Juntos en casa

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Habían comenzado las vacaciones de invierno, y las solitarias tardes encerrada en casa se habían convertido en largas e interesantes charlas con Adrien, o en caminatas por el parque con sus gatos.

La madre de Selene no podía creer que su tímida y solitaria hija tuviera un amigo, quien estaba cambiando a su hija, de forma lenta, pero se podía notar fácilmente que la terrorífica oscuridad estaba desapareciendo, reemplazada por un brillante y cálido amanecer.

Esa noche Adrien iría a cenar a la casa de Selene, la madre de ella lo había invitado en la tarde de ese mismo día que se lo encontró saliendo a la tienda. Ella tendría que salir una semana por asuntos de trabajo y le pidió a Adrien que le hiciera mucha compañía a su hija.

Una bola de nieve golpeo su rostro velozmente, ella llevó su mirada hasta Adrien quien estaba aguantando las ganas de reír notablemente, así que Selene se agacho, tomo un montón de nieve entre sus manos y lo lanzo con toda la fuerza y la mejor puntería que pudo hasta que logro alcanzar las costillas de Adrien.

Al ver la cara de Adrien al revivir la bola de nieve, Selene no pudo evitar soltar una risa.

Adrien se paralizo al ver esa risa, parecía con reflectores que la centraban a ella haciendo desaparecer el resto del universo.

Y así comenzó su guerra de bolas de nieve, que fue seguida de una gran revocada en la nieve igual que sus gastos que jugaban entre ellos y para terminar la tarde haciendo un muñeco de nieve.

Al regresar a casa cenaron junto con la madre de Selene quien al terminar se despidió diciéndole a Selene todos los cuidados que debía tener estando sola en casa, repitiendo la misma larga lista que le decía cada vez que salia, con la diferencia de que en esta vocación le pidió a Anwar y a Adrien que cuidaran de ella.

-Ven, te mostrare mi casa- le dijo Selene cuando se encontraron solos.

-Y por ultimo, este es mi cuarto.

-Es hermoso.

-Gracias, aunque tiene un tesoro escondido.

-Igual que todo lo que te rodea.

-Fíjate bien, de pronto logras descubrirlo.

Adrien se fijo en todos los detalles que pudo pero no encontró rastro de algo fuera de lo común.

-Te lo mostrare, pero debes jurar que no le dirás a nadie mas.

-Lo juro.

Selene se subió a la cama y tomo una pequeña oreja que salia del tragaluz, jalo de el y al abrirse el tragaluz bajo una escalera del techo.

-Sigue me.

Adrien subió las escaleras después de Selene, y llego a una terraza en la que había un telescopio junto a una tienda de acampar.

-Es impresionante, ¿todo esto lo organizase tu aquí arriba?

-Así es, todo comenzó con mi amor por observar el cielo y los astros.

-Es increíble.

-Ven, acerca te al telescopio.

Ambos se perdieron en el tiempo, centrados en la tienda de acampar mirando la infinita belleza del cielo nocturno.

-Esas estrellas están tratando de imitar tu sonrisa, ¿si las ves? Son las mas brillantes.

Selene pensaba responderle el cumplido pero se formo un taco en su garganta que se loo impidió, hace mucho ella no se reía de esa forma. Dirigió su mirada a los gatos, que estaban acurrucados en un rincón de la carpa.

-Se parece mas s tu sonrisa.

-Mi sonrisa no es tan brillante.

-Si lo es, mas de lo que crees, pensé que eras más serio.

-También yo lo pensaba.

-Gracias- le dijo Selene después de un rato de silencio.

-¿Por que?

-Por de volverme la risa.







De gato negro a gato negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora