➢ dos.

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Me encontraba en unos de esos momentos de mi vida en los que tenía que decidir algo muy importante, entre cosas difíciles. Ese tipo de decisiones que podrían cambiar el día de alguien. Soy una persona bastante indecisa así que es muy difícil para mí tomar decisiones tan difíciles como ésta.

Observé lo que tenía en mis manos y suspiré con pesadez.

¿Kit Kat o Snickers?

Esa pregunta estaba en mi mente desde el momento en el que entré a la tienda y vi a estas dos preciosidades, una al lado de la otra, en una disputa por atención. Quizás ya llevaba más de quince minutos en la tienda y mi mejor amigo, que me esperaba en el auto, insultaba a mi pobre madre y a mi pobre persona.

Habíamos parado en una gasolinera para aprovechar y comprar cervezas y vino en la tienda, y así no llegar con las manos vacías al almuerzo del equipo. Colton me dijo que me esperaría en el auto mientras yo compraba lo necesario y me obligó a prometerle que no tardaría. Y no cumplí.

Alcé la vista cuando la campanilla de la puerta sonó, avisando que alguien había entrado en la tienda. En la puerta se encontraba Colton buscándome con la mirada y cuando dio conmigo, rodó los ojos y caminó hasta mí. Ni siquiera tuve tiempo de esconder las chocolatinas.

— ¿En serio, Emily? Nos están esperando.—suspiró, tomo las chocolatinas de mi manó y caminó hasta la adolescente que tras la barra mascaba chicle con algo de molestia.

En la barra yo ya había dejado las cervezas y el vino. Él dejó las chocolatinas al lado y esperó hasta captar la atención de la chica.

Supongo que no necesito describir su reacción al vernos. En realidad al ver a Colton, la pobrecita casi se atraganta con el chicle. Colton sólo le sonrió y con la barra de por medio, intentó darle un abrazo. Yo creía que en cualquier momento la chica se desmayaría y perderíamos el almuerzo por llevarla al hospital.

Después de abrazar a la chica, escucharla fangirlear sobre Teen Wolf y lo mucho que echaba de menos a Colton en la serie, decirnos que hacíamos buena pareja y nosotros aclararle varias veces que sólo éramos amigos, sacarnos fotos y reírme de cómo obligaba a Colton a seguirla en twitter, nos fuimos sin pagar porque ella insistió en hacernos un regalo.

Ya en el auto, yo buscaba alguna canción buena en la radio mientras mi amigo conducía. Ignoraba sus quejas cuando pasaba de alguna canción que a él le gustaba. Lo hacía por molestarlo, porque eso es lo que mejor se me da hacer y era gracioso verlo molesto.

Dejé que tocara una canción con una melodía algo triste y miré por la ventana, como en las películas. Me gustaba hacer algo de drama, aunque sería más dramático si no fuera porque estábamos parados en un semáforo en rojo y en el auto de al lado, una viejita hacía gestos obscenos a Colton y éste ni siquiera le prestaba atención.

— Tienes una admiradora no tan secreta, pequeño Colton.— reí y cuando me miró, señalé al auto de al lado. Ahora la viejita le guiñaba un ojo.

Colton abrió los ojos como platos  y con una expresión asustada, volvió su mirada a la carretera.

— Eso es asustador.—susurró, como si la mujer pudiese escucharlo. Reí y saqué las chocolatinas de la bolsa.

Mi mejor amigo me había salvado la vida minutos antes, decidió por mí cuando yo tenía una conflicto interno entre elegir Kit Kat o Snickers.

the arrow // stephen amellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora