Revelación

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Suaves besos recorrían su cuerpo bajando lentamente por su cuello, poco a poco aquellos suaves labios se iban acercando a sus sensibles pechos, gimió al sentir la humedad y calidez de su lengua sobre su piel, jugueteando, lamiendo y besando la zona rosada de uno de sus pechos al tiempo que una mano traviesa acariciaba y apretaba la redondeada y suave figura del otro.

- Korra. – Gimió, la figura de la morena se acomodaba con suavidad entre sus piernas obligándola a mantenerlas abiertas, un mes de distanciamiento había bastado, la joven Avatar se mostraba sumamente ansiosa, era increíble la facilidad con la que la hacía perder el control de la situación, nunca antes había experimentado tal cosa, los vivaces ojos de la morena bastaban para hacer temblar sus rodillas, era indiscutible, no podía estar sin ella, el afecto que aquella chica hacía despertar en su interior era único, la amaba, ahora era ella toda su familia, a ella no la podía perder, no como se pierde a los padres o a cualquier otro familiar, ella representaba aquella persona con la que planeaba compartir su vida entera, su compañera para el resto de su existencia, nada más importaba, ni su empresa, que con tanto esfuerzo había vuelto a levantar, sabía que nada de eso tendría el mismo valor y significado si volvía a Ciudad República sin la morena.

- ¡Ah...! - Volvió a gemir con fuerza al sentir uno de los dedos de la ojiazul acariciar suavemente su zona íntima, poco a poco aquella atrevida caricia se iba volviendo más profunda, más invasiva, sus suaves jadeos y gemidos fueron silenciados por un beso apasionado, sus lenguas rozaban, le faltaba el aliento, el calor de la morena la envolvía por completo, haciendo una breve pausa se apartó del beso en busca de aíre, suspiraba y jadeaba, volvió a gemir, la morena había introducido otro dedo a su cuerpo y continuaba moviéndolos en su interior, de adelante hacia atrás, el calor aumentaba, el placentero cosquilleo la invadía. – Te ves tan linda así. – Escuchó su seductora voz, al alzar la mirada se encontró con aquella profunda mirada y una sonrisa traviesa.

- Cállate. – Sonrió volviendo a tomar sus labios para silenciar aquella dulce boca que con facilidad la hacía sonrojar. – Asami... - Pronunció agitada. – Dime. – Respondió sin dejar de contemplar aquellos azules orbes.

- Te amo...

- Y yo a ti. – Murmuró a su oído repartiendo varios besos sobre su cuello, sus manos recorrían la fuerte espalda de la morena.

- No... espera, quiero decir que es algo serio, yo...

- Shhh... - La obligó a callar posando suavemente su dedo índice sobre los labios de la morena. – Si vas a decir algo importante, dilo en otro momento, cuando no estés tan... perdida. – Concluyo sonriendo, una traviesa sonrisa le fue devuelta de la misma manera.

- ¿Perdida? Creo que en estos momentos se bien lo que quiero. – Respondió pegando su frente a la de ella.

- Bueno, dilo cuando no estemos metidas en la cama, o la regadera o en ninguna situación en la que exista ausencia de ropa y exceso de contacto entre las dos.

La suave risa que escapó de los labios de la morena la hacía desear fundirse entre sus brazos. – Por el momento... ni se te valla a ocurrir dejar de hacer lo que haces amor. – Amenazó afilando la mirada, estaba ya acostumbrada a su figura, a su calor, a la excitante sensación que producían sus suaves pechos al presionarse contra su cuerpo desnudo, suspiros y jadeos, su corazón palpitaba con fuerza al imaginarse lo que la morena tenía que decir, no quería perderse demasiado en eso, tal vez se trataba de algo simple, su mente se nublaba, los traviesos dedos de la morena presionaban puntos exactos en su cuerpo que la hacían enloquecer.

Sentadas en el comedor observaban a varias personas ir y venir, todos uniformados, todos como robots, ni los niños parecían tener un espíritu alegre.

Ladrona en Industrias FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora