"Profundo es la eternidad, alto está el cielo, ambos inalcanzables." (Parte 5)

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La eternidad suele estar subestimada, la usamos de manera ambigua, subjetiva y en nuestro lenguaje coloquial, un buen ejemplo es cuando pensamos que cierto periodo de nuestra vida es eterno, sabemos que no es verdad, pero, la eternidad esta subestimada.

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--Jin Sunbae, ¿todo bien? —yo estaba con la cabeza sobre la mesa, tratando de lidiar con el ataque que parecía estar por venir.

Con la voz cortada y la garganta seca contesté. —Sólo... No me siento muy bien.

—Estás temblando, ¿seguro?

—¿Puedes... puedes darme un vaso de agua? —cubrí mi rostro con ambas manos mientras trataba de nivelar mi respiración y apaciguar mi taquicardia.

Él no cuestionó nada y me sirvió un poco de agua, entonces bebí con avidez. Ken me daba pequeños golpes en la espalda, haciendo que me tranquilizara, al final sí pasó.

—Lo siento, creo que... Estoy un poco estresado, ¿sabes?

—¿Por NamJoon?

—¿Qué?

—Bueno, se podría decir que escuché mientras tú y HeeSok Hagsaeng hablaban. No oí todo, pero repitieron mucho ese nombre.

Me quedé callado, solamente faltaba que toda la escuela se enterara.

—Mira, parece que no quieres hablar de ello, y está bien, no te obligaré a hablar, pero sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿sí, Jin Sunbae?

Lo miré apenas de reojo, me hizo sentir seguro y relajado, exhale profundamente y sonreí. —Prometo contártelo, cuando sea el momento.

—No tienes porque, pero agradezco tu confianza. —sonreímos, pero el silencio no duró demasiado. —¿Sabes que te puede hacer sentir mejor?

—¿Tus imitaciones? Probablemente, pero no en este momento.

—No soy predecible Hyung. —volvió hacia las puertas de mi salón y las cerró, no sin antes vigilar que nadie estuviese por los alrededores. —¿Quieres probar algo?

—¿Cocinaste algo? —coloqué mi rostro entre mis manos que estaba recargadas en la mesa.

—No, es... Algo así como un relajante.

—Ken, ¿qué mierda...? —sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña jeringuilla que contenía un líquido rojizo, más bien café. —¿Qué es eso?

—¿Por qué no lo pruebas? —la dejó sobre el escritorio cuidadosamente. —Puedo inyectarla yo, si quieres.

Lo mire con dureza, dispuesto a negarme, sin embargo, las palabras no salieron, baje la mirada, ni siquiera un suspiro escapó, algo me lo impedía, me provocaba pesadez y un cosquilleo en la garganta, como si estuviese por gritar... o llorar.

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El desprecio hacia nosotros mismos es algo que todos sentimos en algún momento, a veces es efímero, pero también puede ser perdurable, sino se entiende y se trata, es peligroso, porque si es silencioso, te lastima de la misma manera, tú mismo te dañas, te mantiene prisionero del juicio ajeno, y aceptas todo lo que se te impone, incluso si no te ves obligado, porque no amarse es una forma sencilla de matarte todos los días.
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—Si no te convence, prueba esto, es más fuerte, pero ingerirlo es más fácil. —esta vez dejo un pequeño pedazo de lo que parecía ser papel, era de colores brillantes y textura áspera, sí, lo toque.

"Esta vez me quedare callado." [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora