El muchacho caía en el suelo como si fuese arrojado por el mismo cielo. En el momento en que intentaba reincorporarse aún con lo aturdido y lo mareado que estaba, un vehículo muy extraño con luces extremadamente blancas, que lo cegaron más de lo que ya estaba, pasó a altas velocidades a su lado casi atropellándolo como aquellos automóviles de la avenida principal cuando huía de los delincuentes.
- ¡hey muchacho! –le gritó un hombre desde el vehículo. Por poco choca contra otro que venía de frente al intentar esquivarlo. Curiosamente los automóviles eran ovalados y no tenían ruedas.
Llovía a cantaros, como si el cielo explotara en ventarrones de aguas salvajes. La noche era más oscura y espesa de lo normal pero la ciudad parecía estar extrañamente alumbrada. Muchas luces de diferentes colores decoraban casi cualquier fachada, publicidad y altos edificios que se perdían entre las nubes, edificios que el joven nunca había visto.
- ¿D-dónde...dónde estoy? -.
Se colocaba de pie, aún aturdido se quitaba de las vías transitorias de los excepcionales vehículos y caminando hacia atrás tomaba lugar a un lado de la acera en la autopista que ciertamente no era la misma que había cruzado al ser perseguido. Al mismo tiempo observaba el cielo totalmente aturdido, intentaba volver a sus cabales pero el muchacho estaba absolutamente perdido, no sabía en qué parte de la ciudad estaba porque jamás la había visto y aunque todavía llovía como llovía cuando lo hostigaban los antisociales, Sam no comprendía cómo es que había anochecido tan pronto. Se preguntaba cuanto tiempo había estado inconsciente.
- ¿Acaso estoy muerto? – se preguntó en voz alta mientras observaba la extraña ciudad y llegaba a la conclusión de que no era Distrito Federal donde se encontraba. El temor empezaba a invadir su blanca piel y perforaba sus entrañas. Su cabello castaño oscuro se desparramaba sobre su frente con el furor de la lluvia.
En cuanto se recuperaba del mareo que lo invadía, recordó que había caído a las vías del tren siendo empujado por ese personaje de rostro tan espeluznante y duro. Estando juicioso de que lo último que recordaba era como el vagón del metro se aproximaba hacía él, mientras ágilmente meditaba en ello, palpaba la pared húmeda que tenía a su lado y aún observaba el oscuro cielo que escondía las estrellas. Fue entonces cuando se le ocurrió la descabellada idea de que había muerto y ese lugar sería sin duda era el mismísimo Hades -pues el paraíso jamás podría ser tan oscuro y triste - analizaba el joven en el momento en que relampagueaba fuertemente sobre los portentosos rascacielos.
La gente lo miraba con desdén. Observaban a Sam como si fuese un forajido y su actitud, que expresaba claramente que no tenía ni remota idea de donde estaba parado, lo dejaba como si fuese un jovenzuelo delincuente. En un vistazo muy fugaz percibió que la muchedumbre lo veía de manera extraña y se dio cuenta de que aquellas personas que transitaban en la ciudad, con insólitos paraguas que jamás había visto, vestían muy diferente a como él. Sam simplemente traía puesto su uniforme del colegio: un pantalón azul oscuro, unos viejos zapatos Vans rojos, una franela azul aguamarina y encima una parca negra con capucha y sin mangas, la típica escueta que usan los alumnos de colegio; inexplicablemente aún conservaba también su mochila escolar. A diferencia de él, las personas que lo observaban con desaprobación al mismo tiempo que caminaban por esas húmedas calles, engalanaban con ropas un tanto exóticas y hasta graciosas a los ojos de Sam: uno lucía un extraño traje de cuero de pies a cabezas adherido al cuerpo con una que otra decoración de luces blancas. Una extravagante mujer también detallaba a Samuel reluciendo una larga cabellera roja, un corto vestido negro adherido igualmente hasta los muslos con extraños detalles en color rojo y unas altas botas negras de varias hebillas. Otro hombre parecía tener puesto el traje de un astronauta. Así de alocada era la ropa de todos los que pasaban y observaban a Samuel postrado al otro lado de la calle con un aspecto de niño perdido.
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Los Misterios de Nógea La profecía del príncipe rojo
FantasyEsta mágica historia comienza cuando Samuel, un chico de quince años, luego de salir de clases es perseguido por unos maleantes y en la huida cae a las vías del tren. En vez de morir, despierta en otro mundo totalmente diferente, en una ciudad futur...