Nuestra primera vez.

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Después de ese pésimo día en el instituto, los maestros empezaron a mandar muchos deberes, por lo tanto Jose se encontraba en mi casa, como siempre, para hacer los ejercicios.Estábamos sentados en el suelo con la espalda apoyada en mi cama. Habíamos terminado de hacer Matemáticas y Sociales y solo nos faltaba Latín.

- ¿Tú te enteras de Latín?.-me preguntó Jose, mientras miraba las reglas de este idioma muerto. Asentí contenta.- Pues yo no me entero, no se ni como he aprobado el trimestre pasado.

Seguimos haciendo los deberes, pero con ayuda mía, ya que el "burro" de mi novio seguí sin saber como escribir: "Soy un niño". Después de dar las seis y media, dejamos los deberes terminados en el suelo y bajamos a la cocina para poder merendar algo.

Después de haberle preparado un bocadillo a Jose, cogí un helado de la nevera para comérmelo, pero por culpa de Jose, más de la mirad de este acabo en el suelo. Cabreada le pegué un tortazo en la nuca y él empezó a llorar de mentira.

-¡Pero mira como has puesto el suelo! ¡Ahora está pegajoso! ¡Esto lo vas a limpiar tú!.-cabreada, salí del salón y me encerré en mi habitación.

Me tumbé en la cama y me puse a jugar con el móvil hasta que un mensaje lleguó al buzón.

"Cariño, lo siento mucho, el suelo ya está limpio, ¿me perdonas?".

Sonreí ante ese mensaje mandado por Jose, ya que me había hecho caso y se había arrepentido. Cuando iba a levantarme de la cama, otro mensaje entró en mi buzón.

"Te dije que no te juntaras más con Jose, te lo he advertido, él es mío".

El número era desconocido pero sabía perfectamente de quien era: Nora. Temblorosa salí de la cama y bajé rápidametne al salón para segundos después tirarme, literalmente, encima de Jose hasta caer en el sofá.

- Lo siento mucho, no te quería gritar.- expliqué y me escusé, colocando mi cabeza en el hueco de su cuello. la que debería de pedirte perdón soy yo.

Jose me acurrucó más en su cuerpo y yo empecé a llorar como una niña chica. Todo lo que estaba ocurriendo con Nora me estaba sobrepasando y no lo aguantaba. Tal vez sería conveniente contárselo Jose, pero no quería liarla más.

-Yo lo siento, más, he sido un estúpido haciendo eso con el helado.-besó la parte baja de mi oreja.- te quiero mucho, mongi.

Seguimos abrazados durante más minutos hasta que el sonido del viento hizo separarme de Jose y secarme las lágrimas. Miré su cara, la cara que desde hacía muchos tiempo había amado y seguía amando. Acaricié sus mejillas y sonreí dándome cuenta de la persona que tenía delante. Mi amor.

-Por fagvor, nunca me dejes.-pedí o casi imploré rozando su naríz con la mía. Tenía mucho miedo por Nora, mucho.

Jose me sonrió y besó mis labios lentamente como a mí me gustaba, para después separarse y seguir sonriendo.

-Tranquila, nunca te dejare, eres mi novia, eres la mujer que más amo en esta vida.-acarició mi menntón.- estaría loco si te dejara.

Nos volvimos a abrazar hasta que no pudimos aguantar más el aire por lo fuerte que nos estábamos abrazando. Me acerqué a sus labios y los empecé a besar como tanto me gustaba, y él metió su lengua dentro de mi cavidad bucal para hacer danzar nuestras lengua, juntas, dentro de nuestras bocas.

Una gran mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora