Narra Sara
Ya me había levantado, era un domingo por la mañana. Mi mamá y yo estábamos desayunando huevos con jamón.
- ¿Hija, estás lista para mañana? - me preguntó entusiasmada.
- Pues... mas o menos - dije poco convencida.
- No te pongas nerviosa Sara, sé que harás muchos amigos - dijo en un intento de darme ánimos.
Mañana es mi "primer" día de clases. Y pongo entre comillas la palabra "primer" porque entraré faltando 2 meses para salir de cuarto grado. Hace poco nos cambiamos de ciudad porque a mi mamá le ofrecían un mejor trabajo aquí.
Cuando acabamos de desayunar, lavamos la loza que ensuciamos.
- ¡Hija! - exclamó de repente agarrándome de un brazo.
Grité y di un mini brinquito por el susto. Me toqué el corazón y suspiré pesado.
- ¿Qué pasa? - dije calmándome poco a poco.
- Nada, sólo quería ver tu reacción - dijo para luego soltar una carcajada.
Primero sólo me le quedé viendo con cara de pocos amigos, pero poco a poco empecé a reír hasta que me carcajeé como ella.
Desde siempre mi mamá ha tenido una risa muy contagiosa que alegra y brinda calidez en cualquier lugar en el que esté.
- Ay mamá, siempre eres tan impredecible- le dije aun riendo un poco.
Se me quedó viendo aún con una sonrisa en sus labios. Cada vez que sonreía se le hacía un hoyuelo únicamente en la mejilla derecha; el cual yo, afortunadamente heredé.
Me abrazó, y me empezó a dar pequeños besitos por toda la cara. Me daban muchas cosquillas, así que intenté quitarme, pero apenas me podía mover de la risa que me daba.
Segundos después dejé de sentir cosquillas. Por fin me dejó dar un gran respiro.
- Mamá... casi me dejas sin.. respirar... de tantas.. cosquillas - terminé de decir aún bofeada. Hasta me había agarrado de una silla y todo, para estabilizarme.
- Perdóname mi tesoro, sabes que así te demuestro mi amor - me dijo mandándome un beso a distancia.
Sonreí mirando al piso, aún agarrada de la silla. - Lo sé mami - dije volteando a verla.
Siempre me ha dicho que yo para ella soy su tesoro más preciado. Amo a mi madre. No la cambiaría por nada del mundo.
Luego de eso, mi mamá fue a desempacar unas cajas. Aún no nos habíamos instalado del todo; yo me había ofrecido a ayudarle, pero me dijo que ella se encargaría de lo poco que faltaba por sacar. Así que por lo pronto, fui a mi cuarto y prendí la tele.
Me topé con esa serie que me hizo recordar a ese niño tan grosero y malcriado.
- Barbie in the dreamhouse - estaba saliendo la intro.
La verdad no era como sí odiara ese programa, mas bien no me llamaba la atención. Prefería ver algo como Dragon Ball.
No se porqué toda la gente se extrañaba cuando les decía que no me gustaba esa serie. Me caía mal que mi familia empezara a decir comentarios como "Pero Sarita, no pareces niña" o "¿Te gusta esa serie china? Eso es de niños".
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ODIO A LAS NIÑAS
RomantikÉl es Matt. Un niño al que sólo le importa divertirse con sus amigos, jugar videojuegos y sacar buenas calificaciones. ¿Lo que más odia? Fácil. Las NIÑAS. Ella es Sara. Una niña que llegará al mismo colegio que Matt, y que no se dejará pisotear por...