Lisette sabía que la amenaza de su hermana era totalmente seria. Había fracasado en convencer a Allisande, y siempre iba a ser así. Los ojos de Allisande estaban llenos de odio por ella, más odio del que Lisette había visto nunca en ellos hacia Perryne- tres veces asesina.
Oh, Lisette lo comprendía, desde luego. De alguna forma retorcida, tenía sentido. Pero le rompía el corazón de todos modos.
Aquella noche, Lisette hizo una mochila y se escapó de casa. Abrió la vitrina de puertas de cristal, cogió la llave y se fue por la parte de atrás. Fue a la policía, les contó todo lo que sabía y se fue lejos de allí. Cómo le fue desde entonces, y cómo se abrió camino en el mundo... eso ya es otra historia, pero puedo decir esto: le fue excepcionalmente bien. Trabajó duro para labrarse su propia carrera y, una vez que lo logró, se casó con un hombre maravilloso y tuvo dos hijos fantásticos.
Pero había un problema: Lisette había construido su nueva vida, con un nuevo nombre, en un lugar situado a cientos de millas de Speedwell House. Echaba de menos terriblemente Kingswear y el río Dart. No a su familia, ni la casa, ni siquiera a Mimsie Careless. Al cabo de años de permanecer lejos de allí, Lisette se dio cuenta de que aquel lugar de Devon en el que había vivido era especial, y que lo añoraba desesperadamente.
Así que, después de muchos años, Lisette Ingrey (que se había cambiado de nombre para protegerse, a ella misma y a su familia) se mudó de vuelta al otro lado del río, con la esperanza de que eso bastase para no encontrarse nunca de manera fortuita con Allisande, a pesar de que no sabía si su hermana y sus padres seguían por allí, ni si vivían aún en Speedwell House.
Pero había algo que sí sabia: nadie había sido acusado nunca del asesinato de Perryne. En las noticias locales, Lisette oyó mencionar ocasionalmente que el asesino de Perryne Ingrey aún andaba suelto.
No la sorprendió: a pesar de saber con toda seguridad quién lo había hecho, no había podido aportar ninguna prueba concluyente. Si la policía hubiese interrogado a Allisande, habría oído una historia muy distinta; sin duda, Allisande habría fingido que había visto a Lionel, el barquero, entrando y saliendo a escondidas de Speedwell House con su caja de herramientas, y todo se habría reducido a la palabra de Lisette contra la de su hermana.
Y seamos realistas: en Kingswear y sus alrededores, todo el mundo, el policía incluida, pensaba que la muerte de Perryne Ingrey era una muy buena noticia.
Lisette sospechaba que su familia se habría mudado para dejar atrás las terribles reminiscencias. Después de todo, Bascom, Sorrel y Allisande se tenían unos a otros; no necesitaban el río Dart ni las verdes laderas de las colinas a una y otra orilla para ofrecerles alimento emocional y conectarlos con los fragmentos felices de su pasado ( que los había, a pesar del extenso catálogo de tragedias y violencias que acabo de relatar).
Lisette pronto averiguó que se equivocaba. Un día estaba comiéndose una ensalada de langosta en el Anchorstone Café de Dittisham, contemplando con tranquilidad los destellos del sol en las aguas del río. Cuando terminó de comer, pidió la cuenta. En su mesa, delante de ella, alguien puso un platito blanco con un trozo de papel doblado en él. No le dio mayor importancia hasta que lo abrió y vio la inconfundible caligrafía de su hermana Allisande. No era la cuenta. La nota decía <<Vete de Devon y no vuelvas jamás, o te mataré a ti, a tu marido y a tus hijos>>. Lisette se giró de inmediato en la silla, pero era demasiado tarde: Allisande ya se había ido.
Lisette rompió en mil pedacitos la horrible nota y los dejó en el plato; luego entró en el café y le preguntó a la mujer que atendía la caja si alguna de las personas que trabajaban para ella se llamaba Allisande Ingrey. <<No, no trabaja aquí- respondió la mujer-, pero ¿sabes una cosa? ¡Es muy extraño. Estuvo aquí hace un momento, pidió lo de siempre (¡de hecho, lo estoy preparando ahora mismo!) y dijo que iba a sentarse a una de las mesas de la terraza, pero no hace ni dos minutos la he visto darse el piro. Nunca lo había hecho antes, esto de pedir y desaparecer.>>