Amándonos en la oscuridad

Amenazas de muerte

 Aquella mañana, las personas encontraban un revuelo entre cada noticiero.

Dentro de las distintas cadenas del país, lo único que se transmitía era el video que Kira había hecho llegar a sus manos esa madrugada.

L:

Ha pasado un mes desde que llegaste a Japón. Por un descuido mío te dejé saber mi ubicación pero aún así solo hemos estado jugando al gato y al ratón. ¿Por qué no hacemos esto más interesante? ¿Aceptarías mi propuesta?

¿Por qué no muestras tu rostro ante las cámaras? Quiero conocer a aquel que lleva mi caso y busca encerrarme; quiero ver el rostro de la persona que busca acabar con el salvador del mundo.

Si estás de acuerdo, aceptarás lo que te propongo. No tienes nada que perder, ¿verdad?

Para hacer esto más interesante, te daré 24 horas para hacerme llegar una respuesta. En caso de que pienses negarte, déjame decirte que mataré a alguien de alto mando hasta el día en que muestres tu cara.

Como pueden escuchar, el famoso asesino en serie Kira hizo acto de presencia esta madrugada, enviando a cada cadena televisa este video en donde, claramente, le envía una amenaza al famoso detective L, encargado de resolver su caso. ¿Qué respuesta tendrá el detective hacia la clara amenaza de Kira? ¿Tendremos a nuestros políticos asesinados o hará acto de presencia?

El televisor de la sala del Departamento de Contra Medidas de Kira se apagó en ese instante.

-¿Qué piensas hacer, L?- la voz de Watari sonaba tensa y preocupada. Aún no habían encontrado alguna información útil de como Kira llegaba a asesinar sin involucrarse en la escena y le daba miedo que L sufriera algún daño a raíz de eso.

Sin quitarle la vista de encima, Watari se fue acercando sigilosamente a su protegido. Había notado que estaba actuando de forma extraña, pero el silencio en el que se mantenía, además de la mirada perdida, le confirmaban su teoría.

Ya cerca del joven detective, el mayor colocó una mano sobre el hombro del pelinegro, sacándolo, por fin, de sus ensoñaciones.

-¿Qué sucede?- haciendo uso de todo su auto control, L ahogó una pequeña exclamación de sorpresa e intentó mirar de forma indiferente a su mayordomo.

-¿Qué piensas hacer con respecto a la amenaza de Kira, Ryusaki?- volvió a preguntar el anciano mayordomo.

-No lo sé- susurró para sí mismo antes de ponerse de pie y encerrarse en su habitación.

...

La mañana había comenzado de forma normal para Light Yagami.

Aquel día, había decidido ir a visitar a su familia, de esa forma lograría sacar a la pesada de Misa de su mente y podría concentrarse en algo que no fuera extrañar a su pelinegro.

Light sacó el móvil del bolsillo del pantalón y observó la pantalla fijamente por un largo rato. Hacía ya un par de días que había intentado comunicarse con su novio, pero éste no le contestaba y las pocas veces que lo hacía se excusaba diciendo que estaba muy ocupado.

-¿Te sucede algo, hermano?- el tono preocupado de su hermana menor lo sacó de sus pensamientos.

Haciendo uso de su don de actuación, puso la más amplia de sus sonrisas y se la mostró a su hermana.

-Nada Sayu, estoy bien- dijo usando el tono más gentil posible.

Sin estar convencida del todo la única hija de los Yagami asintió y desapareció rumbo a la cocina para ayudar a su madre.