002: Azul verdoso.

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El castaño no se atrevía a mirar a su mejor amigo a los ojos, nunca fallaba con sus sermones pues sabía que siempre tenía la razón; pero esta vez estaba cansado, tanto que ni siquiera calmaría al pelinegro diciéndole que estaba bien.

-Mírate, Alonso. -dijo el mayor bastante serio.

-Es mi padre, Jos. No puedo hacerle lo mismo, sabes que no tengo otra opción.

-Precisamente por eso estoy molesto, eres su hijo y mira cómo te ha dejado.

El menor iba a decir algo cuando se escucharon un par de voces acercándose por el pasillo, esas irritantes voces que reconocen al instante.

-¿De nuevo ustedes? Ya basta con sus pequeñas demostraciones de amor en medio de la escuela, alguien podría verlos. -dijo Freddy dirigiéndose a ambos con una mueca de desagrado mientras se acercaba acompañado de su primo.

Alan solamente soltó una risa mientras miraba hacia el suelo, cruzándose de brazos.

-Hoy no, Leyva. -suspiró el amigo del castaño algo cansado.

El moreno alzó la vista, arqueando una ceja cuando se dio cuenta de la cara demacrada del castaño; quien se escondía detrás de su mejor amigo.

-¿Y a ti qué te pasó? -preguntó algo sorprendido, mirando el moretón y algunos raspones que cubrían las mejillas del menor.

Éste al escucharlo, lo miró con un temor en sus ojos, saliendo disparado hacia el baño.

-Ocúpate de tus asuntos, Navarro. -comentó irritado el pelinegro, al ver cómo su mejor amigo salía corriendo de ahí asustado.

Jos miró a los primos con unos ojos llenos de decepción y tomó su mochila para ir detrás de su amigo, pero Freddy lo detuvo.

-Alan -dijo dirigiéndose a su primo- ve a hacerle compañía a la pequeña niña pelirroja, mientras le enseñaré un par de modales a este mocoso.

El moreno solamente asintió, para después encaminarse hacia el baño.
Al llegar ahí, abrió la puerta en busca del pecoso; cuando lo vio arrinconado en el suelo, llorando con la cara recargada contra la pared.
Caminó hacia él y se puso en cuclillas, lo escuchó llorando y respirando con dificultad; hasta que llevó su mano al hombro del menor.
Éste se sobresaltó, para después girarse y encarar al moreno, mirándolo con esos ojos cristalinos e hinchados por el llanto.
El mayor lo miró y de pronto sintió una punzada de dolor en el pecho. Ver esos ojos llenos de dolor y de miedo lo conmovieron tanto, que no hizo más que permanecer ahí, mirándolo.
La respiración del menor volvía a la normalidad, y sus ojos dejaban de gotear, pero ese dolor no abandonaba sus ojos.
Esos ojos azul verdoso que habían paralizado al moreno. Vaya que eran hermosos, Alan lo sabía.

-¿Quién te hizo esto? -murmuró el mayor, rompiendo el prolongado silencio; refiriéndose a las marcas en el rostro del menor.

-No te importa.

-Claro que sí, me importa, Alonso.

El castaño miró al moreno algo escéptico, negándose a creer una palabra que acababa de escuchar.

-¿Por qué habría de importarte, por qué ahora? Tu primo me ha dejado la cara peor y no parecía molestarte ni un poco. -soltó molesto el menor.

Alan cerró los ojos por un momento, sintiéndose miserable al recordar esas veces en las que su primo se metía con Alonso. El menor nunca se defendía, ni siquiera parecía alterado recibiendo golpes. Solamente esperaba a que Freddy comenzara a aburrirse; entonces se detenía y lo soltaba, dejándolo solo, tirado en algún pasillo de la escuela.
El moreno no recordaba haber visto a Alonso llorando ni una sola vez, mucho menos como lo estaba haciendo hace un momento, cuando lo encontró en el baño.

-No quiero que llores de esa manera. -dijo de repente Alan, mirando al castaño con una expresión sería y preocupada.

El menor lo miró incrédulo y confundido, sin saber a qué se refería.

-¿Por qué no, por qué te importa?

El moreno cerró los ojos y exhaló pesadamente antes de responder.

-Porque tú...

-¿Alonso, sigues ahí? -dijo en voz alta su mejor amigo, quien se encontraba afuera del baño, tocando la puerta algo impaciente.

El moreno se sobresaltó con el sonido de los golpes en la puerta, al igual que el menor. Ambos se miraron en silencio; hasta que el pelinegro se puso de pie y caminó hacia la puerta, saliendo de ahí, dejando al pecoso en el suelo confundido. Y con una inquietante sensación de vacío en su pecho.


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Ojalá les guste, un voto y un comentario se agradecen muchísimo y me ayudarían bastante, de verdad.
Los quiere, Levana.

➳ El Chico del Piano | #WattPrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora