Capitulo 10

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William se puso de rodillas frente a ella, tomó con delicadeza su pie izquierdo que era el afectado; miraba constantemente el rostro de Lizbeth, no quería incomodarla

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William se puso de rodillas frente a ella, tomó con delicadeza su pie izquierdo que era el afectado; miraba constantemente el rostro de Lizbeth, no quería incomodarla. Retiró la zapatilla de la joven, que no pudo evitar sentirse desnuda e imaginarse en situaciones absurdas, pues tenía a aquel apuesto hombre tocándola con sus masculinas manos su extremidad herida, algo que en ninguna otra probable condición estaría sucediendo, a menos que...

-No hay fractura, me parece- Concluyó William, interrumpiéndola así de sus pensamientos. -Quizá una torcedura nada más... con reposo podría mejorar.

-¿Es usted médico, Sr. Thompson?- Preguntó elocuente.

-No, me temo que no lo soy- Respondía mientras caballerosamente volvía a colocarle la zapatilla en el pie. -Pero he tenido que lidiar con lesiones y diagnósticos por mi propia cuenta, tengo algo de experiencia nada más- Se puso de pie, Lizbeth sonreía intimidada y con la mirada abajo. -Entonces, Lady Knightley...

-Me quedaré aquí un momento para recuperarme, supongo que habremos de posponer el recorrido, Sr. Thompson.

-Me parece lo adecuado, mi Lady, pero debo admitir que me estaba ilusionando a pasar el resto del día con usted, me había dado la excusa perfecta para hacerlo- Replicó William sonriendo con timidez.

-Le aseguro que me repondré de inmediato y mañana podríamos hacer el recorrido, si no le molesta o le interrumpe de sus labores en el campo- Sugirió Lizbeth.

-Es una idea maravillosa, le agradezco que siga pensando en mí para ser su acompañante y mostrarle la plantación- Respondió sonriente.

-Bien, pero ahora váyase, no quiero ser la causante de su despido laboral; seguramente tiene mucho por hacer todavía en la plantación...

-Oh, mi Lady, no me atrevería a dejarla sola, mucho menos en su condición. Podría verse en la necesidad de... salir corriendo y quién la ayudaría en eso- Respondió con dramatismo, lo que le causó gracia a Lizbeth. -Si no le molesta, prefiero quedarme con usted por si necesita algo... como caminar.

-Sr. Thompson, es usted muy bueno en esto- Replicó entre sus risas. -Está bien, puede quedarse si no le da problemas en su trabajo.

-Se lo agradezco, mi Lady. Aunque... ¿me daría un momento para decirles a mis trabajadores que estaré justo aquí por si llegaran a necesitarme? Le prometo que no tardaré en volver para acompañarla hasta que se sienta dispuesta.

-De acuerdo, vaya- William hizo una reverencia para agradecerle su comprensión. -Y no se preocupe, entenderé si no puede regresar.

-Regresaré, mi Lady- Sonrió ampliamente, Lizbeth también lo hizo. -Ahora vuelvo- Y se echó a correr al lado contrario.

Por un momento Lizbeth se sintió cortejada por la caballerosidad del Sr. Thompson, no le pareció tan absurdo pensar en él y su amabilidad prestada desde el día que llegó a Nueva Orleans; cabía decirse que era con la única persona que se sentía cómoda en todo este embrollo que padecía. Quizá era por el familiar acento inglés en su pronunciación, por sus modales y maneras de expresarse, siempre con respeto y educación; le parecía todo lo contrario al Conde Jackson. No podía comprender qué hacía un hombre como William trabajando para un hombre como Michael; cómo había ido a parar allí, se preguntaba; ansiaba respuestas y se dispuso a averiguarlo en cuanto William volviera, era una excelente oportunidad para conversar al respecto y conocerse mejor, si a él le interesaba también.

Adicto al amor | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora