5. Juegos equivocados

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  -¿Piloto? ¡Vaya! ¡Así podrás volar muy alto! ¿Me llevarás contigo alguna vez? -me acerqué tomando tu brazo, con toda emoción.

  -¡Por supuesto! ¿Y tú, qué quieres ser cuando seas grande, Todomatsu? -acariciaste mi cabeza.

  -¿Yo? Pues... No puedo decírtelo.

  -Vamos, yo ya te conté mi sueño. No seas así.

  -Bueno... Yo quiero casarme contigo, Osomatsu.

Tus ojos desconcertados me miraron en silencio por un momento en el que temblé nervioso esperando a que dijeras algo, frunciste el ceño con severidad y me gritaste que no te involucrara en mis sueños mediocres, que aquello no pasaría.

No pudiste darte cuenta de mi carita triste cuando te diste la vuelta para alejarte molesto . Fue la primera vez que se rompió mi corazón.

Si hubieras visto mis lágrimas, ¿las habrías ignorado, Osomatsu?

Era un sueño mediocre, esperanzado por nuestros juegos de niños, tan vestidos de inocencia, pero tan perversos en el fondo.

Sólo tengo que olvidarlo, porque el pasado que me hiere más no es ese.

Desperté sintiendo mi cuerpo pesado, me dolía la cabeza, aunque era obvio, el día anterior me había excedido con la bebida. Ni siquiera estaba seguro de cómo fue que regresé a casa.

El pequeño rayo de luz que se infiltraba en la habitación me provocó varias punzadas en la cabeza, era un dolor pasajero, pero el dolor que aún sentía en el pecho no podía ser ahogado ni siquiera con alcohol. Volteé mi cabeza para ver que a mi lado estaba Ichimatsu, aún dormía con una expresión tan tranquila que no pude evitar envidiarlo por un segundo. Yo me veía fatal, estaba seguro de eso.

No importaba cuanto intentará lucir bien, no podía mostrar ese rostro fatigado sin dar lugar a preguntas tontas y comentarios malintencionados.

De cualquier manera, sólo tenía que encontrar la manera de hablar con Ichimatsu cuanto antes, no podía dejar pasar más tiempo. Hace ya unos días que lo había estado intentando sin atreverme a hacerlo. Pero aún en ese momento sentía un nudo en la garganta y un miedo terrible pensando en lo que tenía que decir, pero eso era mi culpa.

  -Oye, Ichimatsu. -traté de despertarlo.

  -¿Qué? No molestes, Todomatsu. -me dijo con su voz perezosa.

  -Anda, despiértate.

  -¿Qué hora es?

  -Las nueve y media.

  -Hm. Exacto, déjame dormir un rato más.

  -Por favor... Necesito hablarte.

Cuando dije eso, Ichimatsu me miró con una expresión que no pude descifrar. Me hizo a un lado para incorporarse sin otra opción que le evitara la molestia.

  -¿De qué quieres hablar?

  -Vamos a desayunar fuera, ¿sí? -propusé intentando sonreír.

Lo pensó un momento, suspiró y se levantó para cambiarse el pijama. Yo hice lo mismo.

Aunque él no se había negado, tenía una clara mueca de disgusto; quizá ya sospechaba que le hablaría de algo desagradable, bueno, era evidente. Pero no podía seguir escapándome.

Cuando terminé de vestirme, tomé el sobre con mi mano temblorosa y lo guardé en mi bolsillo. Después salimos de la casa sin ser vistos por los otros.

Besos del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora