Prólogo

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Todos la miraban, expectantes.

Casi como si fuera un ángel guardián o algún tipo de ser divino que solucionaría todos sus problemas. Ignoraban el hecho de que estaba cubierta de sangre, −una sangre roja y fresca que provocaba náuseas−, y que, a sus pies, descansaba el cuerpo del que alguna vez fue su líder.

No era una jodida dictadora, ni una traidora o enferma mental.

Él lo era.

No en un principio, pero al final del día, la enfermedad terminó por pudrirle el cerebro y con ello sus ideas. Ideas que en un principio estuvieron plagadas de buenas intenciones y un futuro prometedor, que los llevaría a sobrevivir este apocalipsis y a resurgir como una comunidad; una sociedad que asemejase a la que en algún momento vivieron, con normas sociales absurdas, viviendo una monotonía succionadora.

Estas utópicas ideas se transformaron en lo contrario; plantando la incertidumbre y el miedo en cada uno de nosotros, cuando éste ya casi había desaparecido.

– ¿Qué haremos ahora?

¿Qué íbamos a hacer ahora?

Miró a su alrededor, y el panorama era desolador: tiendas de campaña desarmadas y ensangrentadas, cadáveres de esos caníbales desperdigados por todas partes junto a los de sus amigos. Caras desoladas y llenas de tristeza, otras de rabia, y muchas de angustia y de un nuevo sentimiento que estaba cobrando fuerza en ellos: resignación.

Una resignación a lo inevitable.

La muerte.

- Seguir sobreviviendo, como siempre lo hemos hecho. -Susurró, confiando en sus palabras. -No dejaré que nada les paso. Lo prometo.

Necesitaba creer eso. Ellos necesitaban creerlo y haría todo lo que estuviese en sus manos por cuidar de su gente.

No sería, lamentablemente, suficiente. 

Live With The Dead (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora