siguiente, y aunque se encontraba molesto con Alonso por anteponer a todas las personas sobre sí mismo, entendía la posición tan complicada en la que estaba atascado el castaño y odiaba admitirlo, pero admiraba el coraje que éste tenía para hacer algo así.
Se sobresaltó al ver a su lado a Alan, mirándole con unos ojos suplicantes y desesperanzados.

—Escucha, sé que soy la persona menos indicada para pedirte un favor, pero eres el único que puede ayudarme ahora —habló el moreno con un hilo de voz.

Jos lo miró por un par de segundos, debatiéndose si sería una buena idea o no, pero nunca había visto a Alan en ese estado, así que sintió un poco de remordimiento y asintió, indicándole que continuara.

—Quiero acercarme a Alonso —murmuró cabizbajo.

El pelinegro lo miró algo dudoso.

—Mis intenciones con él son buenas, hablo en serio —habló enseguida Alan.

Jos suspiró pesadamente y le indicó que lo vería al término de clases, en la puerta principal. No estaba muy de acuerdo con ayudar al chico que tenía tan mal a su mejor amigo, pero si de alguna manera eso podría ayudar también a Alonso, no dudaría en ser parte de ello.

Alan se encontraba nervioso, realmente quería que Alonso bajará la guardia, que confiara en él y no tenía ni la más mínima idea de cómo lo lograría. Estaba acostumbrado a tener a cualquier chica de la escuela que estuviese dispuesta a olvidarse de su nombre al día siguiente de haber estado juntos. Pero esta vez era distinto, Alonso despertaba en él una paciencia inimaginable por conocer cada parte de él a la perfección, también quería que el castaño le conociera a él, por completo.
Con ninguna persona ha sido abierto, mucho menos en cuanto a sus sentimientos, y su primo Freddy no era la excepción. Pero estaba dispuesto a enfrentarlo si al final tendría a Alonso a su lado. Estaba dispuesto a todo por llegar a él, a todo.

Alonso estaba más distraído en sus clases que cualquier otro día, su mente estaba dispersa por todos lados, sus pensamientos viajaban en distintas direcciones y todos terminaban apuntando hacia lo mismo: Alan.
Algo dentro de él le indicaba a gritos que estaba haciendo mal al negar lo que sentía. No estaba siendo honesto consigo mismo, quería convencerse de una idea errónea, aferrándose a ella para evitar que Alan sintiera cualquier tipo de dolor. Pero, ¿qué había del dolor que lo estaba consumiendo a él? Ni siquiera se permitía pensar en ello, porque descartaba esa idea de su mente, haciéndola desaparecer. Y no se imaginaba los problemas que eso le traería.

El timbre sonó al fin, dando por terminada la última clase del día. Alonso se abrió paso entre los estudiantes que se dirigían fuera, para tomar sus caminos a casa. Se sentía tan pequeño entre la gente que caminaba a su lado, y en realidad, lo era. Pero en ese momento se sentía diminuto.

Tardó unos veinte minutos en llegar a la puerta principal donde vio a Alan recargado en uno de los barandales de afuera, con la mirada fija en el celular que sostenía en sus manos. Pensó que tal vez el moreno no le vería pasar, así que avanzó calmado para no llamar la atención de Alan.

Se detuvo en cuanto Jos apareció frente a él, cerrándole el paso. Alonso lo miró impaciente, comenzaba a irritarse y Jos no hacía más que mirarle con una sonrisa que escondía algo.

—¿Vas a hablar o seguirás mirándome con esa cara de idiota que tienes? Porque quiero ir a casa —le dijo Alonso cansado.

Jos sonrió incluso más y sacó la guitarra del estuche que cargaba en uno de sus hombros. Alonso aún no entendía nada y eso comenzaba a colmarle la poca paciencia que le quedaba.

Alan supo que era el momento de actuar, así que guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón y se puso de pie para acercarse a uno de los coches que estaban estacionados frente a ellos. Jos comenzó a tocar unos acordes con la guitarra, esa era la señal que Alan esperaba, así que se subió en el capó del coche y apuntó a Alonso. Las miradas curiosas de los estudiantes que estaban alrededor se detuvieron para mirar al castaño, quien estaba más confundido que nunca.
Entonces Alan comenzó a cantar, mirándolo directamente a los ojos.

"Quiero que bajes la guardia
y no tengas miedo a nada,
que me enseñes el camino
para no dejarte nunca.
No, please no,
no te vayas, no."

Jos comenzó a cantar junto con él, haciéndole coros.

"Uh, baby please,
no te vayas, por favor.
Sólo quédate conmigo,
sólo tú, baby please.
No te vayas, por favor,
sólo quédate conmigo."

Bryan, uno de los amigos de Alonso, también se unió y se colocó junto a Jos para cantar con ellos.

"Quiero saber si queda
todavía un nosotros
entre tú y yo.
Y si lo pides,
yo para siempre estaré ahí,
por ti, siempre para ti."

Alonso estaba boquiabierto, su corazón latía con tanta fuerza que le dolía el pecho, y sus mejillas estaban coloradas, que no podía ocultar el sonrojo que sentía al ver la escena que estaba frente a sus ojos. Alan cantándole y Jos siendo su cómplice para ello. Seguramente estaba soñando.

Alan bajó del coche y miró a Alonso con una sonrisa nerviosa, no estaba seguro de qué le diría. La adrenalina se había apoderado de su cuerpo y no podía pensar en algo claro para decirle al castaño, aunque no había mucho que decir, esa canción había expresado lo que sentía y ahora que Alonso lo había escuchado, sólo esperaba una señal por su parte para poder llegar a él.

—No puedo creer que hiciste esto por mí, enfrente de todos —susurró Alonso, aún sonrojado.

Alan sonrió tímidamente y suspiró alzando las cejas, él tampoco podía creer lo que había hecho por Alonso. Pero se sentía bien, se sentía correcto.

—¿Por qué lo hiciste, Alan?

El moreno buscó la mirada insegura del castaño y sintió un temblor recorriéndole la espalda por lo que estaba a punto de decirle. Sonrió, mirándole con ternura y tomó aire para responderle.

—Porque me gustas, Alonso.

➳ El Chico del Piano | #WattPrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora