➢ uno.

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Cuatro años antes.

Inhalé y exhalé mientras me observaba en el espejo. Estaba convenciéndome mentalmente a mi misma de que debía dejar los nervios a un lado y concentrarme. Pero era imposible. No conseguía calmar mis nervios ni con ejercicios de respiración. Tendría un ataque ahí mismo, en el baño de un set y nadie se daría cuenta de ello.

— Vamos, Emily, no es la primera vez que actúas. Tú puedes.—me dije a mi misma mientras seguía mirándome en el espejo. Mi cabello rubio estaba recogido en una alta coleta, que apretaba un poco y empezaba a hacerme sentir un pequeño dolor de cabeza.— Lo que me faltaba.—susurré para mi misma y cerré los ojos, intentando calmar una vez más los nervios.

Tan sólo debía actuar como un personaje recurrente en la nueva serie Arrow, sólo grabaría algo así como dos episodios y volvería a casa. Sería fácil. O eso pensé. Pero cuando llegué y vi a todas esas personas en el set, todas esas cámaras, personas corriendo de un lado para otro, hizo que mis nervios aumentaran de una forma que no sabía explicar con palabras, pero si con acciones. Sólo había que verme en el baño de set, intentando respirar con tranquilidad, lo único que me faltaba era empezar a sudar por el nerviosismo. Ahí si estaría perdida.

Me aterraba hacer algo mal, si algo tenía en común con mi personaje, Felicity Smoak, era mi gran talento de hacer las cosas con torpeza cuando estaba nerviosa—también estaba el echo de que, digamos que había hecho los deberes—había buscado un poco de información sobre el actor que interpretaría a Oliver Queen. No puedo negar que Stephen Amell es bastante atractivo, en los pocos vídeos que vi de él actuando, parece seguro de si mismo, y yo, bueno, yo moriría de vergüenza si terminara haciendo el ridículo delante de él.

Un golpe en la puerta del baño me hizo dejar mis pensamiento a un lado y volver a la realidad. No estaba preparada, no aún. Pensaba en retomar los ejercicios de respiración hasta que la persona detrás de la puerta habló.

— ¿Emily? —era la voz de un hombre, o quizás era una mujer, nunca se sabe.— Empezaremos a grabar dentro de unos minutos, te necesitamos.

Mierda. Maldije mentalmente y sentí como los nervios aumentaban. Pensé en echarme un poco de agua en la cara antes de salir, pero descarté la idea al recordar que llevaba maquillaje y no sería una buena idea. En esos momentos es cuando te das cuenta de que la vida te odia.

Otra vez se oyeron golpes en la puerta y la voz repitió mi nombre. No sé como pero me las arreglé para responderle.

— Uhm, claro, ya salgo.—respondí. Volví a observarme por el espejo. Mi peinado estaba intacto, el vestido que llevaba puesto no estaba arrugado y el poco maquillaje que llevaba también seguía intacto. Tomé las gafas que había dejado sobre el lavamanos y me las coloqué.

Y ahí estaba, vestida como Felicity Smoak. Parezco una de esas secretarias sexys, la única diferencia es que de esas torpes.

Reí bajo ante mi comentario y supongo que eso sirvió para ayudarme a bajar los nervios, porque ya me encontraba abriendo la puerta del baño y saliendo de éste. Me sobresalté cuando oí la voz de alguien a mi lado.

— ¿Estás bien? —la misma voz de antes. Ladeé un poco la cabeza para ver de quién se trataba y los nervios volvieron a mi, una sensación mucho peor que la de antes.

A mi lado se encontraba nadie más ni nadie menos que Stephen Amell. Y santo cielo, creo que era mil veces más atractivo en persona que en las fotos y vídeos. Cuanto más lo miraba y él me miraba, peor se encontraban mis nervios. Era alto, muy alto. Si no fuera por los tacones que llevaba en aquel momento, le llegaría a la cintura. Bueno, quizás exageré un poquito. A los abdominales tal vez. No sería una mala vista, ¿saben?

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