Parte 6

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El ruido de la ciudad se le hizo increíble, melodía y combinaciones se crearon en su cabeza en un instante, pero hasta el más grande compositor debía estar atento a su alrededor.

— ¡Niño tonto, quítate si no quieres que te aplaste!

Hike despertó en un sobresalto, se había dejado llevar por la música que cruzó la calle sin darse cuenta que venía un auto. Mulch lo había dejado en la plaza, indicándole que alguien pasaría por él, le dio algo de dinero y le pidió que se quedara en donde estaba, aunque estuvo claro que no lo hizo al curiosear todos aquellos sonidos, que lo llevaron a aquella situación.

Se disculpó amablemente con el hombre del auto y terminó de cruzar la calle, otro sonido lo llamaba: una guitarra y un niño que cantaba.

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10 años atrás.

Por bravo mar navegaré... ahogarme yo no temo... y sortearé la tempestad... si eres para mí.

Astrid se acarició su abultado vientre de 6 meses, se mecía en una mecedora y cantaba a su hijo la canción que su padre había compuesto para ella.

Ni ardiente sol... ni frio atroz... me harán... dejar de amarlo. —susurró.

— ¡Astrid!

El Sr. Hofferson entró de golpe a la habitación, la mencionada rápidamente se ajustó su abrigo para cubrir su vientre, evitando de esa manera que este la viera con su típica repulsión.

—Se acabo el descanso, ve a los ensayos.

Obediente, se puso de pie con pesadez y con la cabeza baja pasó a un lado de su padre, este sólo resopló, después de meses aun no se hacía a la idea de que pronto sería abuelo de un bastardo; y no sólo eso, ese bebé estaba arruinando a su hija, pues obviamente se preocupaba más por él que por los ensayos y conciertos, pronto acapararía todo su tiempo. Sus clientes ya conocían los detalles y sabían que no podían exigirle demasiado a una mujer embarazada por lo que terminaron las relaciones antes de lo previsto ocasionándole un disgusto al Sr. Hofferson quien tuvo una significante perdida económica.

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—Estarás contenta, fue nuestro último concierto.

—Lo siento papá, pero tal vez sea lo mejor. —Dijo Astrid sin tomarle mucha importancia al asunto. —Volvamos a Berk, quiero que Hikke nazca allá.

— ¿Hikke? —Repitió con desconcierto—¡Que nombre tan ridículo!... y por supuesto que no volveremos.

—Por favor papá, no quiero que mi hijo sea un Berserker, y por supuesto que no es un nombre ridículo...—Dijo sonriendo pues ese nombre era un derivado de Hiccup en otro idioma.

—Creo que lo mejor es que nos deshiciéramos de él.

— ¡¿Qué dices?!

— ¡La verdad! Puedes darlo en adopción.

— ¡Papá! —Gruñó Astrid.

— ¡Ay, ya cálmate!... tienes razón, es mejor que nazca en Berk, así los tramites serían más fáciles.

— ¿Trámites de qué?

—Olvídalo, ordena que empaquen todo, volveremos.

Astrid sonrió y acarició su vientre, estando allá todo se le haría más fácil, una vez que su hijo naciera se independizaría de su padre, después, buscaría a Hiccup.

Escuchando a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora