XII

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    Bajé al salón donde una anciana y una chica de mi edad estaban esperándome.
Mi cuñada era muy buena pero aún así pase la peor tarde de mi vida.
Escuchar los consejos de matrimonio feliz de la abuela, era terrible.
-No todos los matrimonios son felices - decidí contestarle.
-cariño, todos los principios son difíciles pero esos no son un problema. Cuando vengan los niños y tengas que gobernar un pueblo, entonces si aparecerán los problemas y echaras de menos el principio de tu matrimonio.

    Menos mal que mi cuñada decidió cambiar de tema, conocía tan bien a su abuela, ya que los nuevos cotilleo le gustaban más que dar consejos.
    La tarde paso y mientras iba a mis aposentos veía todos los preparativos de su marcha. Eric se encontraba en el recibidor dando órdenes a tres hombres. Me quedé clavada en el sitio y el al verme dejó de hablar. Esos tres hombres, miraron hacia mi lado y al verme se inclinaron.
-Buenas noches señores - les dije y entré en mi alcoba.
No baje a cenar y tampoco me iba a despedir de él ya que no estaba de acuerdo con su marcha, pero aún así, estaba deseando que viniera a pasar la noche conmigo.
Con ese pensamiento y la cabeza a punto de estallar me metí en la cama.
Quería dormir toda la noche y mañana decidir que iba a hacer todos estos días.


    Me desperté al día siguiente aturdida con el llanto de un bebé.
-Judith-me habló mi nana- despierta, el niño tiene mucha fiebre y hay que llamar a un médico. Ah - se dio la vuelta antes de salir - tengo esta nota para ti.
-Dile al guardia que traiga al medico y a mis doncellas que me ayuden, mientras tanto dale al niño un baño de agua fría.
Cogí la nota y la leí.

"NO ME DESPEDÍ DE TI TAL Y COMO ME LO PEDISTE. CUANDO TE DES CUENTA, ESTARÉ DE VUELTA.
MIENTRAS TANTO CUIDA DE TODOS Y DE MI HIJO.
GRACIAS"

Iba a cuidar de su hijo sin que me lo pidiera, pero quien cuidaría de mi?
Dejé la nota en la mesa y me ayudaron a vestir.

     Pase el peor mes de mi vida. La fiebre del bebé no bajaba, el pueblo reclamaba atención, los sirvientes necesitaban de alguien que los organice y el resto del tiempo que me quedaba cuidaba al Príncipe aunque el doctor no fuera a dar muchas esperanzas.
-Señora, señora ha llegado su Majestad. Debe salir a recibirlo.
-No voy a dejar al niño solo. Informado al Rey donde estoy.

Pasó una eternidad hasta que llegó mientras le cambiaba el pañal con agua fría al bebé.
Eric se quedó al lado de la cuna durante horas, hasta que por fin decidió hablar, romper el silencio.
-Mis hombres me han dicho que sabes desenvolverte muy bien. Como estás?
-Cansada, exactamente así estoy. Cansada de no saber si mi marido está vivo, de que el niño no mejore, de no poder darme ni un baño sin interrupciones y de que todo el mundo tenga quejas o critique mis ordenes.

Miré al niño aliviada se soltar todo lo que llevaba dentro, pero este se estaba poniendo morado y a gritos llamé al médico que estaba esperando fuera.
Horas y horas fueron las que pasaron. Horas de ansiedad, horas en las que veíamos al médico hacer y deshacer, varios intentos de bajar la fiebre que no tenían resultado hasta que llegó el triste final, una terrible noticia.
-Majestades, el niño ha fallecido. Lo siento.

Eric se sentó en el sillón con la cabeza apoyada en las manos y yo me acerqué a la cuna donde estaba el cuerpecito frío e inmóvil.
No es justo, no es justo que un niño que podía y lo tenía todo, un niño querido, se fuera así sin más.
Se reunirá con su madre

Reina de las HighlandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora