8. Rayo de luz

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  —Ah, recuérdame no volver a tomar así —se quejó Ichimatsu.

—Haha, el alcohol sólo hace a la gente sentirse mal.

—Con exceso todo hace sentir mal.

«Enamorarte de tu hermano también cuenta como excederse...», pensó Ichimatsu.

—¿Vamos a jugar baseball?

—Lo siento, niisan. Otro día será, ¿sí? —Sonrió irradiando calidez.

Ichimatsu comenzaba a sentir exagerada curiosidad por los asuntos de Jyushimatsu. Los últimos días había rechazado todas sus invitaciones para salir juntos, y si contaba todas las veces que pensó que se estaba comportando extraño —más de lo usual, o quizá, menos—, todo apuntaba a que algo pasaba con él.

—¿Ya te vas? —le preguntó Choromatsu.

—¡Sí! ¡Volveré más tarde!

—¿No olvidas algo?

—¿Eh?

—¿Hustle? ¿Muscle?

—Ah, es verdad... ¡Hustle, hustle! ¡Muscle, muscle! —Sonrió de nuevo y salió de la casa.

—¿También lo notaste? —Se acercó Ichimatsu.

—Hm, supongo que sí —dijo Choromatsu con timidez, mirando al piso.

Cuando Ichimatsu notó su sonrisa, olvidó todo lo referente a Jyushimatsu para concentrarse en tranquilizar los violentos latidos que golpeaban su pecho. Sintió que se le saldría el corazón para ir en busca del de Choromatsu.

—Hey, Ichimatsu. ¿Vamos a dar un pase-?

—No. —Se sorprendió al escucharse rechazándolo de esa manera—. Es que... Yo... tenía algo que hacer.

—Está bien...

Ichimatsu salió casi tras Jyushimatsu, dejando a Choromatsu parado en el umbral, decepcionado con la helada respuesta que acababa de recibir.

«Perdón, Choromatsu. Aún no he dejado de tener esos sentimientos sucios por ti.»

Estaba tan distraído sintiéndose mal por no poder comportarse normal frente a Choromatsu, que tuvo que atravesar toda una plaza para darse cuenta de que había estado siguiendo a Jyushimatsu por más de veinte minutos. Se detuvo.

«¿A dónde voy? No debería seguirlo...»

—¡Jyushimatsu!

—¡Homura-san!

«¿Eh?»

* * *

Bajo el toldo del patio, Osomatsu sostenía un cigarrillo entre sus dedos y lo llevaba a sus labios cada tantos segundos. Detrás de él, en el pasillo, Todomatsu se recargaba en la pared, observando la espalda de su hermano mayor. No era claro lo que estaba pensando, ni siquiera él tenía mucha idea, sólo miraba expectante siguiendo los movimientos de su brazo.

Pasados algunos minutos, Osomatsu se dio la vuelta y al percatarse de su presencia, lanzó el cigarrillo lejos de sí, sonriéndole a Todomatsu con fingida inocencia. Éste se movió hacia adelante y caminó con lentitud hacia él.

—Eres muy tonto, niisan —dijo entre leves risas.

—Lo dice el tipo que va a emb-

Antes de que Osomatsu terminara de hablar, la mano de Todomatsu alcanzó su mejilla para acariciarla y su cuerpo se inclinó hacia él, con las piernas flexionadas. Sin darle tiempo a reaccionar, aquellos suaves labios ya estaban besando los suyos.

Besos del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora