Dormir en ropa interior,
ese momento en que la sabana se posa en ti,
roza cada centímetro de tu piel.
Ese instante en el que deseas que esté ahí,
te abrace por detrás,
te acaricie
y notes su tranquila respiración en tu nuca.
Te das cuenta de que le extrañas.
Necesitas la yema de sus dedos sobre tu vientre
y su respiración en tu oído.
Acariciar su mano y susurrar "te quiero".
Sentirle pegado a ti,
aunque sea verano y desprenda calor.
Sé que leíste esto y te llegó su nombre.
Dime entonces que no le echas de menos.