Prisionero de guerra | Bucky Barnes

Henil | 12 horas después (Parte 2)

Los oídos de Bucky zumbaban para cuando el Capitán Nazi se paró frente a él. Los gritos de los jóvenes de su régimen y del 105, además de los sonidos de los estómagos revueltos de sus cuerpos sin vida golpeando contra el piso, hacían eco en su cabeza. El Capitán alargo su brazo y agarro un puñado del cabello incrustado de barro de Bucky causando que sonara un grito estrangulado en su garganta, pero Bucky estaba tirado en el suelo y fue forzado a mirar al nazi a los ojos.

—¿Cómo se sintió cuando te aplaste la cara, americano? —Gruño el nazi.

Bucky rodó su mandíbula dolorosamente y trato de ignorar la sensación de tener su cabello tirado de su cuero cabelludo. Él se mantuvo en silencio y el nazi lo libero con una risotada sombría, permitiéndole a Bucky colapsar sobre sus rodillas en el barro.

El Capitán Nazi ordeno—: Ponlo en el camión con los otros dos.

Bucky sintió que una ola de alivio lo baño y un oficial tomo su bíceps y lo puso de pie, halándolo de manera implacable hacia el camión que estaba estacionado en la carretera que llevaba a la casa de campo. Él casi colapso una vez que estuvo en la cama dentro del oscuro camión pero se las arregló para sentarse en uno de los largos asientos junto a la silueta de Felicity.

Felicity aparto su cabeza de sus manos y miro la forma desplomada de Bucky. Ella se acercó un poco y aliso su cabello desaliñado, y Bucky le dio la bienvenida al toque gentil. Él había sido maltratado durante dos días y había tenido demasiadas armas apuntando a su cabeza. Felicity tomo un poco de barro de su cabello y lo lanzo al piso antes de poner su espalda contra la pared de nuevo con su hombro rozando el de él.

—Me alegra de que todavía no estés muerto, Barnes —dijo Felicity, pasando sus dedos sobre la carne cruda que rodeaba sus muñecas.

Bucky le dio una sonrisa agrietada y cerro sus ojos. —Gracias ti por salvar mi trasero.

—Yo no salve tu trasero. Yo solo ofrecí un consejo para que no te mataran.

Bucky le lanzo una mirada a Felicity y bufo. —Es lo mismo.

—Si mis mejillas no dolieran como el infierno te daría un manotazo.

Por primera vez en lo que parecían años, Bucky dejo salir una risa genuina por sus labios agrietados. Su cara se llenó de dolor pero a él no pudo importarle menos porque en ese pequeño momento, en la parte trasera del camión Nazi y después de haber visto a otras cinco personas siendo disparadas hasta morir, él era capaz de reír. Bucky sintió su labio abrirse mientras sonreía y levanto un dedo, presionándolo sobre la ahora cortada sangrante antes de mojar ligeramente sus labios con su lengua.

Felicity codeo su brazo. —No te lastimes, Barnes. O probablemente tendré que besarte para que mejore.

La mandíbula de Bucky cayó y el prisionero silencioso que estaba sentado frente a ellos abrió sus ojos como platos. Felicity mantuvo una expresión serena mientras sobaba sus muñecas y Bucky finalmente sacudió su cabeza antes de rascar el lado bueno de su cara con un dedo.

—Sabes —llamo la atención de Felicity—, si no estuviéramos en el medio de ser prisioneros de guerra yo podría solo hacerlo, pero algunas cosas y algunas personas simplemente no las podemos tener...

Bucky miro a través de la grieta de las cortinas gruesas que los bloqueaban de ver fuera de la cama del camión y capto al guardia justo a un paso adelante. El Capitán parecía haber acabado de escoger al último prisionero que iría con el régimen nazi y la cama del camión se tambaleo ligeramente cuando unos dedos se enrollaron alrededor de la puerta, antes de que un prisionero se montara sobre la lona y se parara en la oscuridad.

—Sargento —el joven hombre le asintió sin aliento a Bucky antes de sentarse junto al prisionero silencioso del 105. Bucky lo ignoro y cerró sus ojos, esperando a que los disparos sonaran. Él ligeramente frunció su ceño cuando el patrón de algo comenzó a hacer eco sobre el camión y Bucky adivino que estaba lloviendo. Bucky abrió sus ojos para mirar por la grieta de nuevo.

Ahí fue cuando el ruidoso eco del último disparo sonó.