Henil | 12 horas después (Parte 1)

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—¡Levanten sus traseros!

Los ojos de Bucky se abrieron de golpe y se encontró con la oscuridad antes de que uno de los guardias Nazis encendiera una lámpara de queroseno, iluminando el henil con una luz tenue. Él sintió un empujón a su izquierda, Felicity estaba lentamente poniéndose de pie de alguna manera manteniéndose con sus tobillos atados. Los nazis tenían sus armas colgadas en sus hombros y veían como los prisioneros se levantaban con ceños fruncidos; los uniformes verdes lucían siniestros en la luz.

Bucky intento levantarse pero su tobillo lo forzó a quedarse contra la pared, llamando la atención de uno de los guardias. El nazi dijo algo en alemán antes de que le pasaran la linterna y avanzara hacia Bucky, quien ligeramente retrocedió cuando el nazi se agacho frente a él. Bucky forzó bajar al nudo en su garganta y se encontró con los ojos oscuros que lo observaban.

—¿Por qué carajos no te puedes levantar, americano? —Pregunto el alemán con crudeza y su acento bien marcado.

Bucky dejo que el silencio lo arrastrara y cuando el nazi alzo sus cejas, él se forzó a responder—: Torcí mi tobillo...

La mirada del nazi cayo hacia donde sus tobillos estaban atados y él deslizo un cuchillo fuera de su bolsillo, inmediatamente haciendo que la respiración de Bucky diera un tirón. Él apretó su mandíbula y se alejó de la cuchilla cuando el nazi la sostuvo frente a su rostro.

—No te hagas ideas locas, americano. Te balearemos más rápido de lo que pestañeas.

Bucky relajo sus hombros tensos cuando el guardia agarro las cuerdas que revestían sus tobillos y paso la cuchilla a través de ellas, rompiendo las hebras. El nazi deslizo el cuchillo de vuelta en su bolsillo y se levantó, alejándose para ir con su compañero. Bucky tuvo un tiempo más fácil al levantarse y favoreció a su pie izquierdo cuando se paró, sus pies descalzos hormiguearon de manera dolorosa al recuperar la sensación.

—¡Escuchen! —El guardia que estaba al lado del que tenía la linterna hablo—. Los llevaremos con el jefe. Él escogerá quien se queda aquí y quien se va con nosotros, así que recen sus plegarias y tengan fe en que no los dejen atrás.

Bucky intercambio miradas con Felicity antes de que los Nazis salieran y los ordenaran a hacer una fila, el guardia de la linterna fue primero a la escalera que llevaba al primer piso del granero. Felicity se quedó detrás de Bucky y se aseguró de que no se cayera mientras se arrastraba a través del heno y hacia la escalera. El segundo guardia estaba junto al otro, sosteniendo su cuchillo y cortando las cuerdas que estaban alrededor de los tobillos y muñecas de todos.

Una vez que todos llegaron al lugar, más soldados Nazis los esperaban con pistolas destinadas para los prisioneros. Bucky mantuvo su cabeza baja mientras estaba entorchado detrás de uno de sus camaradas del 107. Cuando él sintió una presencia venir detrás de él se tensó y anticipo lo que iba a pasar pero el susurro silencioso de Felicity aflojo la tensión.

—Trágatelo y pon algo de peso en tu pie. No quieres que te dejen aquí para pudrirte.

Bucky apretó su mandíbula y aplico más peso en su pierna mala, enviando dolores intensos que hizo a su tobillo flaquear. A pesar de todo funciono porque noto que los nazis se habían enfocado en él de nuevo, con un arma cargada sobre su forma en caso de que intentara escapar.

Ellos se detuvieron frente a la casa de campo con la frente hacia el porche, la pintura blanca de la casa se estaba pelando y el piso de madera que llevaba a la puerta cerrada estaba manchado con barro. Un nazi ordeno que levantaran las manos y se arrodillaran en el barro, los prisioneros lentamente se fueron agachando hasta llegar al suelo y Bucky sintió manos enguantadas agarrar sus muñecas quemadas gracias a la soga. Él gruño mientras el alemán ponía sus brazos detrás de su espalda y agarraba sus muñecas con una mano, mientras presionaba el cañón de la pistola contra la parte de atrás de su cráneo.

Bucky se atrevió a mirar a su izquierda y vio a Felicity en la misma a posición, pero su cara estaba vacía de cualquier emoción y sus ojos quemaban con furia. Ella miraba hacia la puerta esperando al "jefe" y Bucky regreso su mirada hacia la puerta principal, antes de que se abriera y el hombre que había golpeado el pómulo de Bucky con su rifle saliera.

Él tenía sus manos enguantadas enrolladas alrededor de su cinturón y sus botas negras estaban relucientes, la bandana nazi en su brazo ya no estaba sucia y su cabello estaba peinado hacia atrás. Bucky pestañeo y observó al hombre bajar las escaleras derecho y caminar penosamente por el barro para pararse frente a él. Él no se atrevió a mirar al nazi y mantuvo sus ojos sobre las botas del hombre.

—Nos iremos en una hora y solo llevaremos a cuatro de ustedes —dijo con brusquedad, su acento lo hizo difícil de entender—. Si son dejados atrás, estarán en el granero atados de nuevo, y no regresaremos.

Bucky enderezo sus hombros y endureció sus facciones, forzando a su pulso calmarse para no lucir asustado. Este era el momento del juicio y si él quería ver a Steve o regresar a su regimiento entonces tendría que ganarse ese boleto con los nazis. El guardia que estaba detrás de él apretó la piel cruda de sus muñecas y empujo su cabello con la pistola, inclinando su cabeza completamente hacia abajo para que mirara sus rodillas.

Él escucho al Capitán Nazi moverse a la izquierda y acercarse hasta el final de diez prisioneros, nada más que el sonido de la respiración y el trueno distante llenando el silencio. Bucky trago con fuerza y escucho al nazi hablar en alemán.

Töte ihn² —el nazi movió su mano enguantada y se movió al siguiente prisionero.

El guardia que sostenía al primero acarreo al joven a sus pies y lo empujo unos centímetros hacia adelante, haciéndolo tambalearse un poco. El guardia alzo la pistola cuando el prisionero se volteó y el hombre sucio contemplo al Capitán Nazi con horror en sus ojos inyectados de sangre.

—¡Pensé que volveríamos a ser atados, bastardo!

El Capitán miro al prisionero y saco su propia pistola. Él disparo algunos tiros en el pecho del joven, las balas hundiéndose en su pecho antes de que, el ahora hombre muerto, colapsara en el barro en una posición difícil. Los ojos del joven estaban completamente abiertos y con la mirada vacía, mirando sin vida hacia el cielo con su boca aún abierta, pero la sangre filtrándose por sus heridas y manchando su guardacamisa estaba comenzando a hacer un charco en el barro.

El nazi volvió a guardar su pistola en su lugar y corrió su vista sobre los prisioneros temblorosos pero Felicity y Bucky se mantuvieron inmóviles. Él simplemente afirmo—: Cambie de parecer. Si alguno de ustedes malditos americanos tiene algo que decir, díganlo ahora —después de un momento breve, el asintió con la cabeza y caminó de nuevo para juzgar al segundo prisionero de nuevo.




²Mátalo.

Prisionero de guerra | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora