Perryne Ingey dejó caer a Malachy Dodd desde una ventana. Quería matarlo y lo consiguió. Más tarde, nadie la creyó cuando gritaba <<¡Yo no lo hice!>>. Ambas familias, los Ingrey y los Dodd, sabían que Perryne y Malachy habían estado arriba, solos en una habitación, sin nadie más cerca.
Se trataba del dormitorio de Perryne. Al lado de la cama había una puerta diminuta (pintada de verde menta, el color favorito de Perryne). Esta puertecita era la única forma de pasar de una zona del piso superior de Speedwell House a la otra, a menos que quisiera volver a bajar, atravesar el salón y la biblioteca y subir por unas escaleras distintas, y nadie estaba dispuesto a hacerlo. Preferían encogerse hasta una cuarta parte de la altura del enano más pequeño del mundo ( así de pequeña es la puerta verde menta) y apretujarse a través del minúsculo espacio.
Después de dejar caer a Malachy por la ventana y verlo precipitarse a una sangrienta muerte en la terraza de abajo, Perryne se introdujo trabajosamente por la pequeña puerta verde y la cerró tras de sí. Cuando sus padres la encontraron acurrucada en el descansillo, en el otro lado, Perryne exclamo <<¡pero si ni siquiera estaba en la habitación cuando sucedió!>>.
Esto no convenció a nadie; Perryne no había sido lo bastante astuta para alejarse una distancia prudencial de la puerta, así que era evidente que había pasado por ella. Su segundo error fue chillar <<¡Se ha caído, ha sido un accidente!>>. Para empezar, Malachy no era lo bastante alto como para caerse por la ventana accidentalmente (todos los adultos estuvieron de acuerdo en que su centro de gravedad estaba demacíado bajo) y además, si Perryne no estaba en la habitación cuando sucedió, ¿cómo sabía que la caída había sido un accidente?
Una tercera e importante pista era que todas las demás personas que podían haber matado a Malachy estaban abajo, en el comedor, en el momento de su espantosa muerte. Todos los Dodd estaban allí, y también todos los Ingrey, salvo Perryne. Sus dos hermanas, Lisette y Allisande, estaban sentadas de cara a las puertas acristaladas que se abrían hacia la terraza en la que cayó Malachy, salpicando de rojo y gris de la sangre y el cerebro todo el cuello junto a la fuente. La caída pareció hacer temblar toda la casa, en especial la araña francesa de cristal violeta que colgaba sobre la cabeza de Lisette y Allisande, aunque quizá eso fuese una ilusión.
Lisette y Allisande vieron caer a Malachy, sin lugar a dudas. Además, oyeron un estentóreo y triunfante <<¡Ja!>> procedente de arriba, y ambas reconocieron la voz de su hermana menor, Perryne.
De modo que, si el resto de sospechosos estaban en el comedor, ¿qué otra persona, aparte de Perryne Ingrey, podía ser la responsable de que Malachy se estrellase contra las losas?
No había duda alguna de que perryne lo había matado, por mucho que protestase proclamando su inocencia (la muerte de Malachy Dodd no es el crimen misterioso de esta historia, el misterio es quién asesino a Perryne Ingrey)
No, la cruel muerte de Malachy no tuvo nada de misterioso. Ambas familias, los Ingrey y los Dodd, sabían la verdad y pronto lo supo también todo el mundo, en Kingswear y las ciudades y los pueblos de los alrededores. En un lugar como Devon, donde los principales hobbies son untar bollos con mantequillas y mermelada y chismorrear sobre los asuntos del día, no es posible mantener nada en secreto.
no resultó una sorpresa para nadie que uno de los Ingrey hubiese cometido un asesinato, porque era una familia extraña, la más extraña que había habido nunca en Kingswear y alrededores. Pero todo el mundo se sobresaltó al oír la noticia. La gente debería haberse dado cuenta de que lo normal era que la familia más estrafalaria de la zona hiciese justo lo contrario de lo que se esperaba; de otro modo, ¿cómo iba a ser considerada una familia extraña? Y lo que la mayor parte de la gente de los pueblos cercanos habrían esperado que 1) hubiese un asesinato 2) si el asesino tenía que ser una de las tres hermanas Ingrey, lo normal era que se tratase de Lisette, la mayor, o Allisande, la mediana. Desde luego, no Perryne, la pequeña, que era la unica que había gozado de lo que podría llamarse una crianza equilibrada.
