Por si solos

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Marissa salió a la superficie como si el agua misma la hubiera escupido allí. Ella pudo abrir los ojos por unos instantes y ver el cielo azulado de aquella mañana, entonces tomó un último respiro y quedo en medio del agua toda desmayada. Allí a mitad del mar.

Carlos tenía rato en silencio, ya había lanzado la red en el mar esperando que los peces picaran. Esta vez no habían vuelto al muelle tan rápido ya que esperaban a saber cuantos peces podían capturar en ese lugar. Rivera llevaba una pequeña libreta donde estaba anotando cada cosa que le pasaba, Carlos nunca se había atrevido a preguntarle que hacia en esa libreta. Poco a poco el tiempo comenzó a pasar y los pescadores empezaron a desesperarse por no encontrar nada aun que picara en las redes.

-CARLOS- Gritó Mario desde un par de barcas de distancia- SERÍA BUENO PROBAR EN OTRO LUGAR ¿NO CREES? -Carlos vio el cielo y el agua

-ESPERAREMOS UN POCO MÁS, TENGO UNA BUENA CORAZONADA- Mario no dijo nada más y volvió a sentarse en la barca

-Si tienes una buena razón ¿No es así?- preguntó Rivera un poco confundido. Carlos vio el mar nuevamente y todo a su alrededor

-¿Sabes en donde estamos?- preguntó Carlos viendo desde la punta de la barca

-En medio del mar, supongo, donde no hay peces- recalcó esto último queriendo que razonara. Carlos seguía viendo el mar pensativo sin decir nada, entonces tomó el collar entre sus manos apretándolo fuertemente.

-Fue aquí donde conocí a Ana, hace diez años- seguía viendo el mar- su padre la trajo a pescar y aquí nos vimos por primera vez.

-¿Cómo recuerdas el lugar exacto?- preguntó extrañado viendo solo mar a su alrededor.

- Por que conozco el mar, a unos 12 metros de aquí se forman los peores remolinos de agua en la temporada de calor. El padre de Ana me lo dijo y por eso lo recuerdo- volvió a ver el agua y el horizonte, la temperatura comenzaba a elevarse y un poco de viento corría con la brisa marina- Debemos irnos- anunció finalmente Carlos viendo a Rivera- es en vano que nos quedemos aquí, nadie pesca en esta zona a causa de los remolinos.

-Esta bien- se levantó Carlos de la barca- ELEVEN LAS REDES, NOS VAMOS DE AQUÍ- anunció Rivera haciendo señales a los demás. Todos siguieron las ordenes y comenzaron a recoger las redes de regreso a la barca, uno que otro pececito se quedo atrapado allí pero eran muy pocos.

Empezaron a alejarse de ese lugar cuando, una ligera brisa golpeó la cara de Carlos, él presintió algo como el día que conoció a Ana. Tomó nuevamente el collar en sus manos apretándolo y giró la vista para ver el lugar en donde conoció a Ana.

La luz del sol reflejando contra el mar hacía ver algunas apariciones en el agua, Carlos entonces rascó sus ojos volviendo a ver el lugar. La barca se alejaba rápidamente debido al motor. Entonces Carlos vio algo flotando en el agua... y no era un pez.

-¡PARA!- Gritó a Rivera viendo aún el punto.

-Permíteme Carlos- él comenzó a querer parar el motor, lo que era un poco difícil debido a la velocidad a la que iban. Carlos sabía que no pararían a tiempo y que era probable que quien estaba allí muriera.

Carlos rápidamente se puso de pie, con la barca aún en movimiento, se quitó la camisa y se clavó en el agua saliendo rápidamente hacia la dirección de aquello que flotaba a lo lejos.

-¡CARLOS!- gritó Rivera sin comprender por que había hecho esto. Los demás pararon también sus barcas viendo atentamente a Carlos nadar a toda velocidad rumbo a ese objeto que flotaba.

Carlos tomaba bocados de aire en algunos momentos y volvía a sumergirse en el mar, eran unos 16 metros hasta el objeto que flotaba. Poco a poco se fue dando cuenta que lo que estaba allí era en realidad una persona. Aceleró el nado hasta llegar hasta donde la persona.

Era una mujer con las manos blancas flotando boca arriba en el mar, parte de su cabello negro estaba sobre su rostro y lo demás flotaba en el mar también. Estaba vestida con unos jeans cubiertos de arena y algunas algas marinas enredadas en los pies, su playera blanca estaba también cubierta por una sustancia viscosa.

Carlos terminó de acercarse a ella y tomó su muñeca para ver si seguía con vida, sus palpitaciones eran lentas pero constantes. Quitó el cabello de su rostro para verla, una mujer de tés un tanto clara con el cabello casi negro, con las comisuras de los labios bien definidas y sus labios un tanto rosados... pero comenzaban a perder el color.

Tomó nuevamente el pulso, este era menos constante que al inicio. Fue allí donde supo que debía de hacer algo para llevarla a la playa antes de que muriera a medio mar. Pasó uno de sus brazos por encima de su cuerpo cargándola en la espalda, comenzó a nadar de vuelta a la barca. A pesar de que ella estaba encima.

-¿Quién es ella?- susurro para si mismo Rivera mientras veía a Carlos acercarse con el cuerpo de alguien envolviendo su cuerpo. Los demás habían continuado su ruta al no percatarse de aquello. Carlos no tardó tanto en llegar a la barca... mi trabajo aquí estaba hecho ¡Ahora es momento de que los protagonistas entren y se desenvuelvan por si solos!

Hola- se acerca tímidamente la escritora detrás de su ordenador, sabe perfectamente lo que sucede. Sabe que los lectores la matarán, lo siento pero apenas lo escribí y por eso lo quise subir. De hecho lo iba a subir la semana pasada con el estreno de "Amor y dolor" pero se me pasaron los días tan rápido que apenas pude subirlo.

La cosa es que ahora este es el capítulo que sigue y espero que después puedan seguir comprendiendo la historia, por favor no me maten y tengan paciencia. Ya estoy haciendo mi última semana de este curso... jaja de ese tema, y espero que pueda escribir y actualizar esta y otras historias. Espero que les guste y perdón por tardar tanto.

Nos estamos leyendo, besos hasta el otro lado de la pantalla.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2016 ⏰

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Amor de verano (Carlos Baute) ACTUALIZACIONES LENTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora