VII. Sobre el final

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Existieron muchos momentos para encontrar al Sujeto, gracias a él, o a la curiosidad que había sentido de saber quién era, conocí a 5 hombres maravillosos que también cambiaron mi vida, y de alguna forma me había 'encariñado' con él. Recordé que en esa biblioteca lo vi antes de que significara algo para mí; la vida daba muchas vueltas, meses atrás era cualquier ser, pero bastó una mirada para interesarme por él. Ahora me encontraba ahí triste, pensando en que podría ser la última vez que lo encontrara como había sucedido antes. Y aunque nunca desempeñó un papel importante en mi vida realmente había sido todo para mí, mientras que yo ni siquiera existía en su vida.

Esa noche, en el último concierto, me encontraba llena de emociones. Canté con todo el corazón canciones que dedicaba a las personas de mi familia que ya no estaban físicamente conmigo, otras quizás eran para el Sujeto, aunque no sabía si lo merecía. No era su culpa ignorar mi existencia, si quería que las cosas fueran diferentes debí hablarle alguna vez.

La última semana de clases vi como los chicos de sexto se despedían y su tristeza había llegado hasta mí. Había muchas razones para entristecerme, pero entre ellas estaba la partida del Sujeto. El último día de clases fue mi cumpleaños. Me salvé de casi todos los finales, me marché temprano a casa y mi papá me compró un pastel, pero aún había algo que me entristecía mucho... "ya nada me importa, ni lo sueños que parecen una estupidez..."

"Adiós Sujeto, en el fondo me hubiera gustado que fuéramos amigos, para darte un abrazo de despedida."

Así empezaron cuatro largos meses de vacaciones. Al principio pensaba con tristeza en él, pero con el paso del tiempo dejé de hacerlo, me dediqué a otras cosas muy interesantes y entretenidas que despejaron mi mente de todos los recuerdos. Sin embargo, un día una extraña enfermedad se apoderó de mí, me limitó de muchas formas y al no poder hacer nada, regresé con los recuerdos. Me di cuenta de que ese era mi gran problema, los recuerdos siempre me entristecían, más al saber que nunca se pueden volver a vivir dos cosas de la misma forma, y sabía que no era fácil dejar ir tantos recuerdos, por ello tenía que aprender a vivir con ellos sin entristecer.

Con un tratamiento la enfermedad me abandonó por completo y de esta forma continué con mis actividades. Los cuatro meses de vacaciones se terminaron, me reinscribí a la escuela y aun más rápido de lo que esperaba llegó el primer día de clases. Llegué temprano, veía a tantas personas y me resultaba difícil pensar que él no iba a regresar nunca más.

La primera semana fue genial, me dediqué a conocer todo. Los recuerdos ya no eran problema para mí, parecía que todo estaba bien, aunque era complicado dejar atrás el pasado, ya no doloroso, pero siempre buscaba una comparación del pasado con el presente. Pensaba en lo que haría si fuera posible regresar el tiempo; era imposible.

Tantos momentos en que encontré al Sujeto se repetían en mi mente una y otra vez cuando recorría ciertos lugares. Recordé que una mañana de viernes tuve libre una hora y decidí buscar un lugar para estudiar inglés, porque la profesora hacía exámenes sorpresa. Encontré un buen sitio, iba con algunas compañeras y no sé de qué hablábamos, pero me dirigía a ese sitio y al distraerme con la plática, iba a sentarme demasiado cerca (casi al punto de chocar) de un chico que charlaba con sus amigos. Al mirarlo me di cuenta de que era el Sujeto, había estado tan cerca de chocar con él, así que me hice a un lado.

Era una lluvia de recuerdos, una sensación extraña e inevitable, como si extrañara a mi mejor amigo, como cuando me encariñaba con un bolígrafo y de pronto se perdía. Claro que el Sujeto fue importante, hubo un cambio en mí al conocerlo, pero no había sido alguien que desempeñara un papel en mi vida como mi mejor amigo o como un compañero. Ahora sólo era ausencia, como si pasara siempre por un mismo lugar, viera a al mismo árbol y un día dejará de estar ahí; no era mío pero sabía que hacía falta.

Fue difícil deshacerme de esos sentimientos extraños, hasta que logré concentrarme en lo que debía. Claro que seguía recordando, pero ya no me sentía igual. Con el tiempo el interés de pensar que me gustaba iba desapareciendo lentamente. Ese momento fue como si el amor se transformara en un sencillo cariño de personas que empezaban a conocerse.

En noviembre, cuando fueron los conciertos de coro de nuevo, sucedió que no fueron los mejores conciertos que hayan podido vivir. Tenía miedo, desconfianza, desesperación a causa de la situación que se dio ese día y como siempre he sido de muy pocos amigos, estaba sola y no había nadie con quien hablar ese momento. Fui a la biblioteca para refugiarme del frío que se sentía esa tarde, porque además me comenzaba a enfermar. Busqué un buen lugar y ahí me senté, llena de temor recordé el día de abril en que también había encontrado ahí al Sujeto, pero ese día había sido muy diferente porque, aunque veía cerca el dejar de verlo, podía sentirme feliz de estar ahí y de que él estuviera ahí.

Si ese día de temor él hubiera estado ahí, seguro que me habría sentido mejor, con confianza de terminar lo que aún me faltaba por hacer. Yo creía en él, no como en un dios, sería absurdo. Creía en que su presencia eran palabras de aliento para mí. Al final terminé con el último concierto que faltaba, pude haber firmado la lista de asistencia y escapar, pero no lo hice. Terminé porque pensé que el Sujeto se había ido, no estaba ahí físicamente, pero permanecía en mis recuerdos. "Creo en ti y tu ausencia pasa a ser mi eternidad, tu silencio mi paz, tu recuerdo mi motor y a pesar de todo creo en ti".

El SujetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora