Capítulo once

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Abro los ojos y despierto.

Estoy en una habitación que no es mi habitación.

Tumbado en una cama que no es mi cama.

Intento levantarme, pero no puedo.

Todo se revuelve.

Los monstruos rugen, las serpientes se revuelven nerviosas y las voces no callan.

Entonces me doy cuenta de que estoy atado.

Atado sin cuerdas, ni sogas, ni cinta aislante.

Atado a la nada con nada.

Lo único que puedo mover es la cabeza.

Miro una rosa, que hay en algún sitio y todo se detiene.

Todo está en silencio.

Todo lo irreal desaparece.

La sigo mirando.

Y entonces me doy cuenta.

Esa rosa no es de verdad.

Es de plástico.

De mentira.

De juguete.

Se esfuma.

El caos se desata.

Me duele la cabeza, me sudan las manos, me pitan los oídos y empiezo a morir.

Grito.

O dejo de gritar, quién sabe.

Entra Chelsie y enciende la luz.

Al parecer estaba apagada.

Y veo la Habitación del silencio.

Solo que esta no es mi Habitación del silencio.

Ella ríe.

Y la odio.

Intento moverme, pero no puedo.

Ella hace una mueca.

Intento hablar. No puedo.

Así que lloro.

Porque es lo único que puedo hacer.

Y ni siquiera hay una rosa a la que suplicar.

Ella saca un cuchillo y se acerca.

Siento pánico.

Siento miedo.

Siento confusión.

Siento nada.

Y mis contradicciones se contradicen entre sí mientras ella pasea por mi alrededor, fuera de mi alcance.

-Te lo explicaría pero tú no me escuchas. Nunca lo haces

Parece triste.

Intento gritar pero ya no puedo.

Ella me mira durante dos segundos y empieza a reir mientras llora.

No entiendo nada.

Todo es confuso.

De repente se abre la puerta.

Entran médicos.

Me reaniman y me sientan.

Me preguntan cosas que no escucho y que aun así contesto.

Y ni siquiera soy yo quien habla.

Mis labios se mueven solos.

Intento gritar.

Caigo al agua.

O me la tiran en cima.

O solo soy yo, que estoy llorando.

Los médicos se van.

Cierro los ojos mientras siento como vuelve Nostalgia.

Mi amiga Nostalgia, no se cansa de llegar hasta mí.

Y empieza a relatarme todo.

Desde el comienzo.

Y me explica como mis padres mueren.

Como conozco a Rosa.

Como la quiero.

Como la quise tanto que la llegue a matar.

Como las rosas, malas y traicioneras, me engañaron, haciéndome pensar que también las amaba.

Como ellas me encerraron en este psiquiátrico.

Como he pasado los últimos 5 años encerrado.

Como me he inventado mi vida.

Una vida en la que Chelsie me trae rosas muertas.

Porque ellas siempre fueron malas y siempre debieron morir.

Pero yo nunca escuchaba a Chelsie, mi Chelsie, que no es nada mas ni nada menos que mi Rosa con otro nombre.

Tan complicado y a la vez tan simple.

Y entonces, me doy cuenta del intercambio de papeles.

Ahora Nostalgia es quién cuenta la historia inacabada de mi vida.

Y yo soy el que escucha mientras llora sonriente.

Yo soy el que ha viajado a los viejos tiempos.

Y al no conformarme con un simple viaje me quedé ahí.

Inventando un final de una historia inacabada.

Chelsie aparece.

Chelsie o Rosa.

Lo mismo es.

Mece la navaja entre sus dedos.

Luego me la da.

Y se esfuma.

Sin decir nada.

Sin hacer nada.

Porque no es nada.

La euforia me grita.

Me enloquece.

Me mata.

Y decido volver.

A los viejos tiempos.

Y eso hago.

Esta vez para siempre.

Sin vuelta atrás.

RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora