A la mañana siguiente, las cancelas de Speedwell House se abrieron y se quedaron abierta por primera vez en siglos. Esperábamos invitados: la policía, los Dodd, los Sennitt-Sasse, los Careless, la mujer y los hijos de Jack Kirbyshire y los padres de David Butcher.
Bascom y Sorrel Ingrey habían preparado un inmenso desayuno: tostadas con mermelada, empanadillas de gambas al vapor, fruta fresca, jamón de Parma y finas lonchas de queso holandés. Para beber había té, café o zumo de naranja recién exprimido. Bascom estaba agotado; se había pasado toda la noche despierto, exprimiendo naranjas. Sorrel estaba durmiendo; uno de sus principios, que no rompía nunca, era que debía dormir nueve horas todas las noches.
A Lisette y Allisande, el festín que habían preparado en la cocina les parecía innecesariamente elaborado.
-¿A qué viene todo esto?- decían sin parar-. Hoy no es el cumpleaños de nadie. Es un día horrible. La comida es demasiado buena.
-Todos necesitamos comer- explicó Sorrel-. No puedes invitar a alguien a tu casa a estas horas de la mañana sin darle de desayunar, y ya puestos, mejor que sea un buen desayuno. Ahora, id a sentaros en el salón, chicas; estáis estorbando.
Lisette y Allisande fueron al salón y Bascom les llevó el desayuno mientras Sorrel trasteaba y decía palabrotas en la cocina. Odiaba el estrés y el follón de recibir visitas.
Los invitados se sirvieron bebida y un plato de comida y se reunieron en el salón (sin embargo, de camino al salón hubo mucho movimiento en el amplio vestíbulo georgiano y mucho paseo por otras habitaciones para echar una mirada por a célebre casa, que había estado mucho tiempo cerrada y provocaba el interés de todos os que vivían en los alrededores. Durante al menos media hora, todo el mundo mariposeó por la casa, explorando.)
Finalmente, todos vieron momentáneamente satisfecha su curiosidad y acabaron por acudir al salón (aparte de los agentes de policía que habían venido a llevarse de la biblioteca el cuerpo de David Butcher y que ya se había ido). Solo la policía y los Ingrey sabían qué era lo que estaba a punto de suceder. Los rostros de los Dodd y de los Kirbyshire mostraban su perplejidad por estar en Speedwell House, y se preguntaban qué era lo que hacían allí.
Cuando ya todos hubieron terminado de comer y cargados de energía para la terrible experiencia que se avecinaba, Sorrel se puso de pie y habló.
-Muchas gracias a todos por venir. Estos caballeros son policías; dentro de un momento se dirigirán al piso de arriba y arrestarán a mi hija menor, Perryne, por tres asesinatos: los de Malachy Dodd, Jack Kirbyshire y David Butcher.
La habitación se llenó de gritos ahogados y exclamaciones.
-¡Ya era hora!- exclamo la señora Dodd con tono maligno.
Sorrel continuó:
-Nosotros, la familia de Perryne, siempre hemos sospechado que era una asesina, a pesar de que ella lo ha negado con vehemencia. Pero una madre sabe cuándo hay algo torcido en la mente o en el corazón de su hijo, y yo siempre lo he sabido de Perryne, incluso antes de que asesinase a Malachy Dodd. Cuando él murió, y cuando lo hizo Jack Kirbyshire, supe que la culpable era Perryne, pero no podía demostrarlo. No tuve pruebas hasta que la vi apuñalar a David Butcher.
-Todos fuimos testigos del apuñalamiento- añadió Bascom-. Tambien yo, Lisette y Allisande.
-Podríamos haber llamado a la policía directamente- dijo Sorrel-, pero queríamos que estuvierais todos aquí. Somos conscientes de que todos nos veis como los protectores de Perryne, y es cierto que lo hemos sido. Nos hemos recluido a fin de mantenerla segura. Proteger a tu propia familia es un impulso natural.