7: "¡¿Familia!?"

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Narra Sara

Ya estaba sentada en mi butaca, recargando la palma de mi mano en mi barbilla.

Voltee al gran ventanal que tenía al lado derecho. Era un día soleado. Pasaron dos pájaros volando.

¿Qué se sentirá volar?

Si todos pudiéramos volar, podríamos huir de todos nuestros problemas en todo momento; tener una vida más libre en todos los sentidos, y llegar a ser más felices.

Pero las cosas no son así, y nunca lo serán.

O al menos literalmente.

Seguía viendo a través de la ventana. Me daba paz tener esa vista.

- Muy bien alumnos, empecemos la clase - dijo la maestra Dulce.

Su voz hizo que me volteara, sacándome de esos pensamientos absurdos. Aunque la verdad, quería seguir viendo ese paisaje.

- Escuchen, el tema que veremos a continuación, puede ser un poco vergonzoso para ustedes... y puede causarles risa, pero eso está estrictamente prohibido. Quiero que se tomen esto con mucha seriedad. - sentenció con una mirada centrada.

¿Pues qué tema será?

- Primero que nada, vayan por su libro de ciencias naturales. - nos dijo ajustándose las gafas.

Todos nos paramos y fuimos por el. En el camino, Isabella se acercó a mi.

- ¿Pues que será? - me susurró en el oído.

Voltee hacia ella. Me encogí de hombros y negué con la cabeza, dándole a entender que yo tampoco tenía idea.

Cada quien se volvió a sentar en su respectivo lugar.

- Vayan a la página 140 - ordenó la maestra.

Y al ver esa página, sentía que mi cara se calentaba en segundos. El tema era "El desarrollo de los hombres y las mujeres". Y venían dos cuerpos desnudos. ¡DESNUDOS!.

- Como podrán ver, estas 2 páginas nos dan a conocer gráficamente el cuerpo de cada sexo, como también sus cambios físicos y emocionales.

No se porqué, pero siempre me ha incomodado hablar sobre estos temas. Siento un hormigueo por todo mi cuerpo y mis mejillas más coloradas.

Siento vergüenza.

Voltee a ver al resto de mi salón. Varias niñas también tenían las mejillas mas rosadas de lo habitual.

Uf okay, entonces será normal

Seguí observando un poco más, y me di cuenta que también había niños igual que nosotras. Algunos se estaban riendo discretamente, y susurrándose cosas; pero otros se veían avergonzados.

Entre ellos estaba él. No pude dejar de verlo por unos segundos. Sus mejillas estaban más coloradas que de costumbre, y desviaba la vista del libro. Tenia la palma de su mano recargada en su mandibula.

Sonreí inconscientemente.

De la nada, volteó hacía mi. No me lo esperaba, y retrocedí tantito la cabeza del susto. Me dirigió una fulminante mirada, por lo que yo se la regresé además de sacarle la lengua. Regresé mi mirada hacia enfrente.

ODIO A LAS NIÑASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora