Gracias

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Bruss caminó ligera por los pasillos, tratando de mantener esa alegría con la que curiosamente se había despertado esa mañana. Supo que no la podía retener mas en cuanto Valeria se acerco a ella. Tuvo una vaga esperanza de que la dejara pasar sin hacerle nada, pero mientras Bruss pensaba esto; Valeria golpeo con fuerza el pecho de ésta.

—Buen día, mugrienta.

“Saludo” la jefa de porras. Bruss oprimió con fuerza su corazón y respiro profundo. Le había dolido.

—¡Mierda puta! ¡Fíjate lo que haces!

Bruss se giró para saber quien era el chico que estaba gritando aquellas palabras. Justin se paró frente a Valeria para enfrentarla por lo que acababa de hacer.

—¿Qué hice?

Preguntó ella confusa, creyendo que golpear a alguien no era tan malo.

—¡Le pegaste a Bruss! 

—Oh, eso ¿Y qué tiene?

—¡Como “¿Qué tiene?”! ¡Oh Valeria, eres una desgraciada!

Justin empujó despacio a Valeria, esta apenas se movió de su lugar por aquel empujoncito, pero de todas formas le había dolido (en su orgullo). —¡¿Qué haces, imbécil?! ¡No vuelvas a tocarme!

Gritó la chica molesta y se esfumó de allí. Toda la escuela miraba la escena con los ojos abiertos de par en par. Nadie podía creer que alguien se había enfrentado a la reina del colegio. Ignorando las curiosas miradas, Justin se acercó a Bruss.

—¿Estás bien?

Preguntó dulcemente en cuanto estuvo junto a ella.

—Si.

Respondió. Se comenzó a quedar sin aire otra vez, no comprendió si era por el golpe o por tener a Justin tan cerca. Tardo en reaccionar y darse cuenta de que alguien, no solo alguien, el chico que mas popular, la había defendido como nunca nadie antes lo había hecho.

—Me alegro —soltó una sonrisita que hizo que Bruss diera un pequeño respingo—. ¿Quieres ir a la enfermería?

Ofreció el.

—No, no, estoy bien gracias —comentó ella parándose derecha. -Gracias —volvió a murmurar—. Por lo que acabas de hacer.

—Oh, no es nada. Alguien tenía que ponerle los puntos a ese intento de señorita —Bruss se preguntó porque la sonrisa de Justin se había hecho más grande, y encontró la respuesta en ella misma, cuando se encontró sonriéndole— ¡Tienes una sonrisa muy linda! No se porque no la muestras mas seguido.

Comenzaron a caminar uno al lado del otro, sin notar las miradas de los demás que los seguían detenidamente. Por primera vez desde que había empezado la secundaria, Bruss estaba sonriendo, y se sintió bien con eso.

—Gracias.

Dijo sumisa.

—No tienes que agradecer cada cosa que digo…

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