Perryne Ingrey no fue a la cárcel por el asesinato de Malachy Dodd; no había testigos que pudiesen afirmar con certidumbre que lo había matado, y ella lo negaba, cada vez más iracunda e incrédula, cada vez que le preguntaban.
Una noche, mientras Perryne dormía, el resto de la familia Ingrey debatía el espinoso tema. <<Sé que lo hizo, y Lisette también lo sabe- afirmo Allisande-. La oímos decir "¡Ja!" en el preciso momento en que el cuerpo de Malachy golpeó el suelo.>> (Lo más extraño es que ni los Dood, ni Bascom, ni Sorrel parecían haber oído este <<¡Ja!>> tan claramente audible. Quizá todos los confundieron con algún sonido procedente del otro lado del río, o con algún juerguista borracho en la cubierta de un yate de paso. En tal caso, se equivocaban de medio a medio; fue la voz de perryne, no había duda, y sus dos hermanas la reconocieron de inmediato).
Lisette, la mayor, no estaba de acuerdo con Allisande en que Perryne tenía que ser culpable. Tenía la firme sospechas de que su hermana menor era una asesina, pero no estaba dispuesta a utilizar <<tener que>> sin las pruebas adecuadas.
-El <<¡Ja!>> no demuestra que lo matase- dijo Lisette a los tres-. Lo único que demuestra es que estaba contenta de verlo caer y matarse.
-No pudo caerse de esta forma accidental- dijo Sorrel-. La ventana de la habitación de Perryne es demasiado alta para que eso sea posible.
-No estábamos allí, de modo que no podemos saber con seguridad lo que pasó- la contradijo Bascom; como en el caso de Lisette, su punto de vista sobre el nivel de las pruebas eran muy estricto-. Por ejemplo, puede que Perryne estuviese probando una especie de broma y la cosa fuera mal.
-¿Qué clase de broma?- La voz de Sorrel derrochaba incredulidad.
-¡Y yo qué sé! O quizá tenía previsto soltarlo, pero le resbaló.
-Entonces, ¿qué estas diciendo? ¿Qué lo tenía colgando de la ventana por diversión?- dijo Sorrel con brusquedad-. ¿O para asustarlo? ¡Ah, bueno, pues entonces no pasa nada! Mira, en lugar de perder el tiempo con especulaciones, ¿por qué no nos concentramos de decir qué hacer?
Bascom, Lisette y Allisande se quedaron de piedra; Sorrel no solía decir nada que pareciese tan organizado.
-¿Hacer?- dijo Bascom (aunque esta repuesta era más propia de Sorrel).
-Sí- repuso su mujer-. Todo el mundo en los alrededores cree que Perryne asesinó a Malachy, incluidos nosotros. Va a suceder algo, alguien (no los Dodd, que son demasiados lerdos, sino alguien distinto) va a tratar de vengar la muerte de Malachy. Las tinieblas flotan en el ambiente, ¿no lo notáis? Yo sí lo noto. Percibo que, vaya donde vaya, el odio hacía Perryne va creciendo. Le pasará algo; ella no se da cuenta, pero yo sí. El peligro nos rodea, y no solo perryne: también nosotros. ¿Y si un día alguien me arroja agua hirviendo a la cara por haber traído a una niña perversa al mundo?
-¡Mamá!- protesto Lisette y Allisande al unísono-. ¡No nos asustes!
-Me temo que, para protegerlos a todos, es posible que tenga que asustarlos- murmuró Sorrel.
Bascom le pidió pruebas de que peligro para la familia fuese real, pero Sorrel no las tenía.
Perryne siguió en su línea habitual; retorcida, sin atractivo y propensa a las rabietas. Dejó de responder preguntas sobre su papel en la muerte de Malachy Dood, cada vez que el asunto salía a colación, decía <<Ya lo he superado>>. Esto solo sirvió para exacerbar las iras de los habitantes del pueblo contra ella. En las calles, en las esquinas y en los mesones del lugar se decía en voz baja que Perryne Ingrey hablba de las trágica muerte de Malachy como si fuese una desgracia para ella, no para él; ella era la víctima principar, había sobrevivido y lo había dejado atrás.
Un día, durante un partido de rounders en una escuela local, Perryne estaba de pie en el césped del campo, bajo un árbol, cuando de pronto sintió algo alrededor del cuello. era una cuerda con un nudo corredizo que alguien había dejado caer desde arriba. Cuando miró vio a una persona sentada en una de las ramas altas del árbol. Los vaqueros y las zapatillas de deporte eran visibles, pero no la cara, de modo que Perryne nunca reconoció a su atacante.
(Seguro que estáis empezando a pensar que están a punto de asesinar a Perryne, ¿no? No os precipitéis.)
Sintió el nudo apretarse alrededor del cuello cuando su misterioso enemigo tiró de la cuerda. Por suerte para Perryne, su siguiente e impulsivo acción le salvó la vida; agarró la cuerda con las manos de forma que, a medida que se tensaba y que quienquiera que fuese la izaba en el aire desde la rama en donde estaba sentado, sus dedos pudieron separar el nudo del cuello lo bastante para poder respirar un poco. Se hizo bastante daño en los dedos, pero la tráquea no quedó destrozada.
<< Colgado del cuello hasta morir>>; así es como lo dicen, ¿verdad? Una expresión escalofriante.
Perryne Ingrey no murió en aquella ocasión. No creáis que podéis averiguar lo que va a suceder antes de que yo lo diga, porque no podéis; es imposible. Algunas historias son tan inimaginablemente terroríficas que no hay imaginación normal que pueda crearlas. Ni siquiera las personas habían conocido a la familia Ingrey durante años habrían podido prever lo que pasó. Incluso después -después de que Perryne fuese finalmente asesinada- nadie supo quién lo habría hecho, por qué ni cómo. Aún en nuestros días, si visitáis la vecindad de Speedwell House oiréis leyendas locales y rumores acerca de Perryne. Desde las mesas cubiertas de restos de cangrejos y langostas del Anchorstone Café en Dittisham a las empinadas calles de Dartmounth, con sus pequeñas galerías de arte en donde venden cuadros idénticos de cabañas de playa en colores pastel, y a lo largo de todo el río Dart, en cualquier tipo de embarcación que podáis imaginar, oiréis el nombre de Perryne transportado por el viento y susurrados por los árboles de la orilla. A veces es como si el nombre flotase en el agua, como si cientos de remos de madera lo impulsasen a través de la espuma: <<¡Perryne, Perryn, Perryne!>> (Desde luego, hay muchas personas fantasiosas y melodramáticas, así que yo no aconsejaría confiar en alguien que te pide que creas que el agua y los árboles pueden hablar.)
Pero una cosa es segura: la mayor parte de las personas que viven en Kingswear o alrededores siguen contando la terrible historia de Perryne Ingrey. Y lo más irritante es que, cuando terminan, todos dicen lo mismo: <<El misterio no se resolvió nunca. Nadie sabe quién asesinó a Perryne Ingrey>>.
Y eso, por decirlo claro, no es cierto. Yo sé quién asesinó a Perryne. Y los que no saben podrían averiguarlo fácilmente si utilizasen el cerebro. Cuando llegan al final del relato disponen de toda la información necesaria. En realidad está tan claro como el agua, pero son incapaces de ver los hechos a pesar de que solo hay una posibilidad lógica.
Pero volvamos a Perryne, que está colgando de un árbol lanceándose, mientras yo divago y me quejo de la falta de imaginación de la gente.
Si su aspirante a asesino hubiese persistido, Perryne podría haber acabado por morir; aun con los dedos entre el cuello y la cuerda, no quedaba mucho espacio para respirar. Por suerte para Perryne, el asesino vio cómo agarraba el nudo con una mano y eso le desanimó. <<Vaya- pensó seguramente-, se supone que dentro del nudo solo tiene que haber un cuello, nada más. Mi plan ha funcionado horrorosamente mal.>> El villano decidió dejarlo correr y darse el piro. Más tarde, Perryne le contó a su familia que había oído pasos pocos segundos después de caer al suelo. Mientras estabas allí tumbada, medio ahogada y frotándose el cuello con los dedos hinchados y heridos, oyó huir a su atacante.
Si se le preguntaba a Perryne (cosa que ya no es posible hacer, pero que al parecer alguien hizo mientras aún estaba viva), habría dicho que lo peor de aquella terrible experiencia no habría sido estar colgada de un árbol por el cuelo, con el temor de que una oscuridad sin fin estuviese a punto de engullirla. No, la peor parte fue ver los rostros de sus profesores y sus compañeros mientras estaba allí colgada, suspendida en el aire. Todos y cada uno de ellos pensaban que Perryne estaba condenada, y ninguno movió un dedo para salvarle la vida; veintinueve alumnos y un profesor se quedaron totalmente quietos, con sonrisas de admiración por el asesino en el rostro, felices de que Perryne le quedase poco tiempo de vida.
Solocuando resultó obvio que iba a sobrevivir, su profesor lanzó un suspiro y dijo:<<Bueno, será mejor que llamemos a una ambulancia>>