Capítulo 12

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-Dale a tu cuerpo alegría Macarena, que tu cuerpo es pa'darle alegría y cosa buena. Dale a tu cuerpo alegría Macarena, ¡Hey, Macarena!–Cantó Rya, mientras salía vestida de la ducha, secándose el pelo. – No es cosa de brujería que a la vuelta de la esquí... ¡BASTARDO!

Lessa saltó sobre su puesto, asustada y deteniéndose por completo.

–Disculpa que lo diga, pero cantas horrible. Pensé que estaban matando a alguien. –Dijo Glenn, bajando su arma y regalándole una sonrisa.

– ¡Hey, yo canto hermoso! –Interrumpió, golpeándole el brazo. – ¿Qué me cuentas, coreano?

Glenn pasó un brazo por su cintura y a continuación, le soltó un largo discurso exponiendo los problemas que había estado teniendo con Maggie últimamente.

Y estos se remitían a la existencia de ciertas...mujeres de Woodbury, que no hacían más que acosarle incesantemente; misma situación para Maggie.

Si, también con mujeres.

Lessa no pudo evitar reírse ante la molestia del coreano. Casi con peras y manzanas, le explico que Maggie estaba completamente enamorada de él, que dejara de ser un inseguro de mierda y que fuera y le hiciera el amor como nunca antes se lo había hecho.

– ¡Pero no ahora, Glenn! –Gritó divertida al verlo salir corriendo del comedor, donde se encontraban desayunando.

Terminó de comer y fue a buscar a Carl; habían acordado salir el día de hoy en busca de algunas cosas que ambos necesitaban y dado que el clima los acompañaba, no creía que hubiera problemas. No fue un problema convencer a Rick: él confiaba plenamente en las habilidades de Lessa y sabía que no les pasaría nada. La había visto luchar contra Michonne, derribar a un par de veces a Daryl y dejarlo a él en posiciones muy incomodas con llaves muy elaboradas.

Fuera de la prisión, –había notado Carl–, Lessa era diferente. De partida, se vestía como hombre: vendaba su pecho, ocupaba ropa que le quedase algo grande y holgado, y se colocaba cualquier cosa que le pudiese servir para ocultar su verdadero sexo. También se volvía menos cálida y más seria: no es que fuera pesada con él y lo tratase mal; simplemente no hacía tantas bromas como en la prisión o se reía por todo.

Durante el viaje en auto, Carl continuó con las clases de español que Lessa le estaba dando y él, a su vez, le ayudaba con el inglés: básicamente en la pronunciación y los tiempos verbales.

– Muy bien: ojos y oídos atentos. ¿Tienes tu cuchillo y pistola? De acuerdo, recuerda tratar de utilizar el cuchillo y si no puedes, la pistola. –Instruyó Lessa, girando su machete en la mano.

– ¿Me enseñaras a pelear después?

Lessa asintió y una vez estuvieron bien preparados, procedieron a entrar al mini−supermercado que habían encontrado. Dentro del recinto se encontraron solo con cuatro caminantes de los cuales tres fueron acabados por Carl y el otro por ella. Se cercioraron de que no hubiese nadie más y recorrieron el lugar, guardando cosas varias en sus mochilas: productos de higiene, comida enlatada, materiales para que jugaran los niños y...golosinas que ambos decidieron ocultar del resto y comerlas juntos después.

Luego de una hora aproximadamente, – se entretuvieron jugando con unas pistolas a dardos–, se encontraban guardando todas las cosas en el auto y acarreando otras un poco más grandes y que podrían servir para crear otras cosas.

¿Te gustaría ir a buscar algunas plantas al bosque? –Preguntó Lessa.

Carl se quedó quieto, analizando la pregunta para poder intentar formular una respuesta coherente.

Live With The Dead (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora