Jason The Toy Maker

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No tengo muchos recuerdos de mi pasado. Las caras de mis padres reales son como máscaras descoloridas en mi mente. Sólo tengo algunos recuerdos de mi niñez, nombres sin cara y oscuridad. Cuando tenía 9 algo le pasó a mi familia. El trauma fue tan intenso que me hizo olvidar casi toda mi vida.

Sólo tenía una pizca de recuerdo sobre mi mejor amigo. Él fue el único que tuve en mi vida entera. Era una imagen obstruida en mi mente, yendo junto con una risa de fondo y la melodía de una caja de música.

Entre los agujeros negros de mi amnesia, vi una visión de sus ojos color miel y su cabello color caoba. Recuerdo su amigable sonrisa ... pero nada más. El resto desapareció en la oscuridad.

Los recuerdos del orfanato donde había estado habían regresado. Unos increíbles padres, Maddalena y Steven, quienes me dieron el sentimiento de tener una familia, el sentimiento que había olvidado. Me adoptaron. Me criaron en su casa hasta la edad de 15. Mi amnesia hizo que me llevaran a exámenes y evaluaciones psicológicas, las cuales comenzaron a fallar año tras año. Pareciera que nunca iba a recuperar mi memoria. Esta circunstancia me había asustado.

Por un lado quería saber que estaba pasando, pero por el otro ... un sentimiento contrario de ansiedad me decía que no lo deseara.
Obviamente, había algunas consecuencias desagradables por mi trauma. Era algo así como paranoia o sentir que algo me estaba persiguiendo.

Los especialistas le habían dicho a mis padres que mi memoria estaba vinculada con un tipo de memoria en particular que era continuamente simulada. No les habían dicho la causa o que era exactamente.

Sentía que estaba siendo observada, no por personas, por los juguetes de mi habitación. Era estúpido, lo sé. Al principio eran simples juguetes, pero después, parecía que sus ojos estaban posados en mí.

Desde que era niña pensaba que los juguetes que estaban en mi habitación estaban vivos y, a veces, trataba de probarlo. Espiaba afuera de mi habitación con la puerta entreabierta, me volteaba de repente y nunca alejaba mis ojos de ellos, no hasta que sentía que me ardían los ojos por no parpadear.

Ese recuerdo es uno de los pocos de mi niñez que aún me hace sonreír, pero los tiempos han cambiado. Año tras año los peluches eran los que me observaban. Casi parecía como si quisieran hacerme una entrevista, no lo podía soportar. El pensamiento se atascó en mi mente. A veces me parecía que se movían, girando sus cabezas hacía mí, otras veces hacían ruidos en mi habitación. Esto obviamente no era cierto.

¿Por qué me perseguía este pensamiento?, ¿por qué odiaba a esos peluches?, ¿por qué no me deshice de ellos? Se los pude haber dado a otros niños o tirarlos a la basura. Un día, en verdad lo intenté, en serio, lo hice, pero cuando tomé uno de ellos un sentimiento de ansiedad y terror me paralizó. Siempre terminaba con ponerlos otra vez en su lugar, en los muebles, en las repisas. Después tenía que tomar tranquilizantes.

Sólo había un juguete que tomaba en la noche, a pesar de mi edad no podía separarme de él y sentía un afecto familiar de él que había empezado antes de amnesia. Lo había encontrado en un cajón de el orfanato y desde ahí nos volvimos inseparables. Era un dulce conejo con orejas de su tamaño, de un lado era rojo y del otro era color caramelo. Usaba un chaleco negro con mangas largas que lo cubrían hasta los pies y continuaba en un cuello elegante. Su ojo izquierdo estaba cubierto por un parche y como ojo derecho tenía un botón negro. Era divertido y se veía como el único peluche inofensivo. Se dormía al lado de mi siempre como esa noche, después de cobijarme, quedándome dormida instantáneamente entre las viejas paredes.

Todavía estaba parada en la oscuridad, incapaz de moverme y no podía entender como había terminado aquí, rodeada sólo del silencio. Algo baboso me agarró de la muñeca y me sostuvo tan firmemente que en un instante el dolor me atrapó. Un conjunto de uñas blancas lentamente penetraron mi carne. Las observé cortando mi piel, haciéndome sangrar. Grite y lloré, pero una risa rugió ahogando mis gritos. 

Creepypastas TraducidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora