La cita

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N-(Nati)

Acabábamos de volver del campamento y los chicos llamaron a nuestras vecinas y no volví a saber más de ellos hasta que entraron por la puerta.
Todos estaban ocupados, Gerard con Cris y Xabi con Clara, pero yo no sabía que hacer, hasta que se me ocurrió hablar con Rodrigo.
Ya hacia un tiempo que no hablaba con él, y ahora que vivimos en la misma ciudad (es el porqué de que les convenciera a los chicos para mudarnos aquí) podemos quedar más a menudo.
Cogí el teléfono y le llamé.

-¡Hola Ro!
-Hola Nati, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tú?
-Muy bien, bueno, ¿qué querías?-me preguntó.
-Nada en especial, es que no tengo nada que hacer y me gustaría saber si te apetece ir a dar una vuelta...-le propuse un poco nerviosa.
-Yo por mi genial, ¿a dónde vamos?-me respondió.
-¿Al parque?-le pregunté.
-Genial, nos vemos allí a las 17:00.
-Vale, hasta ahora.
-Chao.

Colgué y nada más dejar el teléfono Xabi se acercó y me hizo un interrogatorio.

-¿Con quién hablabas? Seguro que con Rodrigo ¿eh? Querías tener una cita con el ¿verdad? Pillina, deberías de llevar algo bonito pero que sea apropiado para ir al parque. Además, tiene perro ¿no? Seguro que lo lleva. Bueno dejo de presionarte porque ya debes estarlo de haberle propuesto eso.
-Si, aunque no sé si... Un momento, ¿cómo sabes que vamos al parque?-le pregunté sorprendido
Él simplemente respondió con un:
-Intuición...-le miré con una cara rara, pero él siguió hablando de todas formas-bueno, ahora vete a prepararte, ya avisaré a Gerard de que te vas, y si necesitas ayuda que sepas que siempre ando por aquí.

Cuando por fin terminó de hablar fui a mi cuarto y miré la ropa que tenía para ponerme, ¡no tenía nada para la ocasión! Lo mucho que había era un chandal, pero no quería llevar eso. De repente escucho que alguien llama a la puerta, era Clara.

-Xabi ya me lo ha contado (nota mental 1: nunca le cuentes nada a Xabi porque se lo contará a todo el mundo) y era por si te podía ayudar con algo (nota mental 2: cuéntale las cosas a Xabi porque de alguna forma será capaz de ayudarte).
-Pues vienes en el mejor momento Clara, es que no tengo nada que ponerme...

Empezó a mirar todo lo que tenía en el armario durante 2 minutos y luego lo cerró. Me miró y dijo

-¿Cuándo tenias pensado comprarte algo para estas situaciones?
-No se, tampoco pensaba que fuera a pasar...-le respondí, aunque más bien era porque no tuve tiempo para ir a comprarla.
-¿Qué hora es y a qué hora quedasteis?
-Pues quedamos a las 17:00 y son... Las 16:45...-me quedé sin aliento, no me daba tiempo a comprarme nada, ya no sabía qué hacer, hasta que ella dijo.
-Te puedo dejar algo mío.
-¡Sería genial! ¡Muchísimas gracias!-exclamé emocionadisima.

Salimos de mi cuarto y nos dirigimos a su casa. Rápidamente subimos las escaleras y cuando entramos abrió su armario, ¡había un montón de ropa!

-A ver que puedo dejarte...-suspiró por lo bajo.

Empezó a revolver todo el armario y sacar ropa que según ella servía para la ocasión. Ahora tocaba probársela.
Después de un rato viendo todo me decanté por un vestido rosa clarito y blanco, que por cierto, era de mi talla. Eso con unos zapatos blancos estuve ya preparada. Miré el reloj y era las 16:55.

-Bueno, mejor me voy yendo que si no llego tarde.
-Vale chao, y suerte.

Me llevé de casa un bolso y dinero para invitarle a algo, no pienso dejar que lo pague todo el.
Llegué al parque y el ya estaba allí, y por suerte no estaba su perro, si no iba a destrozar el traje y no era mío, así que contra menos se ensucie mejor.
Me acerqué y mi corazón no dejaba de latir, ¡pensé que se me iba a salir!

-Ho...ola Ro.
-Hola, ¿Qué tal estás? Ya hacía tiempo que no nos veíamos.

Me daba miedo casi hasta hablar, pensaba en cada palabra que decía para no pifiarla.

-Yo... muy bien... ¿Y tú?
-Muy bien, oye, hace un poco de calor aquí ¿no?

Cada vez que él hablaba se me pasaba el nerviosismo, hasta el punto en el que ya hablaba a la perfección.

-Pues si... Podemos comprar unos helados, invito yo.-le ofrecí.
-No es mala idea, vamos.

Nos levantamos y agarrados de la mano fuimos hasta un chiringuito de helados. Inconscientemente iba cantando en voz baja una canción que me había estando taladrando la cabeza desde hace unos días.

Cuando acabamos de pagar los helados aún seguía cantando la canción cada vez un poco más alto.

-¿Qué cantas?-me preguntó intrigado.
-¿Estaba cantando? Pues no me di cuenta.
-Para no darte cuenta lo hacías muy bien. Cántala otra vez a ver si adivino cuál es.
-Vale, pero si te destrozo un oído no es mi culpa, yo ya te avisé.-le advertí medio riéndome.

Nos pasamos así un rato riéndonos de cómo cantábamos. Después dimos una vuelta por el parque.

-¿Y por qué te mudaste aquí?- me preguntó.
-Me apetecía cambiar un poco de aires, además vengo con unos amigos y no me siento muy sola.
-Tienes que invitarme un día a tu casa y así les conozco.
-Vale, pero hoy no creo que puedas. Están muy ocupados.-le dije, aunque en mi mente solo me preocupaban 2 cosas: la cita y cómo estaría la casa para cuando volviera.
-Bueno, pues otro día será.-me respondió con una sonrisa.

Empezamos a contarnos chistes y a hablar lo que nos había pasado hasta ahora, ya que llevábamos meses sin vernos.
Al final del parque estaba la playa, en la que me hubiera encantado bañarme, pero no tenía el bañador así que no podía ser.

Llegamos a un banco, estaba poniéndose el sol y nos dirigimos hacia allí, mientras hablábamos por el camino.

-¿Sabes? Hay un chico que me gusta y quería declararme...-le empecé a contar, pero no me dejó terminar y me dijo.
-¿Si? Genial.-dijo cabizbajo.
-Pero para eso necesito que me sigas.

Se quedó sorprendido y sin decir nada comenzó a seguirme. Cuando estábamos a punto de llegar al banco me preguntó.

-¿Pero para qué necesitas que vaya?

Nos sentamos en el banco y le contesté con la sonrisa más alegre que conseguí poner con el nerviosismo que tenía.

-Porque esa persona eres tú.
-¿En serio? ¡Es genial!- me respondió con otra sonrisa.

Empezamos a acércanos cada vez más hasta que nuestros labios se unieron formando uno solo. Era un beso apasionado.

Solo paramos cuando nos quedamos sin respiración.

-Hoy es el mejor día de mi vida.-le dije a lo que él respondió con:
-Yo no voy a decir lo mismo porque espero vivir más días así contigo.

Nos quedamos en ese banco viendo el mar hasta que decidimos que ya era hora de volver. Cuando llegamos a mi casa nos dimos otro beso, nos despedimos y mientras él se iba a su casa yo solo pensaba en dos cosas: en que quería repetir ese momento tanta veces como hiciera falta y en cómo estaría la casa cuando abriera la puerta.

Salseo En El ParaisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora