Bullying

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Bruss trató de ignorar los cuchicheos y las risitas que sus compañeros expresaban al mirarla, concentrándose en su libro de historia. Quería terminar la tarea lo antes posible para entregarla en la clase y no tener que hacerla en su casa. Tendría, de esa forma, mas tiempo para ayudar a su madre.

-¡Cox!

Escuchó que la llamaban chiflándole a sus espaldas. Ella se dio media vuelta, dejando ver solo su perfil.

-No me llames de esa manera, no soy un perro.

Se quejó entre dientes y volvió su vista al libro. Escuchó como Valeria y sus amigas se reían ante su comentario.

-¡Hoy te has levantado con pocas pulgas! ¿No, Cox?

Bruss tenso su mandíbula. «No voy a escucharla» se dijo para ella misma.

-No deberías tratar así a tus superiores

Agregó Valeria divertida. Y tenía razón. Valeria era la estrella de Porras en el colegio, y Bruss era... nadie. La ignoraban la mayoría del tiempo, pero la molestaban cuando no encontraban nada más que hacer. En general se burlaban de su situación económica, su ropa barata y gastada, y su despeinado cabello que jamás hacia tiempo a arreglar. También usaban como arma el hecho de que era una Don Nadie, que no tenía amigos, y en su mayoría también se llevaba algunos empujones o golpes. Ese era el infierno que Bruss Cox vivía dentro de la secundaria Springer, aquél infierno que mantenía oculto entre las paredes de su pequeña y degradada casa, para no darle más preocupaciones a su madre.

-¡Quítate del medio, estúpida!

Ordenó Valeria, empujando a Bruss contra los casilleros.

Ella no dijo nada, como era costumbre. Prefería no meterse con Valeria. La última vez que le había contestado algo la encerró en un locker del baño durante dos horas. Cada vez que alguien entraba al baño, ella pedía ayuda, pero solo recibía como respuesta algunas risas acompañadas de insultos. Quien termino rescatándola de esa situación fue la misma Valeria , quien abrió la puerta del locker después de tirarle un balde de agua fría sobre su cabeza. Bruss limpió las lágrimas que se le habían escapado al recordar eso mientras guardaba los libros en su casillero. Había sido una horrible experiencia y con tal de no volver a repetirla, dejaba que Valeria hiciera lo que quisiese con ella. Tomando un respiro y preparándose para varios abucheos en el camino, Bruss emprendió viaje hacia su clase de literatura, su clase favorita. Adoraba escribir, de esa forma de desahogaba. Se sentó sola y sacó su cuaderno para tomar apuntes de la clase. Admiro el salón de punta a punta antes de que entraran los demás.

-Buenos días.

Saludó el profesor Bolt.

-Buenos días.

Contestaron desganados sus alumnos.

Aquél anciano de pelo canoso y anteojos gruesos, tomó un par de planillas de la mesada y las acercó a su cara para leerlas mejor.

-Brunatti.

Llamó para tomar lista.

-Presente.

Contestó Valeria.

-Cox.

-Presente.

Respondió Bruss por lo bajo. La atención de Valeria se dirigió a ella.

-¿Notaste eso Cox? ¡Hasta en la lista estoy antes que tu!

Bruss la ignoró y se concentró en su cuaderno, lista para comenzar a escribir en el.

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