Capítulo 15

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* ¿Cómo olvidarte? *

*

*

El simple hecho de cerrar los ojos dolía...

Tras ver desaparecer a Taemin escoltado por Sky y la chica rubia, el mundo de TN se tornó negro. Su corazón había dejado de latir por leves minutos y su respiración era dificultosa.

Abrió los ojos, encontrándose con una luz parpadeante y blanca. Por un momento creyó que había muerto. De saber la verdad, de haber sabido lo que sucedería en un futuro, habría deseado estarlo.

La habitación era pequeña. Se sentó sobre la cama; habían dos cortinillas a sus dos extremos.

Una chica con uniforme blanco se acercó enseguida a ella.

—¿Te duele algo? —preguntó. Sentía la cabeza dando vueltas.

Comenzó a buscar a Taemin por todas partes, pero solo la rodeaban más personas sobre camillas y otras de vestimenta blanca.

—Quiero irme a casa —pidió; la mujer solo sonrió y se alejó. Se sentía tan ajena a todo.

Después de unas horas más, el médico finalmente la había dejado irse sola. No tenía padres o alguien a cargo suyo. Afuera estaba oscuro y comenzaba a nevar. La primera nevada comenzaba a humedecer su delgada ropa.

Había quedado inconsciente tres días antes. El último en el que vio a Taemin.

Ahora se encontraba sentada en su cama, mirando caer la nieve por la ventana. Las farolas emitían un destello que generaba la impresión de que la nieve era aún más blanca. La noche se sentía solitaria.

Una vez que volvió del hospital tomó una larga ducha, deseando que Taemin tocara la puerta o apareciera en su habitación como solía hacerlo. Quería verlo y saber que ambos estarían bien.

Pequeñas y saladas gotas comenzaron a recorrer su mejilla hasta detenerse en sus labios.

—¿Dónde estás, Taemin? —dijo hacia el vacío.

Ruidos comenzaron a escucharse en la azotea; uno tras otro, uno más fuerte que el anterior.

—Taemin... —susurró, levantándose enseguida.

Subió a la azotea sin molestarse en colocarse su abrigo. Creía que se trataba de él. Seguramente se encontraba herido.

—¿Taemin? —lo llamó cuando el frío caló su cuerpo.

Aún así... no había nadie.

Un pequeño gato saltó entre las cosas que habían allí. Suspiró con pesadez.

Miró hacia la calle cubierta de nieve blanca. Notó que bajo la farola había una sombra. Quien fuera solo elevó el rostro cubierto por una capucha y se marchó. Pero no tenía ese sentimiento de reconocimiento. No apareció esa sensación de estar cerca de él.

Diciembre había terminado. La noche de año nuevo la pasó sola, nada más que con un plato de cereal como cena.

Al irse a dormir, al cerrar los ojos, Taemin apareció.

Sus labios tomaron los suyos. Eran cálidos y ahora tenían un sabor distinto. Era tanta la necesidad...

Las prendas comenzaron a estorbar, y de un momento a otro se encontraban en su departamento. Ella sobre su cama; las suaves sabanas hicieron contacto con su piel. No habían palabras, solo miradas y necesidad. Esa necesidad de pertenecerse.

Las yemas de los dedos de Taemin recorrieron su cuello, pasando por su brazo y deteniéndose en su muslo. El querer volver a besarlo ocasionó que su cuello se esfumara. (no sé exactamente qué quiso decir acá xD).

Se despertó alterada, con la respiración entrecortada. Su corazón palpitaba con tanta fuerza que sentía que podría salirse de su pecho.

Desnuda sobre su cama, el aroma de Taemin la invadió. Percibía aun la sensación de sus dedos acariciándola.

La ventana estaba abierta, así que corrió hacia ella, cubriéndose solo con una sábana. Alguien corría por la calle. Pero nuevamente faltaba esa sensación. No era él.

Se dejó caer sobre el suelo de madera, deshecha.

—¿Dónde estás, Taemin?

Toda la noche se quedó sobre el marco de la ventana esperándolo, deseando que él volviera. Pero nunca lo hizo.

Transcurrieron las primeras semanas de enero. Taemin no había vuelto.

Asistir al colegio le ocasionó ciertos estragos, pero fue con la esperanza de encontrarse con Sky.

Recorrió los pasillos hasta llegar a su casillero. Las clases transcurrieron, pero él no se presentó. Sky ya no asistirá a clases. Tampoco estaba Taemin esperándola a la salida recargado en su auto.

Todos comenzaban a preguntarse sobre el paradero de Sky.

Transcurrieron las siguientes semanas. Febrero terminó con una oleada de frío. Para marzo se percibían las primeras sensaciones de primavera. El tiempo seguía avanzando, pero él no aparecía salvo en sus sueños. Una vez que cerraba los ojos su figura se hacía presente frente a ella, ocasionándole un extraño dolor.

No habían palabras. Su boca no transmitía ningún sonido y sus ojos comenzaban a cambiar. Su respiración chocaba siempre con la suya.

Volvía a despertar todas las noches con la misma sensación de siempre; con esa desesperación de verlo frente a ella al abrir los ojos.

La primavera había comenzado. El festival en el colegio fue ese mismo día. Trataba de relacionarse un poco más. Mientras estaba con sus compañeros vio pasar a un chico con cabellera rubia, chaqueta negra y jeans gastados. Su corazón comenzó a alterarse.

Giró un poco la cabeza sin dejarle ver su rostro. La capucha se lo impedía.

Siguió su camino, pero ella lo siguió hasta que desapareció.

La sensación de que alguien la perseguía comenzó a presentarse desde entonces. Sentía a alguien pisar sus talones, seguirla de cerca. Pero al girar nunca había nadie.

Volvía a recordar y a vivir esos momentos, sabía que se trataba de él.

Por la noche volvió a aparecer. Corrió a abrazarlo. Los brazos de ese joven la rodearon, estrechándola contra su pecho. El aroma fresco que emanaba invadió sus fosas nasales y las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro.

—Dime que eres real... —suplicó, pero en el fondo sabía que no era así.

—Lo siento tanto —dijo él mientras su mano tomaba su cara, apartando las lágrimas que caían por ella.

—¿Dónde estás, Taemin?

Él acercó su frente a la suya, haciendo que queden pegadas una con la otra. Entonces lo vio cerrar los ojos color miel. ¿Qué había cambiado en él?

—Podrás seguir viviendo sin mí, ¿verdad?

—¡¿De qué estás hablando?! —gritó, alejándolo para poder mirarlo a los ojos—. ¿Dónde estás?

Negó con la cabeza. Sus manos se alejaron por completo de ella.

—Tienes que olvidarme —dijo. Su voz sonaba muy fría.

—No me pidas eso porque no lo haré.

—¡¿No te das cuenta?! —gritó, tomándola de los hombros con desesperación—. Estás dañándome al desearme de esa forma. Te estás dañando a ti misma.

—No lo haré —aclaró; sus lágrimas comenzaban a caer en forma más abundante y siguió diciendo—: No puedo olvidarte. ¡No puedo alejarme!

—No sigas dañándote... —pidió suplicante, volviendo a besar sus labios. Luego dijo—: No vuelvas a mirarme —susurró, cerrando los ojos—. No vuelvas a anhelar estar conmigo, porque nunca estaré ahí...

—¿Por qué? —preguntó ella, con voz quebradiza.

—Porque ya no te recordaré, TN.

H E L L - TAEMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora