Capítulo 11: No somos amigos, solo extraños que duermen juntos.

103 11 2
                                    

Giré sobre mí misma evitando la luz que me evitaba dormir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Giré sobre mí misma evitando la luz que me evitaba dormir. Pero ya había perdido el sueño, las primeras palpitaciones de la resaca ya estaban golpeando mi cabeza. ¿Qué demonios había pasado ayer? Puse mis manos sobre mi pierna desnuda y, espera ¿¡y mi pantalón?! Me giré espantada chocando con una espalda desnuda musculosa. ¿Qué había hecho? ¿Había...? Y si lo había hecho, ¿¡con quién?!




Abrí los ojos como platos y observé la habitación ¿era de Matt? ¿De un violador? ¿De quién? Salí de la sábana y admiré la camiseta de chico que tenía puesta, pero sabía de quién era la camiseta, lo sabía claramente...





-maldición- maldije. No podía ser, solo no. No podía estar pasando esto ¿estaba en una pesadilla? ¡Por que ya me he pellizcado dos veces y no se está pasando! Cerré mis ojos desesperada empezando a que cuando los abriera todo pasaría, ¡pero no estaba pasando! Quería correr, quería gritar, quería llorar.





-ya te levantaste- saludó Adams rodando sobre si mismo y dejándome ver una amplia sonrisa. De un brinco salí de la cama espantada, en búsqueda de mi pantalón, y mi camisa, y mi ropa anterior... No era muy cómodo andar solo con sostén y una camiseta por la casa del mayor idiota que exista sobre la faz de la tierra.






-no vas a encontrarla ahí- me gritó mientras yo sacaba toda la ropa de los gabinetes y tiraba todas las cosas a mi alrededor, estaba afectada, afectada y desesperada. No podía haber dormido con Adams, no -ey, estas destrozando mi habitación- me detuvo tomando mis muñecas, pero no quería que me detuviera, no tan enojada.





-¡suéltame!- le ordené liberando mis muñecas -eres un idiota ¡un cerdo!- lo acusé molesta -estaba borracha, Adams- continué molesta. ¿Cómo se había atrevido? Mas tomando en cuenta que estaba borracha, que nunca estando con todos mi sentidos lo hubiera hecho. Pero ya era muy tarde, demasiado tarde.






-¿quieres calmarte por una maldita vez?- me preguntó pegándome a su pecho -ayer no pasó nada, no hicimos nada- me explicó logrando que soltara un suspiro de alivio.






-entonces solo desperté en tu casa con tu asquerosa camisa y sin ropa interior- le reclamé molesta -no soy tan estúpida como tú Adams.






-digamos que tú fuiste la que te quitaste la ropa interior... Y el pantalón, y la blusa...- empezó rascándose la nuca, pero no le creía, no le creía nada.






-¿y donde están?- pregunté de brazos cruzados.






-tu pantalón está ahí- señaló su mesa de noche -tu ropa interior la tiraste por la ventana del auto...






-¿Y sé supone que debo creerme eso?- le pregunté de ceja alzada.






-mira, muñeca, nunca botaría lencería, nunca- dijo mientras se dirigía a la cómoda y abría un cajón -¿ves?- preguntó abriendo un cajón lleno de tangas, panties y todo tipo de ropa interior. Era un cerdo asqueroso.




Dare meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora