Alemania Nazi | 1942 (Parte 2)

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Fueron colocados en el henil del granero, manos y piernas atados juntos y suficientemente ajustados como para perder la circulación; alineados contra la pared. Habían sido revisados para asegurarse de que ninguno tuviera armas escondidas, pero la única cosa que encontraron fue un pequeño cuchillo de un francés del 105.

Olía a heno mohoso y sudor, pero era mejor que estar afuera en el barro atragantándose con el hedor a muerte y pólvora. Bucky movió sus dedos hormigueantes y dejo salir un suspiro suave, hundiéndose de nuevo contra la pared para cerrar finalmente sus parpados. Él empujo todo el dolor y pensó en lo jodido que estaba. Bucky fue puesto justo en las manos del enemigo y completamente a su merced, si decidían matar a todos él nunca volvería a su hogar en Brooklyn—a Steve.

Steve.

Bucky lo había decepcionado. Él era la única persona que tenía y ahora... los malditos Nazis lo tenían. Dios sabía lo que el pobre hombre estaba haciendo, probablemente tratar de enlistarse por milésima vez, pero Bucky estaba aliviado de que él nunca seria arrastrado. Steve estaba demasiado enfermo y frágil para ponerlo en una guerra. Bucky podía al menos morir sabiendo que Steve estaba a salvo en su casa en Brooklyn.

—¡Hey!

Bucky se sacudió y pestañeo ajustándose rápidamente al entorno oscuro para ver a la figura que se avecinaba con un arma hacia uno de los prisioneros que estaban a la derecha de Bucky. Su corazón latió con fuerza en su pecho cuando el nazi puso la punta del cañón de su pistola para levantar su barbilla y Bucky se forzó a sí mismo a mirar hacia otro lado.

El nazi gruño. —¿Quieres decir eso de nuevo?

—Vete al infierno —el prisionero chasqueo su lengua y escupió la cara del alemán.

Bucky agacho su cabeza y cerro sus ojos con fuerza, preparándose para lo que vendría. Él trato de bloquear el sonido del nazi agarrando por el cabello al prisionero y arrastrándolo sin piedad por el piso, el prisionero gruño y fue dejado en el suelo antes de que el nazi se agachara junto a él y lo mirara a los ojos con atención.

Auf Wiedersehen, Soldat¹.

Click.

Bucky mordió su labio inferior y esperó.

¡BANG!

Suaves gañidos salieron de los prisioneros a su alrededor y todos se encogieron. Bucky sacudió su cabeza y se relajó contra la pared de nuevo, rehusándose a abrir sus ojos para ver al joven hombre que le habían volado los sesos. La imagen ya estaba tejiéndose a si misma en su mente mientras que el nazi refunfuñaba con disgusto en alemán antes de gritarle una orden a los dos nazis que habían sido testigos de todo. Él sabía que en la mañana el cuerpo ya no estaría, pero que la sangre permanecería.




¹Adiós, soldado.

Prisionero de guerra | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora