Anduvieron paseándose por las extensas calles de la Capitanía General durante minutos en completo silencio,lanzándose miradas el uno al a otro con una curiosidad mutua. El chico Ozias parecía no abandonar la idea de lo que había hecho Nilo y lo que le quitó durante la pelea, y mientras se lamentaba en silencio y observaba a Sam de vez en vez, el segundo joven echaba un vistazo cada detalle de la ciudad como un turista, a veces sonreía de la impresión y otras veces los ojos parecían salirse de su blanco rostro. Había una enorme taberna con un sofisticado letrero que decía "Las siete Copas: bar exclusivo para híbridos",que hacia calle esquina con otro local más parecido a una discoteca donde un tumulto de personas todas exóticas entraban y salían. Al otro lado de la acera reconoció lo que sería una boutique de accesorios tecnológicos, "Luxtronic" decía en la entrada en grandes letras alumbradas; sin menos importancia, observó a una distancia poco cercana dos edificios gigantescos de apariencia empresarial y notó que adyacente a esas torres las demás tenían fachadas parecidas. Al dirigir su mirada al fondo, tras las torres,casi al horizonte de la ciudad, notó unas anchas murallas negras que encierran una especie de cuartel a sus adentros, parecía quedar en todo el foco central de lo que Sam contemplaba en ese momento.
- ¿Qué es eso que se ve allá al fondo? – interrogaba Sam aun viendo las lejanas murallas negras.
- Oh, lo que ves allá en es el Cuartel Central de Nógea... o algo así es que se llama. En cada ciudad del país hay instalaciones militares pero esta es la más grande del país por ser la capital, dicen que los que gobiernan viven allí.- Explicaba Ozia algo inseguro de lo que decía mientras guiaba hacia su hogar al otro muchacho. Al hacerlo, era lo más parecido a un guía turístico.
- Ahora entiendo por qué tanta seguridad con esas murallas – decía Sam para buscarle conversación y olvidarse también de sus propios problemas.
- Sí, es una seguridad impresionante, pero créeme que esa no es la muralla más grande que verás. – comunicó Ozias y en su cara se podía ver como se imaginaba el otro muro al que podía referirse y que dejó a la imaginación.- ¡Vaya! Ya estamos llegando.- señaló una calle arriba donde se aglomeraban pequeñas casas, todas grises y con enormes balcones.
Sam dejó la vista de la portentosa muralla negra a sus espaldas y ahora se dirigía a una colina, se introducía a una especie de residencia que a su juicio parecían casas mucho más humildes y sencillas que todo lo que había visto de la Capitanía General de Nógea, pero igual las consideraban extrañas y un poco sofisticadas. Algunas eran parcelas de diez metros de altura y balcones abiertos con fluorescentes luces blancas, otras eran casas con aspecto de fuertes o bunker totalmente encerrados; casas dúplex con una arquitectura algo vanguardista pero rudimentaria, con una que otra tiras que colgaban de un extremo al otro con telas sobrepuestas en él. La mayoría de estas casas estaban amontonadas una encima de otra y dentro de su concepto futurista se percibía que eran barriadas pobres.
Caminando y caminando dio un vistazo atrás y Sam comprendió que aquella lluviosa ciudad se encontraba en un valle, después de haber subido lo suficiente en la colina donde se localizaban todas esas viviendas, vio que había enormes montañas rodeando la gigantesca ciudad. Los edificios, ya lejanos, jugaban un diseño armonioso con todo lo futurista del lugar. Sam certificó que evidentemente el Cuartel Central se hallaba en todo el medio de la ciudad como había imaginado.
- Esta es mi casa.- dijo Ozia algo nervioso, un poco apenado por lo humilde de su hogar. A los ojos de Sam en el mundo real no habían casas tan genuinas.
- Gracias por ayudarme – le dio una palmada en el hombro a su compañero y entró quietamente a la casa.
El hogar de Ozias era muy aseado a pesar de lo sencillo y aglomerado que se veían las cosas desde afuera, era una morada simple pero algo elegante. La arquitectura de la vivienda le recordaba a Sam a las decoraciones de estilo minimalista y le venía a la mente la frase "Menos es más".La casa en su interior era totalmente blanca y los muebles en color negro al igual que la cocina con sofisticados artefactos que Sam desconocía. Allí, sentados en el mueble, Ozias le presentó a su abuela y su tío con los que vivía de toda la vida comentandole que sus padres eran arqueólogos y viajaban por todo el mundo en busca de reliquias. Por eso casi nunca se encontraban en casa.
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Los Misterios de Nógea La profecía del príncipe rojo
FantasyEsta mágica historia comienza cuando Samuel, un chico de quince años, luego de salir de clases es perseguido por unos maleantes y en la huida cae a las vías del tren. En vez de morir, despierta en otro mundo totalmente diferente, en una ciudad futur...