"Esta vez me quedare callado." [NamJin]

"La fuerza más imprescindible es la del amor." (Parte 1)

Cuando la presencia de alguien se vuelve indispensable, es entonces cuando más te debes amar.

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—Esta en su penúltimo año de carrera, con el mejor promedio de su clase, ese muchacho tiene un gran futuro.

—Su familia tiene un negocio familiar, ¿no es así? Es probable que se quede a cargo de él.

—¿Estará interesado en alguien en este momento? Mi hija estudia derecho, y siento que él es un buen partido para ella.

—Él está interesado en alguien. —un susurro apenas audible escapó de los labios de SeokJin.

—¿Que decías?

—N-nada, debo irme ya. —la culpabilidad y el sentimiento de angustia desbordaron sus sentidos y sólo quería escuchar que todo iba bien.

—Siempre que hablamos de NamJoon hagsaeng usted se va o trata de cambiar el tema, ¿ha tenido problemas con él?

—¿De qué se trata SeokJin?

—Nada de nada, con permiso.

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Lo secreto comienza a ser visible, y los sentimientos se llevan a flor de piel.

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—Nam, ¿qué haces aquí? —Jin cerró las puertas del salón precipitadamente una vez entre.

—Quiero acompañarte de regreso. —regrese mi mirada, sonreí al ver que su ligero sonrojó se avivaba mediante me acercaba a él. —¿Está mal?

—N-no es lo que quiero decir. —abulto sus labios avergonzado mientras retrocedía, hasta que se estampó con la puerta. —¿Qué tal si nos ven?

—Entonces debemos apresurarnos. —recargue mi mano en la puerta a un lado de su rostro, inclinándome hasta su altura. —Jinnie. ~

—¡N-no me hables así de la nada! Sabes que... —me acerqué incluso más a sus labios.

—¿Qué es lo que sé? —cuestione con una media sonrisa.

Rodó sus ojos mientras giraba su cabeza, evitando mi mirada, y también mis deseos de besarle.

—Sabes que —arrastraba sus palabras de manera muy seductora, que, increíblemente, aparecía de manera natural, sencillo pero mortal. —... No puedo resistirlo.

Reí bajo y agache mi cabeza. —Yo tampoco si continúas hablándome así. Vámonos.

Tomé su mano, su abrigo y su bolso, que estaban colgados en un perchero junto a la puerta. Caminamos con cautela y rapidez hasta la salida, donde, como siempre, nos dirigimos a su casa, tomábamos un tren, nos íbamos al último vagón, y nos besábamos hasta llegar a nuestro destino.

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Tener miedo al amor, es algo común, pero, ¿por qué? ¿Desde cuando debe de haber lágrimas por sonrisas, sacrificios por momentos, secretos por promesas?, el amor no es una guerra, o al menos, no debería serlo.
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—¡Y-ya tuve suficiente! Hazlo ya, mierda.

—Ah, ¿SeokJin Hyung ha estado en abstinencia de mí? Sólo han pasado tres semanas. —besé la punta de su nariz sin dejar de lubricar debidamente su trasero.