Capítulo especial

2K 150 11
                                    


HAN SIDO MUCHAS PERSONAS LAS QUE ME HAN PEDIDO QUE CONTINUARA CON LA HISTORIA. EL PROBLEMA ES QUE MI INTENCIÓN ERA MANTENER LA VERSIÓN DE LA GUERRA COMO ESTÁ EN EL LIBRO, PORQUE PONERME A SOBREESCRIBIR TODO SE ME HACÍA COMPLICADO, POR ESO MI HISTORIA TERMINABA EN ESA PARTE.  ASÍ QUE HE OPTADO POR UN PEQUEÑO EPÍLOGO COMO RECOMPENSA. GRACIAS POR LOS VOTOS Y COMENTARIOS. ESPERO OPINIONES. 

EPÍLOGO:

Escucho la respiración de Peeta a mi lado. Casi me calma...pero no lo suficiente. He perdido la cuenta de las noches que llevo sin dormir. Los días van pasando y sé que este dolor que oprime mi pecho también se irá con el tiempo, pero ahora está aquí conmigo, y no puedo deshacerme de él. Han pasado ocho meses desde la guerra, y aunque Peeta hace todo lo posible por distraerme, la imagen de mi hermana y aquella bomba ocupan mis pensamientos sin intenciones de ir a ninguna parte.

Hasta hace un par de meses, me escapaba a casa de Haymitch para desahogarme y beber. Normalmente era Peeta quien me recogía, otras era el propio Haymitch el que me llevaba a rastras a mi casa. Sabía que todo eso hacía sufrir a mi chico del pan, él había perdido a toda su familia y aun así, se había mostrado fuerte y era un gran apoyo para mí. Pero yo no era él.

Mi madre y yo estábamos más distanciadas. Ella se había convertido en sanadora en otro distrito y yo había vuelto a casa. Un par de llamadas al mes, y poco más. Sabía que ella también estaba sufriendo, pero su trabajo la mantenía demasiado ocupada, incluso para verme. Ahora Buttercup es casi mi sombra. Supongo que busca en mi algo de ella, algo de mi hermana. Pero no hay nada de ella en mi, salvo tristeza.

Me levanto de la cama sin hacer ruido para no despertar a Peeta y bajo hasta el salón, dónde los días en los que no puedo salir a cazar porque el tiempo no me lo permite, me siento en el sofá mirando la nada o leyendo el libro que Peeta y yo hemos estado haciendo acerca de nuestros recuerdos.

Escucho el ruido de los camiones a lo lejos. Ahora el distrito 12 está en plena reconstrucción. Camiones del Capitolio llegan todos los días con provisiones, materiales y personas para ayudar. Por una parte siento una pequeña paz interior saber que todo ha acabado, la gente refleja felicidad, esperanza. Saben que hay un futuro mejor. Sé que Gale ha estado aquí de misión algunas veces, pero no nos hemos visto, tal vez algún día pueda superar todo lo que me recuerda y pasar página, pero ahora mismo es imposible. Peeta se lo ha encontrado un par de veces y le ha preguntado por mí, pero no he querido saber nada más al respecto.

Un ruido en las escaleras me distrae, pero no me vuelvo porque sé que es él. Mi esposo. Esa palabra aun se me atraganta un poco, pero si también le hubiese perdido a él, no sé que hubiese sido de mi vida. Quizás muerta, no lo sé. Peeta se acerca a mí, se sienta a mi lado y me abraza. Yo me acurruco en su pecho, sin decir nada. Solo me basta él para calmarme, pero la herida en mi interior es enorme.

- ¿Quieres que te prepare el desayuno? - pregunta suavemente después de unos minutos.

- ¿Hay bollitos de queso? - le digo volviéndome para mirarlo. Me sonríe de manera dulce mientras me aparta el pelo de la cara.

- Por supuesto, son tus favoritos. - me besa la frente y se aparta para levantarse. Sé que él también está un poco cansado de mi actitud, a veces se siente culpable por no saber cómo ayudarme, pero yo intento convencerlo de que no es su culpa, es solo mía.

Entra en la cocina mientras yo me vuelvo para mirarlo cocinar. Es tan bueno en ella...me fascina mirarlo mientras hornea. Sus músculos se tensan, y su ceño se frunce cuando está concentrado. Me mira desde allí y me guiña un ojo. Le sonrío de vuelta. Aun tiene esa capacidad para ponerme nerviosa.

¿Que hubiese pasado si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora