"Esta vez me quedare callado." [NamJin]

"La presencia física es sólo una ilusión para el amor." (Parte 3)

El amor a distancia probablemente sea la mayor prueba de amor que pueda existir.

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Habían pasado ya algunas semanas desde que NamJoon no venía a la escuela, su contacto conmigo no era constante, y en general era por las noches, el único que me mantenía algo al tanto era su amigo JiMin, pero sabía que algo no iba bien, me estaban ocultando cosas, y estaba preocupado por lo que fuera, en todo momento estaba distraído y susceptible, nada parecía estar bien.

—¿Disculpe? —escuche a alguien hablarme, interrumpiendo mis pensamientos, olvide que seguía en la escuela.

Voltee y vi a un chico más o menos de mi altura, cabello color chocolate, ojos pequeños oscuros, llevaba láminas de papel, una mochila pequeña y algunos cartapacios.

—¿Puedo ayudarlo?

—Soy un profesor de intercambio, de la facultad de arquitectura, Lee Jae Hwan. —me dio una amplia y deslumbrante sonrisa. —Como acabo de llegar, quisiera que alguien me enseñara las instalaciones, y pues, me gustaría que un jovencito tan lindo como tú, me ayude con eso.

—¡Jin Sangsenim!

Él fue interrumpido por mis alumnas que llegaban a montón, y de nuevo Hee no se encontraba con ellas. Al ver al otro profesor, hicieron una reverencia.

—¿Sangsenim? —cuestionó el chico, quien luego me miró.

—Soy Kim SeokJin, soy profesor de la carrera de gastronomía. Bienvenido, Jae Hwan. —hice una reverencia.

—Sin abusar de mi confianza, ¿qué edad tiene, SeokJin...?

—Treinta años. —dije algo tímido.

Jae Hwan palmeó mi hombro. —Te diré Sunbae, ¿sí? Y tú puedes decirme Ken.

—Un amigo. —pensé ciertamente emocionado ante lo ocurrido.

—Usted es el nuevo profesor de arquitectura, ¿no es así? —pregunto una de mis alumnas.

Devolvió la mirada hacia una de mis alumnas. —Evidentemente señorita, —él se acercó mucho a ella. —sería magnífico que usted fuese una de mis alumnas —tomó una de sus manos y la dirigió a sus labios. —, pero si no es así, me gustaría que me dijeras Ken Sangsenim. —entonces beso el dorso de su mano.

Todas mis alumnas contemplaban la escena, conmovidas y sin emitir sonido alguno, aunque yo estaba prácticamente igual, este hombre tenía un encanto natural y espontáneo.

—Les ayudamos con sus cosas. —dijeron todas, mientras tomaban algunas de mis cajas y las carpetas de Ken.

—Esta escuela es increíble, las alumnas son hermosas. —dijo con un brillo extraño en los ojos. —Y sus maestros muy guapos. —dijo pasando su brazo por sobre mis hombros.

Reí ante la acción.

—Eres un Don Juan, ¿no es así?, bueno aunque las alumnas son realmente lindas, ten cuidado, aquí se toman muy en serio las relaciones alumno-profesor, yo en tu lugar no sería tan tierno con ellas.

—Ellas habían venido a verte a ti, ¿no es así? ¿acaso no debes predicar con el ejemplo?

—Ellas vienen porque así lo quieres, yo nunca las obligaría a hacer algo que no quisieran.

—Oh, vamos, ¿acaso no has tenido una historia con alguna alumna?

Mi mente quedó paralizada por un momento. —No.