Samuel había pasado toda la noche cuestionando todo lo que creía real o posible. Mientras más pensaba en su situación, el tema de los híbridos o los Elegidos,más perdido se hallaba; pero a la mañana siguiente se levantó con ánimos de dejar todo aquello atrás y empezar a encontrar su destino. Había pasado toda la septiada preocupado y creía que ya era hora de comenzar a ocuparse, así que desayunó muy furtivo junto a Ozías que estaba sorprendido del cambió tan repentino en Sam en las tempranas horas del alba.
La abuela estaba emocionada por la primera clase de Ozias en Totemhaim, pero quería disimular lo feliz que se sentía debido a lo poco que le agradaban los híbridos.Parecía no querer soltarlo mientras le recordaba al muchacho todo lo que debía hacer y verificando de que llevara su cepillo de dientes y ropa interior ; un momento que para Sam fue imposible no recordarle a su madre entre las burlas que le dedicaba a su amigo. Hasta que por fin la abuela Elionor se despidió del par de muchachos, deseándole suerte a ambos, fue que se montaron en el vehículo del tío Eric,quién los llevó a Totemhaim pasando por la misma ruta de la vez anterior. El sol pegaba en la punta de una catedral que tenía la escuela y resplandecía desde la cima de la colina donde se encontraba, y Samuel, mientras pasaba por el puente de granito blanco, apreciaba aquel paisaje como si fuese de nuevo la primera vez que lo contemplaba.
Se despidieron del tío Eric con entusiasmo quién les deseó suerte y les pidió entre risas que regresaran la próxima triada lunar con un par de novias cada uno.Luego lo vieron subirse al vehículo con su forma de caminar tan agraciada, por lo delgado que era, y sin más desapareció por el sendero abarrotado de pinos colina abajo.
La muralla se veía igual de imponente que en su visita anterior. Las estatuas postradas en la enorme entrada parecían dos obeliscos infinitos que se perdían entre las nubes. Y allí estaba el guardián de Totemhaim, el hombre de barbas pelirrojas y enorme estatura que recibía a la larga fila de estudiantes que se acumulaban a las afueras con sus maletas y pertenencias.Las familias se despedían de los jóvenes entre abrazos, risas y lágrimas que hacían una mezcla de felicidad y melancolía.
•- ¡Oh! Pero si son los rezagados del otro día – los reconoció el guardián de apariencia nórdica con una voz gruesa y risotadas que rebelaba un aliento a vino que impregnaba casi toda la escuela. – Pasen, pasen. Los rezagados de primer año deben presentarse en el Gran Salón primero. Así que deben apresurar los pasos jovencitos.
Ozías dio los primeros pasos al interior del jardín de Totemhaim con sus maletines; posteriormente lo hizo el otro chico con tan solo su mochila escolar que lucía sucia y malgastada incluso en la discreción del color marrón. Al estar adentro, ambos quedaron paralizados al encontrarse nuevamente en la plaza norte de Totemhaim, pero que esta vez era lo más parecido a un parque de diversiones para híbridos; había chicas sentadas en la grama invocando sus tótem y jugueteando con ellos, hadas, elfos,enanos, tigres de bengala, aves, faunos y demás andando por allá y para acá entre el amplio jardín con verdosas hojarascas y el suelo adoquinado. Cerca de la fuente, en la escultura del guerrero que domaba al dragón, había chicos con balones de Mitbold que cambiaban de color y composición en medida que tocaban las manos de diferentes híbridos. Sam sonreía sin darse cuenta y Ozías estaba boquiabierto, aunque él era de ese mundo era tan nuevo en Totemhaim como su compañero y era la primera vez que veía tantos Tótem en un mismo lugar andando con sus amos de allá para acá libremente.
El Ala norte, desde la entrada del colegio, les regalaba una vista panorámica agradable de la primera fachada de Totemhaim: Sam admiraba los detalles de la estatua de un guerrero alzando su espada al aire y domando a un dragón que derramaba agua desde sus filosos dientes de piedra. La escultura estaba en una plaza adoquinada que distribuía diferentes rutas hacía enormes edificaciones que parecían tocar las nubes; con diseños circulares,estatuas en los techos de diferentes bestias, enormes arcos y puntas que combinados con las enormes vidrieras de colores redondas le daba un enfoque oscuro pero extremadamente elegante y místico. Eran tres edificaciones altas y alargadas que hacían unas especie de "c"invertida en contra parte con la entrada del colegio desde la muralla.
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Los Misterios de Nógea La profecía del príncipe rojo
FantasyEsta mágica historia comienza cuando Samuel, un chico de quince años, luego de salir de clases es perseguido por unos maleantes y en la huida cae a las vías del tren. En vez de morir, despierta en otro mundo totalmente diferente, en una ciudad futur...