H E L L - TAEMIN

Capítulo 6

La calidez de su cuerpo invadió el de TN. Taemin la abrazaba con fuerza mientras sus labios estaban sellados sobre la curva del cuello de la joven.

—Necesito que me lo expliques —dijo ella.

El cuerpo de él se colocó, rígido, y su abrazo fue perdiendo fuerza.

—Estoy lista para saberlo.

Enseguida se separó.

—TN...

Su voz le hizo saber que estaba cruzando la línea.

—Quiero saberlo.

—¡Basta! —dijo, intentando terminar esa conversación.

—¡Dímelo!

Su mirada la desafiaba, pero no debía mostrar timidez ante él, así que lo miró fijamente. Su respiración estaba a centímetros de ella; se cortaba y juraba que lograba escuchar los latidos de su corazón.

—No veo por qué querrías saberlo.

Quiso darse vuelta.

—Me mataste —le recordó, haciendo que nuevamente la mirara.

Sus ojos negros emanaban tristeza y arrepentimiento cuando salieron esas palabras de su boca. Las manos del joven se cerraron en un puño y bajó la mirada, sin soportar verla a la cara.

—Quiero que me lo digas, Taemin.

—No hay nada que decir.

—¡Claro que sí lo hay! ¿Por qué apareciste en mi vida en ese entonces? ¿Por qué...? ¿Por qué permaneciste conmigo hasta... matarme? ¿Por qué vuelves ahora?

—¡Basta, TN! —Alzó la voz.

—¡Quiero que me lo digas! Taemin, estoy confundida... ¿Por qué... sucede todo esto? ¡¿Ah?! ¡¿Por qué apareces de pronto y por qué te marchas?!

—¡Detente! —volvió a gritar.

Su respiración era fuerte y entrecortada.

—Necesito que me lo digas —exigió, suplicando mientras se acercaba a él—, ¡por favor!

—No quiero lastimarte —susurró, tomando sus mejillas entre sus manos—. No más de lo que ya lo he hecho.

—¿Qué mejor que terminar de cortar la herida?

Soltó un suspiro largo. Se dejó caer sobre el sofá, cubriendo su rostro con sus manos mientras se apoyaba en sus rodillas. Su rostro se veía cansado y estresado.

—Solo necesitaba aparecer en tu vida —confesó, mirándola; copió su gesto y se sentó a su lado—. Esa era mi misión.

—¿De qué misión hablas?

Soltó una pequeña risilla hueca y vacía, sin nada de gracia.

—Debía cuidar de ti. Eso era todo, ese era el trato. —La miró—. Pero no terminó así —añadió.

—¿Qué es lo que realmente debiste hacer?

—Solo cuidarte, nada más.

—¿Entonces por qué lo hiciste?

—Debía hacerlo. Esa parte del trato nunca me la dijeron.

Se mantuvo en silencio unos segundos sin apartar los ojos de él.

—Dime quién eres, Taemin...

Su silencio congeló la habitación. El fuego de la chimenea se apagó, dejando pasar la fría brisa. Sus ojos se encontraron con los suyos.