—Parece que no soy el único que tiene un mal día.
¿Por qué tenía que pasarme todo a mi? ¿No tenía ya bastante con estar ahí tirada que tenía que venir Luke a burlarse de mi?
—Me alegro por ti—dije irónicamente mientras le sonreí de la manera más falsa que pude—y ahora dejame en paz.
—Ninguna chica se resiste a mis encantos—se agachó hasta quedar enfrente de mi, cerca del suelo—deja que te ayude.
"Ninguna chica se resiste a mis encantos" ¿hola? ¿de qué va? sí, puede que sea muy guapo, pero si era así de capullo se podía ir a la mierda. Seguramente se estaba burlando de mí, y ahora mismo no estaba de humor depués de haberme llenado de barro. Genial todo.
—No necesito ayuda—me levanté por mi misma, aunque casi me resbalo, pero no se notó.
Luke se levantó y se quedó mirándome, me sentía incómoda, pero de una forma extraña, no era una incomodidez digamos que mala, era raro, no sabía cómo expresarlo. Me ponía nerviosa, me sacaba de mis casillas, me hacía actuar cómo normalmente no actuaba, pero tal vez me ponía de mal humor por lo que me había pasado, y no por él. ¿os he dicho alguna vez que le doy 129481204 vueltas a las cosas? me iba a volver loca cualquier día.
—Adiós.
Luke se giró y se fue, no entendía nada ¿la había cagado? ¿solo se quería burlar de mi? sí seguro que era eso.
Seguí mi camino pero no pude deshacerme de Luke caminando por la misma calle que yo, hasta que llegué a casa. Me figé en él durante todo el camino, no lo pude evitar.
Llegué a mi casa y me quité la ropa mojada, para colmo cogí frío, pero afortunadamente no se me mojó nada más que la ropa. Nada de libros. Menos mal.
Me metí en la ducha y acabé llorando cuándo me acordé de aquella zorra, la odiaba con todas mis fuerzas, pero no podía hacer nada porque no quería que me volviese a hacer la vida imposible. Lloraba con fuerza, contra las gotas de agua que caían de la ducha, siempre prefería llorar en la ducha porque era cómo si no lo estuviera haciendo realmente, me desahogaba pero a la vez era cómo si no llorase porque las lágrimas se iban con el agua que caía despues de a ver recorrido las tuverias.
Me pusé mi pijama, no sin antes fijarme en que los moratones seguían ahí. Pero cada vez se notaban más. Supongo que eran hematomas y que en un tiempo se habrían ido. Alguien llamó a la puerta y yo fui a abrirla, me alegré al ver a Lea al otro lado.
—Lea ¿qué haces aquí?—dije en el tono más calmado que pude, me alegraba verla, pero le dije que no viniese a mi casa.
—Perdón, sé que te dije que no viniese a tu casa, pero necesitaba contactar contigo y cómo no tienes móvil pues...—tenía razón.
—Sí, bueno dime ¿qué quieres?
—Bonito pijama—sonrió y yo no pude evitar sonreír también—¿te vienes conmigo de compras?
—No me apetece Lea... lo siento—no tenía ganas de nada. Quería comer y meterme en la cama y dormir hasta que volviera a sonar el despertador.
—¿Estás bien?—debía de haberlo notado en mi cara.
—No tengo ganas, de verdad—no sabía que contestarle era evidente que algo me pasaba.
—Podemos hacer otra cosa si quieres.
No sabía que hacer, pensé en invitarla a pasar a casa, de todas formas mi padre no volvería hasta el sábado así que no pasaba nada si invitaba a Lea a casa.