Capítulo 10

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- Señor Carlos - dice asustada - no sabía que estaba acá, disculpe la intrusión - agarra la bandeja con los platos vacíos y cierra la puerta rápidamente.

- ¿Es? - digo retomando la conversación reciben interrumpida.

- ¿En serio quieres saberlo? - se levanta de la camilla - Es la única salida que tienes, debes aceptarla si o si, a menos que prefieras quedarte encerrada en un manicomio.

- Pronto cumpliré 18 años, no puedes manipularme con eso.

- Muy bien, te pondré las cosas así. O aceptas mis condiciones sean cuales yo decida o pago lo que sea necesario para que te quedes encerrada en un manicomio hasta que se me plazca sacarte. - ¿En qué momento mi padre se convirtió en un monstruo? o ¿ya lo era y no había sido capaz de verlo?- Ahora si, ¿Cuál eliges?

- ¿Cómo es posible que seas mi padre? es que no mereces ni siquiera ser llamado así. - sus ojos me miran con ira - ¿Eres consciente de lo que me estás diciendo?

-Sabes qué, volveré más tarde cuando termines de formularte todas esas estúpidas preguntas que no valen la pena responder - camina hacia mi- espero que cuando vuelva tengas una respuesta, ¿bueno?- Me quedo estática sin saber que hacer ante su presencia, siempre pensé que él era mi escudo protector y mi héroe, ahora me doy cuenta de lo diferente que puede ser cuando algo no sale como lo ha planeado, nunca ha sido mi vida, siempre ha sido manipulada por él.

Me quedo en silencio, él solo me observa y se retira sin decir ni una sola palabra. Vuelvo a la camilla cuando mi cuerpo deja de temblar y me recuesto sobre el duro colchón, espero toda la tarde viendo hacia la puerta que alguien entre o pase pero no sucede nada, el silencio invade todo el lugar, mi estómago pide comida pero ni siquiera hay alarmas para llamar a las enfermeras, es demasiado espeluznante este cuarto. Observo todas las esquinas y puedo ver en el techo una cámara pequeña, es casi imposible notarla por lo tanto no estoy segura si está encendida. El tiempo transcurre, no tengo idea de la hora que es pero ya no aguanto más el hambre, me levanto muy despacio hacia la puerta y comienzo a golpearla con fuerza, el sonido metálico resuena por toda la habitación, es bastante ensordecedor pero no puedo parar hasta que alguien llegue.

Pasan varios minutos pero nadie llega, ¿acaso es algún castigo? Siento mi cuerpo agitado y mis manos sudorosas, intento relajarme pero el dolor empieza a maximizarse por todo el cuerpo, trato de respirar profundo y expulsar el aire pero no logro hacerlo correctamente, mi cabeza empieza a doler, necesito que alguien que me ayude, duele demasiado.

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-¿Cuándo crees que vaya a despertar? - dice una voz femenina.

-No lo sé pero espero que pronto lo haga, ya nos esta causando muchos problemas - Responde un hombre de voz gruesa.

-Pero si todo ha sido tu culpa - Reclama la mujer.

-¿Mi culpa? -Bufa- pero si yo no le hice nada -Habla nuevamente el hombre.

-No te hagas el inocente, tu dejaste a nuestra hija en este estado - Solloza - Si tan solo nada de esto hubiera pasado.

-Pero pasó, así que no vamos a buscar culpables ahora.

-El único culpable eres tu.

-¿Qué rayos te ha pasado? Hace pocos días estabas de mi lado y ahora si la defiendes a ella- Golpea algo con fuerza - A mi no me vas a dejar en esto solo Julia, solo quiero el bienestar para mi hija igual que tu.

-Carlos cálmate, yo te apoyo pero esta vez te has pasado ¿Qué estabas pensando al dejarla en ese tipo de lugar y además sin darle comida por 2 días?

¿2 días? No puedo creer que hubiese pasado todo ese tiempo, el escucharlos hablar de esa manera me hiere demasiado, esas personas definitivamente no son mis padres, intento disimular que sigo profundamente dormida mientras ellos siguen en el cuarto.

-Solo quería que ella pensara bien las cosas- se defiende el hombre.

-Has perdido la cabeza, eso no justifica lo que hiciste. Por eso casi la matas, ¿acaso quieres perderla?

- ¡Ni se te ocurra decir eso! -Grita enojado.

- Pues eso es lo que estás haciendo, deberíamos dejarla en paz.

- ¡Eso nunca! No aceptaré que ella tenga esos gustos.

- Pero es nuestra hija, he pensando mejor las cosas y deberíamos apoyarla.

- ¡Cállate! - suena un golpe en seco.

Abro los ojos y me incorporo rápidamente ignorando el dolor en mi cuerpo, veo a mi madre tirada en el suelo y a Carlos agachado intentando pararla.

-¡suéltala! – lo miro con rabia – ¡Eres un animal!

-¡Todo esto es tu culpa!- responde enojado.

Lo ignoro y oprimo el botón de emergencia, dos enfermeras entran al cuarto en menos de un minuto, observan a mi madre tirada en el suelo y corren a socorrerla, una de ellas coge un teléfono y a los pocos segundos llegan unos paramédicos con una camilla, la suben y se retiran de la habitación. Carlos solo observa todo en silencio, no hace nada para ayudar, simplemente observa.

-Todo es tú culpa – me mira con odio – Si tan solo fueras normal como tú hermana, no es muy difícil serlo pero tú … – se queda en silencio – tu madre tenia razón, quizás todo este tiempo solo he querido matarte pero he fallado –Se acerca a la camilla – tú no deberías existir, esta no es mi hija.

-Espera un poco –tengo miedo, mucho miedo- ¿Qué estás diciendo? Debes calmarte, no te precipites.

-Cállate, Cállate – me agarra del cuello – tu no eres mi hija, no lo eres – aprieta con fuerza.

-Detente – hablo con dificultad – papá, detente.

-No me llames así – ejerce más fuerza.

Solo puedo mirarlo a los ojos con miedo, los suyos muestran odio, rabia y desprecio. No se va a detener, siento como el aire es cada vez más escaso y mis pulmones suplican por él, agito los brazos e intento golpearlo pero eso solo logra enfadarlo más, busco el botón de emergencia con mis manos, toco por todas partes hasta que escucho como algo cae al piso. Siento que es mi fin, ahora si me va a matar, no puedo aguantar más.

¿Es tan malo querer a una mujer? (Novela Lésbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora