Capítulo 9

1.6K 146 8
                                    

El cuerpo de Taemin se sentía más caliente con la luz del sol. Permaneció sobre TN, aún con sus labios rozando los suyos y jugueteando con ellos.

—Taemin...

Lo miró, tomando sus mejillas, y volvió a guardar silencio. Él la observaba, esperando a que siguiera.

—No puedo quedarme demasiado tiempo —dijo, mientras sus labios estaban en su cuello.

—Sí, lo sé.

Trató de apartarlo, pero él se lo impidió. La sostuvo junto a él.

—TN —susurró sobre su oído derecho.

No dijo nada más. Solo susurró su nombre como si acariciara cada letra; como si disfrutara sentirlo.

Sus ojos volvieron a los de la joven y acarició su mejilla.

Taemin nunca había sido así. Él nunca era cuidadoso con TN. Nunca había estado demasiado tiempo con ella. Nunca habían compartido una noche entera juntos.

La miraba fijamente. Sus ojos negros reflejaban alguna cosa más profunda. Entonces hizo algo demasiado extraño para ella. Acarició su nariz con la suya.

—Volveré en la noche —murmuró.

Desapareció de pronto, dejándola desconcertada y aun sintiendo su caricia. Su ropa también había desaparecido, dejando simplemente ese típico aroma tan característico en él.

Cerró los ojos y suspiró. Taemin hacía fácil su confusión.

Se levantó y tomó una ducha. Luego se alistó y tomó sus cosas para asistir a clases.

Al entrar al aula Sky la miró de forma extraña, lo que hizo confundirla aún más.

—Perdiste la primera hora —la regañó.

—Lo sé. Hubo un contratiempo.

—¿Llamado Taemin? —En ese momento había dejado de escribir para dirigir su mirada a ella.

—Sky...

—Olvídalo, TN. Terminará lastimándote como la vez anterior.

Ella mordió su labio y lo tomó del brazo, haciendo que ambos salieran del salón.

—Yo no quiero perder clases —se quejó él de mala gana.

—Calla, Sky.

—Toca historia. Sabes que vas a reprobarla.

—Entregaré el trabajo final de recuperación. Pero ahora... Necesito que me ayudes.

—¿Ayudarte a qué? —preguntó con cierto recelo—. No pretendo hacer una cita tierna con "Taemin".

Pronunció su nombre con un acento chillón.

—¿Por qué lo odias?

—Yo no... Vale. Sí, sí lo odio. Pero, ¿y eso qué importa? —Elevó las manos en signo de frustración.

—¿Por qué?

—Simplemente lo odio, ¿vale? —ultimó, intentando irse.

—¡Sky!

—¡Basta, TN! No pretendo decirte nada, ¿de acuerdo? Date por vencida con ese tema.

—¿Por qué no quieres decírmelo?

—Tengo secretos, al igual que tú.

—Creí que éramos amigos...

—Eso mismo pensaba yo —contestó fríamente—, ¡hasta que me cambiaste por ese imbécil!

H E L L - TAEMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora