—Dany —Gloria García le besó una mejilla al saludarla; parecía apenada.
—¿Estás bien? —Daniela se preocupó por su amiga. Dejaba su bolso sobre su escritorio, en su consulta; no era más de las ocho de la mañana. Se sentía dolorida.
Hacer el amor con Lucas realmente había sido como hacerlo por primera vez.
—Sí, yo sí —Gloria asintió, acariciándole un brazo, como si intentara… ¿darle apoyo?—. ¿Dónde estabas ayer? Te estuve llamando por horas.
Daniela había llegado al hospital dispuesta a contarle a su amiga todo lo que había ocurrido el día anterior —desde la magnífica, emocionante e irreflexiva experiencia que había tenido, hasta el temor que le crecía en el pecho porque se enterara su marido—…, pero ya no quería hacerlo. Comenzó a asustarse, ¿por qué ella actuaba de ese modo? ¿Qué diablos estaba pasando? Si ella estaba bien… ¿quién no lo estaba?
—¿Pasa algo malo? —se atrevió a preguntar finalmente.
Gloria se relamió los labios.
* * *
«Cáncer, es un excelente día par...»
Daniela Sandoval tenía una aplicación en su teléfono llamada «Las estrellas dicen hoy», que le enviaba todos los días consejos relacionados con su horóscopo, pero aquel día la eliminó.
—Está mal —se dijo.
Hablaba de su aplicación, y también del horóscopo que leyó en la página web el día anterior. No había otra explicación: las estrellas no se equivocaban, pero las personas que interpretaban sus mensajes, sí. Quizás habían acertado en la parte romántica, pero jamás debió dejar el hospital temprano.
Daniela se limpió las lágrimas una vez más.
—No tenías manera de saberlo —intentó consolarla Gloria—. No podías saberlo.
—Pero yo se lo prometí —se presionó una sien. Le dolía la cabeza—. Y ni siquiera le di su mapa. ¡Él quería su mapa! —Daniela se mordió el labio inferior y ya no intentó controlar el llanto.
El día anterior Santiago González había muerto. Gloria había intentado llamarla cuando el niño entró en coma, pero el celular de Daniela estaba dentro de su bolso, en el auto… y ella en su estudio, teniendo sexo con Lucas.
—Debiste llamarme a mi casa —susurró Dany, débil.
—No se me ocurrió —confesó Gloria—. La verdad no creí que estuvieras ahí.
Dany volvió a limpiarse las lágrimas.
—¿Vas a llamar a la madre de Santi?
—¡No! —Daniela se horrorizó de la sola idea. ¿Cómo iba a presentarse en su velorio, luego de haberle fallado de esa manera? No tenía ningún derecho—. Necesito salir. Tengo que salir.
Gloria deseó detenerla, pero decidió que sería peor que sus compañeros la vieran de ese modo; asintió finamente y le besó la cabeza a modo de despedida.
* * *
Cuando Antonio Jáuregui cruzó las puertas de su habitación, se encontró a su esposa bajo un edredón grueso. A pesar de que llovía con fuerza, ella tenía las luces apagadas —nada usual en Dany, quien era bastante temerosa—. Al principio creyó que estaba dormida, pero entonces notó un ligero movimiento en sus hombros.
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Cuando las Estrellas hablan ©
ChickLit«Somos algo más que cuerpo. Somos energía. El universo entero lo es», dice Daniela, quien cree firmemente en que todo lo divino está en el cielo. Literalmente. Piensa que el movimiento del universo es un enorme reloj, ideado por una conciencia supre...