Capítulo 35

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En el comedor, todos cenaban con gran apetito. Solo se escuchaba el sonido de los cubiertos contra los platos y las masticadas, acompañadas de uno que otro eructo.

Yaxkin observaba a los terrícolas comer, notando que por lo menos en cuanto a alimentarse no se diferenciaban de ellos. Todo el proceso de masticar, tragar y digerir era similar. En lo que no se semejaban era en los eructos y en la necesidad de hablar mientras se alimentaban. La conversación comenzó cuando el hambre fue menguando.

—Me gustaría saber si podemos ver otra película —murmuró Renato.

—Oh, a mí también. —Sereno levantó la mano, como si se hallara en la escuela, moviéndose nerviosamente. Comenzaba a sentirse satisfecho, por lo que su mente retomaba el pensamiento de las drogas.

—A mí me gustaría saber de dónde salió la película —dijo Ubaldo, hablando con la boca llena, escupiendo sin querer un poco de comida.

—¿No te dijo tu madre que no se habla con la boca llena? —Federico lo miró con el ceño fruncido.

Bite me. —Ubaldo tragó y le sacó la lengua.

—Sabes lo que significa sacarle la lengua a otra persona, ¿verdad? —Sereno soltó una risita.

—¿Qué significa? —preguntaron Hansel y Renato a la vez.

Sereno y Ubaldo soltaron una risa sorprendida. El resto los miró igual de sorprendidos, pero sin reírse.

—Ay, por favor, cuán inocentón se puede ser... —se burló Ubaldo, antes de soltar un jadeo en voz alta y girarse a mirar con ojos muy abiertos a Federico.

—¿Qué significa? —preguntó Yaxkin, mirando a todos los humanos. No recordaba haber estudiado ese gesto ni su significado.

—¿Estás bien, Ubaldo? —preguntó Sereno, observando lo sonrojado y misteriosamente silencioso que estaba.

—Ujum, ujum. —Ubaldo asintió, sin despegar la mirada de Federico, que lucía completamente tranquilo.

Sereno frunció el ceño, mirando de uno a otro, hasta que descubrió que Federico tenía una mano por debajo de la mesa. Se tapó la boca con una mano para encubrir su risa. ¿Sería posible que...? Si tiraba un cubierto al piso, ¿podría ver lo que sucedía o Federico se daría cuenta y regresaría su mano a la mesa? Moría por descubrirlo. Cualquier cosa era mejor que pensar en las drogas, así que fingiendo toser, dejó caer su tenedor.

—Significa que estás pidiendo un beso —explicó Agatón, ligeramente incómodo. Como nadie se había ofrecido a explicarles, decidió tomar el toro por los cuernos.

—Un beso francés —soltó Sereno, riéndose, como si su explicación le diera risa. Cuando lo que realmente lo había hecho reír, había sido comprobar que Federico le había apretado la entrepierna a Ubaldo para callarlo. Por desgracia, Joei lo había visto asomarse por debajo de la mesa y se había echado a ladrar a modo de juego, haciendo que Federico subiera la mano a la mesa. Sin embargo, por el bulto entre las piernas de Ubaldo, a este no le había molestado ni un poquito el 'castigo' recibido.

—Oh. —El sonrojo de Renato competía con el de Ubaldo.

Hansel, por el contrario, ladeó la cabeza, analizó lo explicado y se encogió de hombros.

—En cuanto a tu pregunta, Ubaldo —comenzó como si todo lo hablado de sacada de lengua y significado no hubiera ocurrido—, fui yo. ¿Quieren ver otra de comedia romántica? —Miró a los demás.

—Niño Maravilla —refunfuñó Ubaldo, intentando calmar sus hormonas—. Mejor una de drama.

—Con mucha acción —pidió Agatón.

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