006: Mírame sangrar.

541 73 9
                                    

Alan se puso de pie mientras caminaba por el pasillo, de ida y vuelta, con un montón de ideas que como sus pasos, iban yendo y viniendo dentro de su cabeza.
No tenía muchas opciones de lugares para esconderse dentro del colegio, pero debía encontrar alguno para permanecer ahí hasta que terminara la clase a la cual había decidido no asistir.

Dio vuelta hacia otro pasillo, afortunadamente los salones que se veían al fondo parecían vacíos, así que siguió caminando hasta que disminuyó su paso, escuchando música viniendo de uno de los salones cercanos a él.
Siguió las armoniosas notas que invadían sus oídos y que lo hacían sentir en completa calma y se detuvo frente a la puerta de dónde venía esa música.

Por la hora, sabía que ningún grupo estaba tomando clase de música así que pensó que tal vez se trataba de alguien que también se había saltado una de sus clases, al igual que él.

Se asomó hacia la ventana y su corazón reaccionó de modos que no esperaba, latía con tanta fuerza pero en momentos, juraba que se detendría en seco.

Alonso era quien se encontraba dentro del salón de música, perdido en las teclas del piano y en cada nota que sus dedos tocaban con suavidad y precisión. Tenía un semblante de completa concentración, mordía su labio inferior con el ceño fruncido y mantenía los ojos cerrados sin apartar sus manos del instrumento. Tocaba notas muy hermosas, pero con un sentimiento que erizaría la piel del corazón más duro. Alan estaba completamente fascinado con la escena. Se negaba a apartar de la vista del castaño, quien seguía envuelto en la música melancólica que provenía de sus suaves pero decididos toques. El moreno enseguida reconoció la canción que estaba tocando: Watch me bleed de Scary Kids Scaring Kids. Era una canción dolorosamente bella, y Alonso la interpretaba de una manera excepcional. No cantó ni una parte, simplemente tocó cada nota a la perfección.

Por un momento, Alan pensó en entrar al salón para ver la escena con mayor cercanía, pero no podía interferir en ese momento tan íntimo que estaba presenciando. Así que permaneció frente a la ventana, admirando todo, hasta que escuchó sonar la última nota.

Alonso seguía con los ojos cerrados, su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración entrecortada. Cuando por fin abrió los ojos, estos mostraban un tono rojizo. Alan sabía que él había estado llorando y le dolía no saber la razón por la cual Alonso se encontraba tan roto.

—Aún no entiendo porqué no le has dicho nada, Alonso.

Escuchó el moreno desde adentro del salón. Estaba tan hipnotizado por la música que escuchó momentos atrás, que no había notado a Jos haciéndole compañía al castaño dentro del salón.

—Él no necesita ese tipo de desastre en su vida, Jos —le respondió Alonso poniéndose de pie, alejándose del piano.

—Tuviste la oportunidad de decírselo, ¿y ahora resulta que quieres hacerle un favor? —le cuestionó el ojimiel, incrédulo ante las palabras de su mejor amigo.

Alonso no pudo hacer más que asentir.

—Deberías de hacer de tu felicidad tu prioridad principal.

Fue lo último que dijo Jos para después ponerse de pie y dirigirse hacia la puerta del salón. Salió de ahí sin notar la presencia de Alan.

El moreno tomó aire y suspiró muy despacio para después entrar al salón, decidido a enfrentar a Alonso. Éste, al verlo, sintió un escalofrío recorriéndole la nuca.

—Al parecer no fui el único que decidió saltarse clases —dijo Alan con una sonrisa, tratando de crear un aire relajado.

Alonso no respondió.

—Quisiera hablar contigo —insistió Alan, tratando de darle confianza al menor— por favor.

Alonso caminó hacia la puerta cabizbajo, el moreno lo observó, creyendo que se iría y lo dejaría ahí solo. Claramente no tenía ganas de hablar con él. Pero se sorprendió al ver que el castaño echó seguro a la puerta y regresó hacia él para indicarle que se sentara en el banco del piano.

Ambos tomaron asiento. Alan se giró para quedar de frente a Alonso. No quería dejar de mirarlo ni por un momento, y menos si estaría dispuesto a hablarle sobre todo lo que le estaba causando conflicto dentro de sus pensamientos.

—¿Por qué tocabas esa canción? —murmuró Alan.

Alonso se detuvo un momento para mirarlo con cautela, inseguro del motivo de la pregunta que le estaba haciendo.

—Es lo que muchas personas han hecho a mi alrededor, solamente me miran sangrar —le respondió con una sonrisa fría, sin dejar de mirarlo a los ojos.

Alan tragó saliva, arrepintiéndose al instante de haberle preguntado eso, pero debía aprovechar ese instante para saber un poco más sobre Alonso.

—¿Por qué permites que te hagan daño de esa manera? —preguntó el moreno, sintiendo náuseas al imaginar todo lo que había tenido que soportar Alonso.

—¿Por qué permites tú que tu primo te manipule de esa manera? —respondió al instante Alonso de un modo desafiante, tomando por sorpresa a su opuesto, quien tragó saliva y bajó la mirada al instante— responde, Alan.

—Él es la única familia que tengo.

Alonso de pronto se sintió culpable al haber hecho esa pregunta. Se sentía realmente estúpido. Por segunda ocasión se le presentó la oportunidad de contarle a Alan sobre sus sentimientos, los dos estaban solos y era el momento indicado, pero con esa pregunta, sintió que había arruinado por completo esa oportunidad. No podía hacerlo sentir mal respecto a su primo para después decirle que lo ha amado durante dos años. Seguramente lo mandaría a la mierda al instante. Se repitió las palabras que el mayor había pronunciado: Él es la única familia que tengo. Si eso era cierto, tendría que seguir ocultando lo que sentía. Si Freddy se enteraba de algo así, le traería más problemas a Alan de los que imaginaba y no sería justo para él.

—¿Vas a decirme ahora que en realidad me besaste porque querías hacerlo, o tendré que fingir que no era así? —dijo Alan divertido, sacándolo de sus pensamientos.

Alonso lo miró, inseguro de lo que estaba a punto de decir. Sabía que le dolería como los mil demonios, pero sería mejor proteger a Alan, en lugar de protegerse así mismo.

—Fue un maldito beso nada más. No significó nada para mí, entiende eso. Olvídalo de una puta vez y deja de molestarme con ese tema tan estúpido.

Le gritó para después ponerse de pie y salir apresurado del salón, dejando a Alan boquiabierto, viéndolo alejarse.

Alonso corrió por el pasillo, con lágrimas resbalando por sus mejillas. Haberle gritado a Alan fue algo tan doloroso, más que cualquier golpe que haya recibido antes. Quería darse la vuelta y volver hasta donde estaba Alan, para disculparse y poder besarle una y otra vez, pero no podía hacerlo. No debía hacerlo.

No podía regresar, no podía ver la cara de Alan después de haberle gritado de esa manera. No quería mirarle, no podía mirarlo sangrar.

***

Actualización de madrugada, espero que les guste. Quisiera ver sus comentarios de lo que piensan sobre la historia hasta ahora.

Muchísimas gracias, los quiero.
Nos leemos pronto, V.

➳ El Chico del Piano | #WattPrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora